Sin san Valentín
La iglesia en la que está enterrado el santo se hallaba cerrada cuando una pareja se acercó a dar las gracias por 50 años de amor
Es vox populi que el 14 de febrero es el día de los enamorados pero lo que muchos no saben es que las reliquias del santo descansan en la iglesia de san Antón, en la calle de Fuencarral 63, en Madrid. Algunas parejas y solteros se han acercado esta mañana a dejarle alguna rosa, deseo o simplemente darle las gracias por tantos años de amor concedido, pero al llegar al lugar se han llevado una sorpresa: la iglesia lleva cerrada desde verano 2011 por reformas. La última vez que estuvo abierta fue el pasado 17 de enero, día de san Antón, patrón de los animales.
Con cara de circunstancia se han quedado una pareja de jubilados al conocer la noticia, “Vaya por Dios”, se lamentan Luis Martínez y Dolores Romero. Llevan casados más de 50 años y dicen ser inseparables. “Ay, hija mía, el amor hay que cuidarlo. Igual que los huesos, si no le das calcio se rompen, pues esto es lo mismo”, sonríe. Dolores asiente con la cabeza, mientras se coloca su pañuelo de flores al cuello. Se van caminando por la calle igual que llegaron, agarrados del brazo.
Lo mismo les ha ocurrido a Rosario Cruz y José Miguel Durán, dominicanos. Para ellos “hoy es un día especial”. A pesar de estar pasando por momentos difíciles - los dos están en paro- querían agradecerle al santo el haberse encontrado en un país que no es el suyo. Llevan juntos más cinco años y son padres de una niña, Elisabeth.
No existen documentos oficiales (actas martiriales) que acrediten que los huesos que reposan en la iglesia de san Antón sean verdaderamente los de san Valentín, pero lo que sí es cierto es que era beato y murió degollado el 14 de febrero hacia el año 270 d.c., en la Villa Flaminia por orden del emperador Claudio II. Este decidió prohibir los matrimonios entre los jóvenes con mejores dotes para convertirse en soldados ya que tenían menos ataduras. El cura hizo caso omiso al decreto del emperador y continuó celebrando bodas en secreto. Enterado Claudio de la ofensa del presbítero en no acatar las leyes, exigió apresarlo con orden de apalearlo y decapitarlo.
Aquí comienza la leyenda del santo de los enamorados. Para los españoles el osario de san Valentín, que se reduce a una calavera, dos fémures y algunos huesos más, llegó a este país desde las catacumbas romanas, en el siglo XVIII, a través del Vaticano. Tuvieron que pasar 12 años hasta que el padre Martínez Villar, el párroco de la iglesia madrileña, encontrase sus restos en uno de los sótanos. Pero hay otras versiones. En Italia afirman que el santo fue obispo de la ciudad de Interamma, hoy Terni, en la región de Umbría, donde se encuentran los huesos del santo y de ahí que su fiesta patronal sea el 14 de febrero.
Lo único claro es que para pedirle al santo amor en Madrid, como María de la Fuente, una joven de 20 años, es esperar “al año que viene para tener novio” cuando la iglesia esté totalmente rehabilitada.
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