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Expediente Pantoja

La tonadillera será juzgada en junio junto a Julián Muñoz por la trama derivada del 'caso Malaya' El fiscal anticorrupción pide tres años y medio de prisión y una multa de 3,68 millones de euros

Fernando J. Pérez
Isabel Pantoja, a su llegada al Juzgado de Instrucción número 5 de Marbella el 14 de octubre de 2010.
Isabel Pantoja, a su llegada al Juzgado de Instrucción número 5 de Marbella el 14 de octubre de 2010.J. ZAPATA (EFE)

En el capítulo final de la archiconocida novela El perfume (1985), de Patrick Süskind, el protagonista, Jean-Baptiste Grenouille, dispuesto a morir, se unió a un grupo de vagabundos, ladrones y prostitutas. En medio de ellos, derramó sobre sí mismo un frasco donde guardaba las fragancias de decenas de personas a las que había asesinado. En ese momento, los pordioseros, enajenados por el singular perfume y con ánimo de poseer el alma de Grenouille, se abalanzaron tumultuosamente sobre él. En una auténtica orgía de violencia, lo despedazaron y devoraron hasta hacerlo desaparecer de la faz de la Tierra.

Este pasaje literario, crudo e irresistible, está ambientado en el París del siglo XVIII. Salvando todas, todas las distancias, en la Marbella de 2010 se vivió una escena que a algunos testigos recordó al pasaje final de la novela. El 14 de octubre de ese año, Isabel Pantoja acudió por última vez a los juzgados de Marbella. La cantante debía recoger en persona la notificación de apertura de juicio oral por el caso de blanqueo de capitales derivado de la Operación Malaya,por el que fue detenida en mayo de 2007. Un puro trámite de un cuarto de hora. A la puerta del edificio judicial y en sus inmediaciones aguardaban unos 80 periodistas, entre cámaras de televisión, fotógrafos y redactores, y varias decenas de curiosos.

Cuando el Mercedes gris metalizado de la cantante asomó por la avenida del Mayorazgo, donde se ubican los juzgados marbellíes, los reporteros, hasta ese momento dispersos, se convirtieron en un enjambre que –codazo va, flasazo viene– cercó el vehículo. El Mercedes tardó casi 10 minutos en recorrer apenas 50 metros cuesta abajo. Una vez ante las escaleras de acceso al edificio, la cantante tuvo que esperar otros cinco mi­nutos dentro del coche antes de que los periodistas le permitieran salir.

Pocos meses antes, en mayo de 2010, el fiscal anticorrupción había acusado a Pantoja de blanquear 1,84 millones de euros procedentes de la actividad delictiva del exalcalde gilista de Marbella, Julián Muñoz, su antigua pareja. Ella siempre lo ha negado. En cuanto la cantante puso el pie en el asfalto fue el delirio. Gritos y empujones se multiplicaron: cada televisión quería colocar a su reportero con el mejor tiro de cámara al lado de Pantoja, mientras esta subía por las escaleras, impávida y con el rostro oculto tras unas gafas de sol. La mêlée de reporteros que lanzaba preguntas del tipo “Isabel: ¿te sientes una víctima?”, inició el ascenso a los juzgados. Los apenas 20 escalones fueron las estaciones de un viacrucis colectivo: caídas, gritos, empujones, más caídas, más gritos, más preguntas estúpidas de urgencia (“Isabel: ¿eres inocente?”, “Isabel, dinos algo”). Los seis agentes del Cuerpo Nacional de Policía que trataban de proteger a la cantante no pudieron impedir que el periodismo convertido en turba le rompiera el vestido a la folclórica.

El caos fue tal que el juez encargado de la causa, Sergio Ruiz, ordenó que Pantoja saliera del edificio en coche “para salvaguardar su integridad física”. El magistrado, en un acto sin precedentes, formuló una queja oficial, a través del gabinete de comunicación del Tribunal Superior de Andalucía, sobre el comportamiento salvaje de los reporteros esa mañana.

