Miedo y debilidad
La debilidad de los dirigentes se manifiesta, en muchas ocasiones, por las medidas coercitivas que imponen a sus ciudadanos y su miedo en la dureza de las mismas.
El anuncio hecho por el ministro del Interior de la reforma del código penal para tipificar como delito algunas conductas relacionadas con las manifestaciones callejeras, bien podrían ser consideradas como un ejemplo esto. Meter en el mismo saco a quienes provocan destrozos y utilizan la violencia con aquellos que usan la resistencia pasiva como forma de respuesta ciudadana, o la convocatoria para participar en manifestaciones, es además una muestra del escaso fervor democrático de alguno de nuestros actuales gobernantes.
Con estas medidas lo que se persigue no es castigar las conductas delictivas que se produzcan en el transcurso de las manifestaciones, para las que ya existe normativa legal, sino crear un clima de miedo entre los ciudadanos para que ni siquiera se atrevan a utilizar la manifestación pacífica como herramienta de expresión de su sufrimiento e indignación. Sabe el Gobierno que la respuesta ciudadana a sus políticas va a ser cada vez más fuerte, y que probablemente se traduzca en más manifestaciones y huelgas, pero se equivocará si lleva a cabo esa reforma que convertirá a millones de pacíficos ciudadanos en potenciales delincuentes por el mero hecho de hacer patente su descontento a través de la resistencia pacífica. Una reforma que llevaría a la cárcel al mismo Mahatma Gandhi.— Nicolás Abancéns Tejero.
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