La Sinfónica debuta con una gran Segunda de Mahler
Víctor Pablo Pérez hizo la noche del viernes su mejor interpretación con la Orquesta Sinfónica de Galicia de la Sinfonía nº 2 de Mahler, que en sus manos no solo es monumental en el sentido de su grandeza artística y conceptual, sino también por un notable aumento de sus ya considerables dimensiones. La versión del maestro burgalés es de una mirada panorámica, acertada en sus grandes líneas constructivas por encima de los mil detalles que la salpican aquí y allá, que tampoco faltaron en el concierto del viernes en A Coruña.
Surgieron no solo de la batuta de Víctor Pablo, sino también y especialmente de manos y boca de los solistas de la Sinfónica. Sobresalieron el canto de chelos y violas en el inicio del segundo movimiento; la fluidez y elasticidad dinámica y rítmica del tercero y la explosividad dinámica del quinto. En solos, destacaron el clarinete de Iván Marín en este movimiento; la flauta de Claudia Walker, con una tersura y luminosidad infrecuentes; el oboe de Casey Hill, el corno inglés de Scott MacLeod y el violín del concertino, Massimo Spadano. La voz brillante y limpia de María Espada lució en la interpretación de su breve parte muy por encima de la excesivamente vibrada y de apoyo demasiado trasero de Yvonne Naef.
El Palacio de la Ópera de A Coruña lució un gran lleno y fue muy comentada la coincidencia en el concierto de los tres útlimos alcaldes de A Coruña, con Francisco Vázquez y Javier Losada en sus localidades habituales de las filas 12 y 7. Ahora que la aprobación del presupuesto municipal ha despejado los nubarrones que algunos veían en el horizonde la de OSG, muchos aficionados desean que la de Carlos Negreira en la 10 se convierta en habitual.
El día anterior, dentro del ciclo Galicia Classics, se celebró en el Teatro Colón un concierto del Coro Monteverdi y la Orquesta Revolucionaria y Romántica dirigidos por John Eliot Gardiner. En programa, el Canto fúnebre , op. 13, de Brahms; la Misa nº 2 para coro y vientos de Bruckner y la Sinfonía de los salmos de Stravinski. El extraordinario Coro Monteverdi no se merece la incomprensible falta de criterio de hacerle cantar obras de los siglos XIX y XX acompañado por instrumentos de época y su deficiente afinación. Los nombres famosos no pueden serlo todo en la programación de un ciclo.
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