Ataduras históricas
Estoy convencido de que los partidos políticos con largas trayectorias históricas generan a la sociedad más inconvenientes que ventajas.
Los partidos con mayor implantación nacional y mayor bagaje ideológico tienen demasiadas líneas rojas imposibles de traspasar. Líneas autoimpuestas a lo largo de sus muchos años de existencia. Herencias indeseables y nombres propios con los que siempre habrá que comulgar.
Estos partidos tienen mucho que perder. También, mucho y muchos a los que proteger. Por tanto, no serán capaces de tomar las medidas que la sociedad y la situación económica actual requieren. Tampoco despejarán el filtro opaco a la transparencia que abanderan.
Una revisión a fondo de la Administración con los recortes apropiados de funciones superpuestas u órganos sobredimensionados dejaría a muchos “políticos” afiliados en el temido paro. Una explicación en profundidad de lo ocurrido en Bankia y demás entidades político-financieras seguramente dejaría al descubierto amistades, favores, pelotazos y mangoneos tan clásicos en la picaresca española moderna.
No sé si el magenta será el color que desbanque a los históricos y maniatados azul y rojo. Lo que sí espero es que la revolución política y administrativa en este país llegue cuanto antes y, si es posible, de personas honorables, con espíritu de entrega y capacidad suficiente. Personas sin nada que deber a nadie, sin hipotecas ideológicas y con sentido común. Solo con la libertad suficiente para ejercer el sentido común y la honorabilidad se resolverían buena parte de nuestros males.— Pablo Maudes Gutiérrez.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.