Brigadas vecinales, velando por los derechos humanos

Esta entrada se publicó el pasado 6 de junio con el título: Brigadas vecinales, más allá del 15m. La retomamos para seguir con el tema que ya abrimos ayer al hablar de los CIE. En España se están infringiendo impunemente varias leyes nacionales e internacionales relativas a los derechos humanos. Aquellos que sufren las consecuencias de estas infracciones, ya sea en sí mismos o en personas cercanas, luchan como pueden para hacer frente a las injusticias. Su gran fallo sin duda que no han sido capaces de comunicar adecuadamente la magnitud del problema que pasa desapercibido para el resto de la opinión pública.
En el año 2009 se filtraron unascirculares de la policíaen las que se daban indicaciones explícitas para llevar a cabo redadas con el fin de detener a inmigrantes sin papeles. Se creó un cierto revuelo que, como suele suceder con estas cosas, finalmente no llegó a nada. Pero, dos años más tarde, las redadas siguen teniendo lugar, con el apoyo explícito de todos los niveles de mando, a nivel nacional, regional y local. Muchos policías ya han expresado su malestar por tener que hacer este trabajo en vez de emplearse contra los verdaderos delincuentes.
Cansados de ver cómo en sus barrios miembros de otras razas eran acosados y detenidos, grupos de vecinos se han unido para constituir lo que denominan “Brigadas vecinales de Observación de Derechos Humanos”. Su objetivo es doble: por un lado, evitar las redadas, tomando nota de las mismas e interpelando a los que las llevan a cabo. Por otro, crear concienciación entre el resto de los vecinos, informándoles de lo que está pasando y recabando su opinión al respecto.
Estas labores no son fáciles de llevar a cabo, como explica la brigadista Teresa Martín a este blog:
Cuando me pongo el chaleco naranja “Vigilando a los Vigilantes” y comenzamos en cualquier barrio de Madrid una Brigada Vecinal de Observación de los Derechos Humanos, siempre tengo en mente tres cosas: La primera es que, "una vez más, no será sencillo cuestionar los controles de identidad racial, ni hablar con la policía; pero recuerda que es una labor digna, legítima y legal”. La segunda, “cuando converse con los vecinos y vecinas para saber su opinión sobre los controles, informar de su existencia y conocer cómo estos afectan a la convivencia, estaré participando en construir barrios por la solidaridad, la tolerancia y la justicia”. Y la tercera “mis compañeros de brigada me arropan, no estoy sola”.
La policía se defiende abriendo expedientes disciplinarios a los brigadistas o poniendo multas injustificadas que pueden ascender a 4.000 euros. Una aberración donde aquellos que denuncian pacíficamente un atropello se convierten en el objetivo de los “brazos de la ley”. ¿Les suena de algo?
Pero estamos llegando a un punto en que los ciudadanos nos hemos cansado de esperar de nuestros dirigentes que aporten las soluciones a problemas que ellos mismos crean. Lo están gritando desde las plazas, desde los barrios y a través de una indignación social creciente. Las propias Brigadas son el reflejo de una idea indispensable para asegurar nuestro futuro como ciudadanos: “si no eres parte de la solución eres parte del problema”.
Como dice Teresa:
Mientras la policía se lleva a un vecino por no tener un papel y me crece la indignación recuerdo la cuarta y más importante de las cuestiones por la cuáles me había puesto el chaleco: “tantas veces lo hagáis, tantas veces nos tendréis enfrente”.
Más información sobre las brigadas vecinales de observación de los derechos humanos en:www.brigadasvecinales-ddhh.blogspot.com
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