Mi derecho a manifestarme

Si me siento agredido porque se intenta destruir la escuela pública, pienso acudir a las manifestaciones que se convoquen para protestar por ese atropello. Si veo que la policía ataca brutalmente a estudiantes adolescentes caídos en el suelo, voy a protestar con todas mis fuerzas. Si la sanidad pública se deteriora a pasos de gigante y lleva camino de convertirse en beneficencia, voy a manifestarme por ello.

Si me siento engañado porque se ha aprobado una reforma laboral que nos hace retroceder medio siglo, voy a manifestarme en defensa de mis derechos. Si el Gobierno me ha mentido subiendo los impuestos y bajando el poder adquisitivo de pensiones y salarios, voy a estar con quienes muestren su rechazo a semejantes ataques a los logros que han costado tantos años conseguir.

Y me traerá sin cuidado que opiniones torticeras traten de confundirme, ya sean de políticos tergiversadores o de medios afines, porque el derecho a manifestarme está en la Constitución. En modo alguno seré responsable del deterioro de la imagen de este país, porque los responsables son los que adoptan medidas tan injustas, en lugar de acabar con el fraude fiscal y exigir más impuestos a los que más tienen, que son, por cierto, los que más facilidades tienen para tributar muy poco o nada.

Tampoco influirá en mi decisión que haya o no políticos en esas manifestaciones.

Solo me importará una cosa: que las manifestaciones o protestas sean pacíficas y no sean perturbadas por elementos indeseables que, con su violencia, intenten reventarlas. Que eso no ocurra es obligación de los que nos gobiernan y de la policía a la que ellos mandan.— Ángel Villegas Bravo.