Un acuerdo complicado

Una de las especulaciones que ha cobrado más fuerza en las semanas previas al juicio contra Isabel Pantoja es la posibilidad de que la cantante pacte con la Fiscalía Anticorrupción declararse culpable del delito de blanqueo continuado de capitales a cambio de una rebaja en la condena. Ahora, el fiscal reclama una pena de tres años y medio de prisión y una multa de 3,68 millones de euros. En caso de que el tribunal –la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Málaga– estime las peticiones del fiscal en su integridad, la cantante ingresaría en prisión. El pacto de conformidad evitaría a Isabel Pantoja tener que compartir banquillo con Julián Muñoz, Mayte Zaldívar y los otros ocho acusados en la causa y pasar por el trance de ser interrogada públicamente por el fiscal. Eso sí, implicaría aceptar la comisión de un delito grave. Fuentes próximas a la artista señalan que Pantoja no está dispuesta a conformarse con pasar a la historia como la mujer de la que se sirvió un alcalde corrupto para ocultar los beneficios de sus delitos y que se someterá a la vista oral. Los abogados de la cantante no han mantenido ningún contacto, ni formal ni informal, con la fiscalía respecto a un posible pacto, afirman fuentes de la defensa. De hecho, Pantoja ya se está preparando mentalmente para unas semanas difíciles. Sintiéndose íntimamente inocente, le preocupa más tener que sentarse en el banquillo junto a su expareja que enfrentarse a un tribunal. Además, Isabel “vuelve a estar mentalmente afectada estos días” por la “enorme presión” a la que la somete Telecinco, que le hace “dar el do de pecho en cada programa”, afirma una fuente próxima a la artista. La principal angustia de la cantante estos días, afirma la misma fuente, es el impacto que tendrá en su madre, Ana, de 81 años, ver a su hija sentada en el banquillo. La hipotética conformidad de Isabel Pantoja sería, además, “una pequeña tragedia” para Telecinco, ya que el actual empleador de la cantante quedaría privado de un filón de programación eficaz y barato. El juicio, del que habrá señal de televisión, arrancará el 28 de junio y está previsto que se celebren 49 sesiones hasta abril de 2013.

El próximo 28 de junio, en la Ciudad de la Justicia de Málaga, Isabel Pantoja será juzgada por la trama de blanqueo. En el banquillo, junto a ella, se sentarán, entre otros, Julián Muñoz, que alcanzó la fama gracias a su relación sentimental con la artista, y Mayte Zaldívar, la exesposa burlada del regidor y conocedora de sus secretos financieros, simbolizados en las bolsas de basura con dinero negro que supuestamente entraban en el domicilio familiar. La vista oral será un suculento manjar para los programas del corazón. Para calentar motores, Telecinco contrató a Pantoja a finales de 2011. Muchos consideran que el millonario fichaje por su antigua cadena enemiga es una forma de recaudar fondos en caso de que salga malparada de su paso por la Audiencia de Málaga. Fuentes próximas a la cantante lo niegan: “Ella gana suficiente con su trabajo y sus galas”, sostienen.

Isabel Pantoja (Sevilla, 1956), lleva 33 años en el foco de la prensa rosa, que empezó a interesarse por ella en 1979 cuando, con apenas tres elepés en el mercado, inició un romance con el futbolista del Sevilla Pablo Blanco. Los avatares de su vida sentimental se han acabado por imponer en el interés popular a su faceta artística, de una calidad indudable pese a su sometimiento a los intereses comerciales de sus discográficas. De hecho, en la última década las televisiones apenas si se han interesado por su música.

María Isabel Pantoja Martín ha pasado de ser conocida familiarmente como Maribel a labrarse el derecho, reservado a las más grandes de la canción española, a ser reconocida por su apellido precedido del artículo la. Según los entendidos, la gracia y el temperamento de su voz, sus dotes para el baile y la personalidad propia que desprende en el escenario le hubieran bastado para abrirse un hueco de privilegio en el universo de la copla. Pero su leyenda se forjó más en el papel cuché que en los teatros de España y América, donde siempre le espera una legión de incondicionales.

