Dos horas y cinco minutos con Mario
"En mis días sesudos, veo irresponsable que Vaquerizo exhiba en la tele su obsesión por adelgazar. Cuando me relajo, pienso que tiene todo el derecho a hacer con su cuerpo lo que le dé la gana"
¿Deben dar ejemplo los famosos con sus vidas? ¿Hasta qué punto son responsables del efecto que puedan tener sus actitudes sobre sus seguidores? ¿Se les puede exigir buen comportamiento en cuestiones sensibles como la salud?
Estas preguntas rondaron por mi cabeza el pasado sábado en la Feria del Libro de Madrid, a la que acudí a promocionar mi libro de recetas. No es que yo suela tener pensamientos tan profundos, es que me tocó firmar al lado de Mario Vaquerizo en la caseta de Fnac. Y claro, me aburría un poco viéndole atender a 2.000 personas mientras a mí solo se me acercaron unas 20 en las dos horas y pico que duró el acontecimiento.
Mario es un personaje adorado por las masas. La espontaneidad, el buen humor y la falta de pudor a la hora de mostrar en público errores y limitaciones hacen que caiga simpático. También es verdad que él se lo curra, saluda con educación a todo el mundo, se hace fotos, firma autógrafos y lo que haga falta. Es un intachable profesional de la fama.
Comparto con él algunos fanatismos (John Waters, Carlos Berlanga, Blondie, el Cuore) y discrepo del todo en otros (Carmen Lomana, las chupas de Balmain). Sobre lo que no sé muy bien qué pensar es sobre su dieta. O mejor, sobre la proyección mediática de la misma. En mis días sesudos, veo irresponsable que exhiba en la tele su obsesión por adelgazar y sus ayunos combinados con atracones de comida basura. Cuando me relajo, pienso que tiene todo el derecho a hacer con su cuerpo lo que le dé la gana, sea sano o insano, e incluso me divierten sus despropósitos nutricionales.
Supongo que le pasa como a Lou Reed cuando le acusaban de haber convertido en yonqui a medio mundo con su canción Heroin. Digo yo que empezar a meterte caballo es tu decisión, y no puedes echar la culpa a tus ídolos de tu propia estupidez. Parece razonable exigir a cualquier adulto que no imite las prácticas de los famosos a los que admira si no son correctas. El problema puede venir con los menores, influenciable sector de la población en el que Mario cuenta con muchos fans... y en el que los trastornos alimentarios constituyen auténticos dramas.
Lo que sí hay que reconocerle sin peros a Vaquerizo es su incansable labor en pro de la industria española de bebidas. Mario es lo mejor que les ha pasado a las cerveceras en años, un poco por la promoción que les hace y un mucho por las latas y botellas que consume. Y eso crea empleo, como dicen ahora.
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