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El amor oculto del dictador sirio

Wikileaks desvela 800 correos, algunos apasionados, entre el presidente Bachar el Assad y la mujer que, entre otras funciones, le transcribía los discursos al inglés

Bachar y Asma el Assad, en una de las últimas imágenes en que han aparecido juntos: durante una recolección de comida para los damnificados de Homs, en Damasco, el pasado abril.
Bachar y Asma el Assad, en una de las últimas imágenes en que han aparecido juntos: durante una recolección de comida para los damnificados de Homs, en Damasco, el pasado abril.CORDON PRESS

 "Mi vida ya no me pertenece”. “Estoy dispuesta a dedicarla a todo aquello que encuentre en ti y a aquellos a los que quieres”. “Por favor, permíteme que te lo demuestre aún más”. Lamis Ismael Omar envió, el 21 de febrero de 2010 a las 07.20, desde su cuenta (l.omar@mopa.gov.sy) un correo apasionado en inglés al presidente de Siria, Bachar el Assad (sam@alshahba.com).

En total Lamis, que trabajaba en el palacio presidencial, y El Assad, intercambiaron más de 800 correos con bromas, citas poéticas y, por parte de ella, alguna declaración encendida que puede hace sospechar que entre ellos hubo algo más que una amistad.

La web de Wikileaks ha desvelado este fin de semana un nuevo lote de los 2,4 millones de correos interceptados por los colaboradores de Julian Assange a las más altas autoridades de un país sumido en una guerra entre el aparato de seguridad y la mayoría del pueblo que se ha cobrado en 16 meses más de 16.000 muertos.

De la lectura de los mensajes desvelados en marzo por el diario británico The Guardian y la cadena de televisión saudí Al Arabiya ya se deducía que varias mujeres, que a veces no desempeñan cargos oficiales, ejercen una gran influencia sobre El Assad y cortocircuitan la cadena jerárquica para incitar al presidente a tomar determinadas decisiones.

El pasado fin de semana ha aparecido una nueva, Lamis Omar, que intriga aún más porque es la menos conocida en los círculos del poder en Damasco y porque mantiene con su jefe una relación ambigua. Encargada, entre otras cosas, de traducir al inglés los discursos del presidente, Lamis se intercambia regalos con él. Ella le compra, por ejemplo, ocho libros de una tacada en el Reino Unido.

Lamis Omar se muestra en un correo agradecida por “su generosa iniciativa” de ofrecerle “una prima anual de cierta cantidad de dinero” y, el 1 de septiembre pasado, alaba la “inolvidable e ilimitada bondad” de El Assad. La represión del régimen ya había causado entonces unos 2.000 muertos civiles.

La traductora, que tiene entre 30 y 40 años, prepara ahora un doctorado sobre William Shakespeare, en la Universidad de Durham (Reino Unido) y en su alojamiento, en el recinto universitario, ha colgado una gran fotografía de El Assad, según estudiantes interrogados por el diario londinense Daily Mail.

Lamis Omar informa puntualmente al presidente sirio de sus “avances académicos” y el rotativo británico sospecha que es El Assad quien costea los estudios de su antigua traductora. Se lo ha preguntado a la universidad que ha rehusado responder sobre cómo la alumna sufragaba las miles de libras que cuesta su doctorado.

Un diputado conservador, Robert Halfon, ya se pregunta en las páginas del Daily Mail “si es ético” que la universidad proporcione educación a un miembro del régimen de El Assad y le pide que reconsidere la decisión de otorgarle, en septiembre, el doctorado.

Otra mujer importante en la vida del presidente es Hadeel Al Ali, educada en EE UU, que le informa y le aconseja. El 27 de noviembre le hizo, por ejemplo, llegar un correo en el que le informa que un periodista de la BBC británica, Paul Wood, ha logrado llegar hasta Homs y da la versión de los rebeldes.

En otra ocasión Hadeel Al Ali menciona a un tal “Hossam” que insta a sustituir al fiscal general de Tartus por el abogado Kamal Genat. El Assad recibe el correo, borra el nombre de su autor y lo reenvía tal cual a ministro de la Presidencia, Mansour Azzam, para que actúe en consecuencia.

Shehrazad Jaafi, la hija del embajador de Siria ante la ONU, es aun más atrevida en su correspondencia. Arremete, por ejemplo, sin tapujos contra Buthaina Shaaban, principal consejera política de El Assad, y otros colaboradores del presidente. En otro correo, en el que se define como relaciones públicas y gestora de la comunicación de la presidencia, pide a El Assad que le otorgue poderes que le permitan imponer sus decisiones.

De los mensajes de Asma, la esposa del presidente, no emana, en cambio, ninguna ambición de poder. Pide clemencia y asistencia médica para algunos presos políticos, como Mansour Atassi, de 64 años, y también solicita ayuda económica para las familias de algunos militares muertos mientras aplastaban la sublevación.

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