En su biografía se mezclan a partes iguales hechos ciertos –generalmente confesados en exclusivas– con un inagotable caudal de rumores, leyendas, mitos y cotilleos. Su matrimonio con Francisco Rivera, Paquirri, al que puso fin la muerte del diestro en la plaza de Pozoblanco (Córdoba) el 29 de septiembre de 1984, la convirtió en el personaje más buscado de la prensa del corazón durante años. “Estaban las tres isabeles: la Preysler, la Sartorius y la Pantoja. Una foto de ellas te resolvía entonces un verano”, recuerda el fotógrafo Diego Arrabal, que ha obtenido algunas de las imágenes más comentadas de la tonadillera con algunas amigas, como la cantante María del Monte o la fallecida locutora Encarna Sánchez.

El inicio del romance con Julián Muñoz, en secreto entre enero y junio de 2003 y público desde entonces hasta enero de 2009, supuso una devaluación del personaje en las revistas. “Ese morbo que producía Isabel Pantoja se perdió porque pasó a exponerse mucho y las fotos perdieron valor. Pero tuvo un boom muy fuerte en la televisión, sobre todo en Aquí hay tomate, donde vieron que ella disparaba la audiencia”, recuerda Arrabal. La Panto, como la degradaron en el programa, era un filón.

A la cantante se la presentaba como una mujer solo interesada en el poder y el dinero que podía generar su nueva pareja en una ciudad que, desde entonces, ha visto su nombre unido a la corrupción y todavía lucha por sacudirse el estigma. Muñoz se empeñó en convertir a Pantoja, heroína televisiva del votante medio marbellero que dio el poder al GIL durante 15 años, en imagen de la ciudad. Los modos desabridos de la folclórica y de su político amante ante las cámaras no hicieron más que alimentar esta imagen antipática y temperamental. Los amigos de la cantante, no obstante, describen un ser entrañable en la intimidad. “Los que dicen que es manipuladora no la conocen. No es ni tan fría ni mucho menos tan altiva. Es muy confiada y primaria, sin dobleces en sus sentimientos, y muy divertida. Luego, se pone la careta de la Pantoja”, afirma la periodista Chelo García Cortés.

Isabel Pantoja, entrando a los juzgados de Marbella protegida por seis agentes del Cuerpo Nacional de Policía y asediada por decenas de reporteros, el 14 de octubre de 2010.
Isabel Pantoja, entrando a los juzgados de Marbella protegida por seis agentes del Cuerpo Nacional de Policía y asediada por decenas de reporteros, el 14 de octubre de 2010.JULIÁN ROJAS

La artista, que nunca había reconocido públicamente más amor que hacia Paquirri, se confesó en aquellos tiempos enamorada del regidor. La relación entre el político y la tonadillera sobrevivió a los primeros tiempos del caso Malaya. En julio de 2006, el juez Miguel Ángel Torres envió a prisión a Julián Muñoz por la segunda fase del caso. Pantoja guardó las formas –un par de visitas a la cárcel de Alhaurín– hasta que ella misma fue detenida en mayo de 2007. El mismo juez Torres ordenó su arresto en el marco de una investigación patrimonial a Muñoz derivada de la gran trama de corrupción en Marbella. El juez entendía que la cantante había utilizado sus sociedades para ocultar dinero de su pareja. Un indicio fundamental llevó a su imputación: entre los documentos incautados al supuesto cerebro de la trama corrupta, el exasesor urbanístico Juan Antonio Roca, la policía encontró, en una carpeta naranja con las iniciales I. P., J. M y M. Z., la escritura de propiedad del apartamento 105 del hotel de lujo Guadalpín, propiedad de la promotora Aifos. El inmueble fue adquirido en febrero de 2003 por la sociedad Franbel Artis, SL, de Isabel Pantoja. Los agentes no dudaron en vincular las iniciales a los nombres Isabel Pantoja, Julián Muñoz y Maite Zaldívar.

