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PORTERA DE DÍA
Columna
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Apechugonas

"Michelle Obama plantó sus reales en la convención demócrata y se comió con 'potatoes' a Ann Romney, a Mitt Romney y al mismísimo Barack, que se había quedado en la Casa Blanca con las niñas"

Luz Sánchez-Mellado
Michelle Obama, saludando a los asistentes a la convención demócrata, en Charlotte (Carolina del Norte).
Michelle Obama, saludando a los asistentes a la convención demócrata, en Charlotte (Carolina del Norte).DAVID GOLDMAN (AP)

Nadie me quiere. Llevo un mes largo sin decir ni esta boca es mía en esta tribuna y no me ha echado en falta ni el gerifalte que me la endosó en su día jurándome que como yo, ninguna, que le canta Bustamante a su señora, Paula Echevarría. Ese, el que menos. Mi señorito, digo. Ni un correo, ni un mensaje, ni un triste guasap de ahí te pudras me ha puesto en todo el veraneo. Vale que antes de irme le dije ahí te quedas, desaparezco del mapa y a quien me llame lo capo, pero una cosa es desfogarse una un día malo, y otra que te lo tomen todo al pie de la letra.

Aquí el que ha estado listo es Boris, no sabe nada el colega. A la chita callando, se ha firmado un paginón todas las semanas y se ha hecho con el chiringuito, yo no tengo la culpa de que sea adicto al trabajo. Total, que sí, que vale, que tengo un ataque de cuernos que ríete tú del de Rosa Benito y Amador Mohedano contándonos sus trifulcas en Telecinco. Una será muy autosuficiente, muy empoderada y muy posfeminista, pero tiene su corazoncito. Y su poquito de ego, de acuerdo, a ver si solo va a poder estar triste Ronaldo cuando no le bailan el agua.

Las relaciones largas hay que cuidarlas, a las duras y a las maduras. Mira a la infanta Cristina, de vuelta a galeras en Barcelona después de años de ama de casoplón en Washington sin más obligación que llevar a los críos a la hípica. Sus madrugones y sus ojeras le cuesta a su alteza la vuelta al curro, no hay más que ver cómo se le ha caído el careto y no precisamente de vergüenza. Pero, ahora que a Iñaki le han dado puerta en Telefónica además de en Zarzuela, se supone que esa familia come de esa nómina, y tiene que apechugar como toda hija de vecina. Pobres, con lo que han sido, da pena verlos hacinados en un Golf de hace 20 años, una cafetera de buga por muy austero y muy vintage que quede de cara a la galería. Con su legión de escoltas y sus cochazos reglamentarios pagados por la peña, eso sí, que la policía no es tonta.

Estos días hemos visto a unas cuantas dando la cara a la ciudad y al mundo por sus maridos. Empezó la remilgada de Ann Romney cantando las alabanzas del sosazo de Mitt en todos sitios menos en la cama y se metió a las huestes republicanas en el bolsillo. Hasta que Michelle Obama plantó sus reales en la convención demócrata y se comió con potatoes a Ann, a Mitt y al mismísimo Barack, que se había quedado en la Casa Blanca con las niñas. Qué chorro de voz, qué brazos, qué piñata, qué mujerón, qué ancas, qué negraza, God me asista. Dicen que erotizó hasta a los ultras de la Fox, no me extraña. Me pone hasta a mí, que soy ultrahetero hasta que se demuestre lo contrario.

Como que me he venido arriba yo solita. Vale que vengo superoxidada de pluma y pelín seca de ideas y de lo otro, que no lubrico por más Tres en Uno que me aplique, pero ya me estoy poniendo las pilas para apechugar con el líder, con Boris y con lo que me echen. Ahora, esta noche conmigo no cuentes, que tengo un evento. Soy la pregonera de las fiestas de mi pueblo y pienso bailar el Tacatá hasta caerme muerta, que el invierno es muy largo.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

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