Pueblos pesebre y hoteles de lujo en el Ampurdán


El Ampurdán, visto desde los balcones del hotel Mas de Torrent
“El paisaje que más me ha impresionado es el que se ve desde el campanario de Pals. Es un paisaje que no tiene fallos en sus 360 grados”.
Como Josep Pla, a quien pertenece la cita, yo también viaje hace unos días por la comarca catalana del Ampurdán. Acepte la invitación del hotel Mas de Torrent para conocer sus instalaciones y aproveché para recorrer esos paisajes perfectos (“un paisaje agrario productivo, como ha de ser en esta clase de espectáculos”, terminaba de decir el genial Pla) del Ampurdán y la Costa Brava, algunos ya conocidos, otro por descubrir.
El Ampurdán, y sobre todo la Costa Brava, son lugares tan turísticos y tan cantados que el cronista no sabe a veces por dónde abordarlos. Por un lado están los llamados “pueblos pesebre”, de los que Peratallada es su máximo exponente.
Pueblos tan tomado al asalto por el turismo que ya no queda nadie de la población local. Todo son restaurantes y negocios turísticos. A mi Peratallada me gusta más bien poco. Me parece un decorado de cartón piedra.
Calles de Pals, siempre en cuesta
Algo parecido pasa con Pals, otro de los pueblos más conocidos y visitados del Ampurdán.Las calles de Pals podrían transportar de una tacada a aquellos tiempos de pausada y cadencia vida ampurdanesa, marcada por la siega y la siembra, la misa dominical y la vida familiar en las sólidas casas de pagés. Sus calles son un perfecto ejemplo de urbanismo medieval; todo es sencillez, armonía... ¡y cuestas! Un bellísimo entramado de piedras centenarias. Pero es todo tan perfecto y tan entregado al turismo... que no te lo acabas de creer.
Y luego están esos otros lugares, no diré desconocidos (no queda nada por descubrir en la Costa Brava) pero que aún guardan la esencia de lo veraz. Uno de ellos esCalella de Palafrugell, de los pueblos que más me gustan de esta zona de litoral catalán. Lugares como la plaça del Port-Bo, con sus casitas bajas encaladas, sus soportales y sus barcas de vela latina varadas en la arena al atardecer traen la imagen soñada con la que todos hemos idealizado alguna vez la Costa Brava.
Otro pequeño y encantador lugar: San Martín d’Empuries, al lado de la ruinas romanas de Empuries. Solo tiene media docena de calles, una plaza a medio pavimentar y una iglesia que parece un castillo. Pero conserva la magia de los lugares asentados sobre la historia. Posiblemente sea el pueblo habitado ininterrumpidamente más antiguo de Cataluña ya que se levanta sobre un antiguo poblado griego. Si vais a San Martín no os perdáis un arroz caldoso en La Terrassa d’Empuries (en la plaza Mayor, y única). Y comprar vinos en la vinoteca de Tom, el inglés que más sabe de vinos catalanes.
Del hotel Mas de Torrent solo puedo decir cosas buenas. Un cinco estrellas dentro de la cadena Relais&Chateaux deja poco margen a la improvisación. Se trata de una masía tradicional ampurdanesa del siglo XVIII con nueve habitaciones en la casa principal más otras varias de nueva construcción alrededor, algunas con piscina privada. Un remanso de paz y silencio con un servicio acorde a lo que uno puede esperar en esta categoría de hoteles. Me gustó la habitación Los Geranios, pasada por un restyling de modernidad. Y Los Lirios, con una increíble terraza; hay otras decoradas de forma más clásica que no me gustaron tanto; sin embargo éstas últimas son las favoritas de los clientes extranjeros.
Las villas anexas son sencillamente deliciosas, ambientadas en tonos suaves y con mobiliario moderno, todas con jardín propio y como dije, algunas incluso con jacuzzi y piscinas privada. Diana Krall, Barbra Streisand o Al Gore han sido algunos de los huéspedes distinguidos de estas villas. Tiene un buen restaurante de especialidades catalano-ampurdanesas y memorable bodega con 400 referencias. Ah, y un spa para morirte de gusto.
Como siempre en este tipo de hoteles, el “pero” es el precio, lo reconozco. Desde 275 euros la doble. Sí, se que pensaréis que son precios inalcanzables, pero el fin de semana que yo lo visité estaba casi lleno y de parejas jóvenes, además. Hay viajeros y clientes para todo tipo de establecimientos.
Desde el segundo piso del hotel Mas de Torrent se ve Pals y su torreón. Y un paisaje casi perfecto que también le hubiera gustado a Josep Pla.
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