Era el principio del fin. En abril de 2008, Pantoja todavía afirmaba a ¡Hola! que seguía “queriendo” a Muñoz. Con todo, la relación hacía aguas. Desde el inicio de su carrera, cuando el maestro Rafael de León le pedía que le contara sus vivencias, sus anhelos y sus sueños para componerle las letras, ella ha lanzado mensajes personales en sus canciones. En el otoño de 2008, la cantante mandó en sus recitales una serie de estos avisos a navegantes que presagiaban el naufragio sentimental. Por entonces, el ya exregidor entraba y salía con frecuencia de la cárcel, tras sus condenas acumuladas por decenas de obras sin licencia en Marbella tanto cuando fue alcalde como cuando era el número dos del fallecido Jesús Gil. La ruptura de la pareja se formalizó en enero de 2009.

Los trámites judiciales seguían su curso, lentos pero imparables. Mientras tanto, la tonadillera seguía con sus galas. “Algunas veces tuvimos que subirla al escenario rota de dolor, angustia y depresión”, afirma una amiga suya. En mayo de 2010, el fiscal anticorrupción emitió su informe de calificación, en el que pide para Pantoja tres años y medio de prisión y una multa de 3,68 millones de euros –el triple de lo supuestamente blanqueado–. En octubre, se le entregó el auto de procesamiento en aquella mañana tumultuosa marbellí. Los apuros judiciales llegaban.

Dentro de pocas semanas, Pantoja –una especialista en caerse y volver a levantarse– se someterá a juicio. El fiscal, en su escrito, describe cómo Muñoz se sirvió de su entorno para ocultar una fortuna de más de 3,5 millones de euros lograda a base de recibir sobornos. El representante del ministerio público considera que la cantante era “perfectamente conocedora del origen ilícito de los fondos y bienes que recibió” del exalcalde de Marbella.

El dinero de la Cantora

Isabel Pantoja es el eje de un negocio que va más allá de lo artístico. La cantante, que en su niñez y adolescencia vivió estrecheces económicas, lleva en los escenarios desde los 13 años. La segunda de cuatro hermanos, hija del cantaor Juan Pantoja, ‘Chiquetete’, y la bailaora Ana Martín –su sombra durante años–, Isabel Pantoja ha enfocado siempre su carrera más hacia la fama que hacia la satisfacción artística. Cuenta Manuel Román en su ‘Memoria de la copla’ que al entrar a formarse en canto y música de la mano del maestro Juan Solano, Isabel Pantoja tenía una idea metida en la cabeza: “Yo quiero ser como Rocío Jurado. Tan famosa como ella”. En una época –el final del franquismo– en la que la canción española languidecía frente al pop anglosajón, la artista apartó –aunque nunca del todo– su gusto por lo flamenco y se centró en pasodobles y boleros, con más salida comercial. Según los informes contables que su defensa aportará en el juicio del próximo junio, entre 1999 y 2009 la cantante y las empresas que figuran a su nombre han recibido ingresos por 19 millones de euros. Además de las galas y los discos, Isabel Pantoja se ha embarcado en algún negocio de hostelería poco rentable. El restaurante Cantora de Fuengirola (Málaga), inaugurado en 2001 en un inmueble de titularidad municipal con una concesión de 25 años, cerró sus puertas cuatro años después. El célebre pollo a la Pantoja no funcionó, pero tras el cierre la artista ingresó hasta 2006 un total de 194.700 euros por el traspaso del local, según sus abogados. Otra fuente de ingresos han sido las exclusivas por contar asuntos de su vida privada. Fuentes próximas a la artista cifran en al menos un millón de euros libre de impuestos la oferta que rechazó de Antena 3 por una entrevista previa al juicio. Las mismas fuentes señalan que el contrato con Telecinco, que se inició con las campanadas de Nochevieja y la participación en diferentes programas de la cadena, ronda esta cantidad. Tras la emisión del ‘biopic’ de tres capítulos ‘Mi gitana’, que ha arrasado en los audímetros en las últimas semanas y que es un compendio audiovisual y apenas velado de todas las especulaciones, mitos y leyendas que rodean a la artista, la entrevista previa al juicio ha quedado en suspenso.

