“Las peinetas están en crisis”
Una charla con la cantante sobre coplas a la prima de riesgo, las momias y el santoral
Pregunta. El próximo jueves canta con su hijo, Raúl, en la sala Galileo de Madrid. ¿Mamitis, Edipo?
Respuesta. No, no. Él trabaja con mucha gente: con Kiko [Veneno], con Santiago Auserón, conmigo siempre que puedo. Pero nos apetecía mucho tener un contacto con el público así, muy cerquita, como si estuviéramos en casa.
P. Veintisiete años cantando. ¿El público la aguanta?
R. El público aumenta. Y con unas edades que oscilan entre 18 años y 70. Y más. Acabo de cantar con Chavela, 93 años, que me llamó para su homenaje, y a mí siempre me enriquece estar con las personas sabias que han tenido una gran pasión por la vida.
A CORTA DISTANCIA
Entusiasta, directa, más arreglá que informal, Martirio aparece tranquila, más sosegada que en su época cañera, pero sin que la suavidad en las formas le reste un ápice de intensidad. Nos sentamos en la cafetería de un hotel y habla con pasión de Chavela Vargas, de su hijo y de la durísima situación por la que atraviesa la música. Y no solo la música. Su próxima peineta, cuenta, es de llamas. ¿Le arde la cabeza? Responde: “No. Me arde el corazón”.
P. Jazz, copla, bolero, flamenco, tango. ¿No se pasa de fusión?
R. No. Yo no canto lo que no conozco ni lo que no amo. Todas esas músicas las amo profundamente y las estudio.
P. La han llamado “arqueóloga de la copla”. ¿Qué momias ha encontrado en sus excavaciones?
R. He encontrado unos tesoros maravillosos, como una canción del año 35 que se llama Se dice, y habla de una mujer que quiere ser libre, vivir y amar en libertad, y a la que no le importa lo que digan los demás.
P. ¿Le haría una copla a la prima de riesgo?
R. Se le puede hacer una coplita carnavalera de Cádiz, de esas en las que se dicen todas las verdades, pero con un sentido del humor grande, y que a través de la ironía llegan directamente al intestino, que es adonde tienen que llegar.
P. ¿Sigue sufriendo por amor como una descosida?
R. Yo tengo la ventaja de haber amado mucho, de que me hayan querido mucho, de haber llorado mucho y de haber aprendido mucho del desamor. Y no estoy enfadada ni con los de antes ni con los futuros. Y presente no hay. Estoy feliz y sin necesidad alguna.
P. ¿Y ahora por qué sufre, si ya no es por amor?
R. Sufro por la situación mundial, y en particular por la española. Hay tanto poder de desmoralización que tengo que luchar con muchas ganas, muchos arrestos y mucha voluntad. Y con risas. Y con arte.
P. Siempre ha tenido gran afición a los santos. ¿San Rajoy está en sus oraciones?
R. Que yo sepa, no le han canonizado.
P. ¿Qué pide a su trío de siempre: san Pancracio, sor Ángela de la Cruz y san Judas Tadeo?
R. A san Pancracio, trabajo. Le pido que si no se pueden pagar unos cachés altos porque la situación es horrorosa, que dejen los teatros para que podamos trabajar. San Judas Tadeo me sirve para las cosas difíciles. Y sor Ángela de la Cruz me armoniza con el mundo.
P. Entiendo que no quiera sustituirles por san Montoro, santa Soraya y la beata Cospedal.
R. Los santos son los santos, y los políticos tendrán que hacer lo que puedan, porque la gente va a tomar medidas de alguna forma.
P. ¿Ana Botella está reencarnada en alcaldesa?
R. No lo creo. Pienso que es la primera vez que le toca este papel, aunque en otras reencarnaciones poder ha tenido. Podría haber sido una señora feudal.
P. ¿De las de cinturón de castidad con llave mientras su señor se iba a la guerra?
R. Eso no entra en mi valoración de la reencarni.
P. A lo mejor alcaldesa lo ha sido usted.
R. No. Yo reencarnaciones he tenido varias, pero no tengo facilidad para el poder.
P. ¿Y cuál será su próxima reencarni?
R. Me veo en una mujer mucho más sabia de lo que soy, muy dedicada a lo bueno para mí y para los demás.
P. ¿La crisis alcanza a las peinetas?
R. Claro. A las peinetas, a los sentimientos, a las emociones, a los trajes.
P. ¿En qué se les nota a las peinetas que están en crisis?
R. Pues en que hay menos [ríe]. Las peinetas están en crisis, claro que sí. Tenemos una dificultad fuerte para vender discos, para actuaciones. A la cultura hay que darle chance ya.
P. ¿Qué ha aportado usted a la historia de la gafa de sol?
R. Muchas utilidades, muchos personajes, muchos estados de ánimo. Una identificación casi como el DNI.
P. “Si no fuera cantante, sería terapeuta”. ¿A quién tumbaría en su diván?
R. A toda la gente a la que le da igual que la crisis que estamos pasando la paguen los más débiles.
P. En estos 27 años cantando, ¿cuántas púas de la peineta se le han caído?
R. Muchas. Pero no las suficientes para quitarme ni una migajita de ilusión, ni de ganas, ni de fuerza. No tengo los años que tenía, ni las facilidades, ni muchas más cosas. Pero estoy cogiendo una solera guapa, guapa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.