Ejercicio de mínimos

FOTOS: FERNANDO ALDA

Como un paño de la muralla, marcando el límite entre la ciudad histórica y las huertas que quedan fuera, la arquitecta Elisa Valero Ramos levantó su casa-estudio en el barrio del Realejo de Granada sumando espacios de trabajo y vivienda en un solar angosto de 3,6 metros de fondo por 10 de fachada.

Así, con vistas a los cedros, los castaños y las palmeras de la ladera Oeste de la Alhambra, la arquitecta abrió el único gran ventanal del edificio. La cristalera que rompe la fachada coronándola se cierra a la calle y se abre al cielo y a las vistas, al tiempo que establece un diálogo de proporciones y simetrías con la puerta de acceso al edificio en la planta baja. Para realizar el ejercicio de mínimos (económicos y expresivos) que es su estudio y vivienda unipersonal, Valero cuenta que trabajó con tres recursos:

1-Manipulando la luz natural: creando una pared-celosía que dejara entrar la luz pero controlara la entrada del calor.

2-Construyendo espacios de notable altura para compensar la estrechez de las estancias y

3-Y no compartimentando las plantas, lo que la obligó a ubicar la escalera y los núcleos húmedos en los extremos de la planta rectangular que encajó en el solar.

Elisa Valero Ramos (Ciudad Real, 1971) estudió en Valladolid, trabajó en México, restaurando el restaurante Manantiales que Félix Candela había levantado en Xochimilco en 1959, y vivió en la Academia de España en Roma. Cuando regresó, en el año 97, la arquitecta abrió estudio en Granada, donde hoy continúa trabajando ya desde este nuevo estudio en la calle Belén. Valero asegura que, como en su propio lugar de trabajo y vivienda, y como demuestra en las escuelas que ha construido o en las viviendas de autoconstrucción que ha diseñado, le interesa la arquitectura que actúa con serenidad y sin llamar la atención. Por eso defiende la consistencia por encima de la genialidad y habla de la originalidad como del descubrimiento del verdadero origen de las cosas.