En el caso concreto de la cantante, el ocultamiento, según el fiscal, se produjo por tres vías: la inmobiliaria, la financiera y la ganadera. El apartamento 105 del famoso hotel Guadalpín es uno de los indicios más comprometedores. El inmueble, de 180 metros cuadrados, costó 353.695 euros, con una rebaja del 33%. Sin embargo, en las cuentas de la sociedad de Isabel Pantoja Franbel Artis solo había un saldo de 15 euros y de las cuentas personales de la cantante tampoco salió el dinero para el pago del inmueble. El fiscal sostiene que el apartamento “fue abonado en su integridad por Julián Muñoz con cargo a fondos ocultos de procedencia delictiva”.

La defensa de Pantoja rechaza esta posibilidad. Según los abogados de la tonadillera, Graciela Otondo –civilista– y José Ángel Galán Cáceres –penalista–, Aifos rebajó el precio por el interés comercial de que una artista famosa se alojara en el Guadalpín. Respecto al abono del precio del apartamento, la defensa sostiene que la propia artista lo pagó en metálico. “No nos explicamos que [la Policía] no pueda entender que la señora Pantoja pudiera tener esa cifra en efectivo”, señalan los letrados en su escrito. Según un informe de un censor jurado de cuentas incorporado al escrito de defensa, entre los años 1999 y 2002, los ingresos de la cantante ascendieron a 7,58 millones de euros, gran parte de los cuales fueron en metálico.

El fiscal también se fija en la adquisición, en abril de 2004, del chalé Mi Gitana, un inmueble de 650 metros cuadrados en la urbanización marbellí de La Pera. La casa fue comprada por 3,36 por la sociedad Panriver (Pantoja-Rivera), SL, a los empresarios Carlos Sánchez y Andrés Liétor, procesados en el caso Malaya y figuras muy próximas al cerebro de la corrupción en Marbella, Juan Antonio Roca. Según el fiscal, la cuenta con la que se pagó la hipoteca del chalé era alimentada con ingresos en efectivo de Muñoz. Tras el ingreso en prisión del exalcalde, las cuotas del préstamo empezaron a quedar impagadas.

En este caso, la defensa de Pantoja aduce que “la hipótesis delictiva que construye la Policía no se corresponde con la realidad”. Los abogados recuerdan que la cantante era “avalista con todos sus bienes” del importe del préstamo para adquirir el chalé, y que los ingresos para pagar las cuotas proceden principalmente de cobros de arrendamientos de bienes propiedad de la cantante y sus sociedades, de la venta de los derechos de la concesión de la discoteca Cantora Kopas y de facturas emitidas por galas y exclusivas de prensa.

Respecto a la compra de ganado, el fiscal relata que Julián Muñoz inyectó fondos a la sociedad Franbel Artis de Isabel Pantoja para arrendar explotaciones ganaderas y adquirir cabezas de vacuno. La defensa niega rotundamente que la cantante comprara ninguna res.

Finalmente, durante los tres años de relación con el exalcalde, señala el fiscal, Pantoja recibió en sus cuentas personales y societarias un total de 1,12 millones de euros. Gran parte de este dinero se ingresó en fracciones de 3.000 euros –técnica denominada pitufar o structuring en la jerga antiblanqueo–. Con el ingreso de cantidades pequeñas se buscaba evitar el control de los organismos de prevención del fraude. Según la defensa, no hay prueba de que Pantoja conociera los tejemanejes ilegales de su entonces pareja (“en aquella época no había ninguna condena ni procedimiento grave y público investigándose, y Julián Muñoz acababa de ser elegido alcalde por mayoría absoluta”, argumentan los letrados). Además, niegan la mayor: “Nuestra defendida jamás cambió su comportamiento y en absoluto manejó, ocultó o disfrutó de otro dinero que no fuera el suyo”. El desenlace, a partir del 28 de junio.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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