¡Islas! (para perderse y no volver): atolón de Ranguiroa
Cuando uno sobrevuela por primera vez un atolón coralino piensa: “¡Ahí no aterriza un avión!”.
Eso al menos es lo que imaginé yo, entre sudores fríos, cuando mi avión se aproximaba al atolón de Ranguiroa, uno de los cientos de atolones perdidos en el Pacífico que forman la Polinesia Francesa; éste en concreto está en el archipiélago de las Tuamotu, que es como decir en el culo del mundo... acuático (entenderé que en este momento os vayáis a Google Maps para ver dónde diablos está Ranguiroa y las Tuamotu). Adjunto un mapa como ayuda.
Pero al final sí, el avión aterriza, apurando la frenada para no salirse de la exigua banda de arena, pero aterriza. Y tu te bajas extasiado en una isla que representa el epítome de la isla de los náufragos en los chistes de Forges.
Y poco más. En el resto de los 200 kilómetros, nada más: arena, cocoteros y arrecifes de coral. La pesadilla de Robison Crusoe.
En él pasé cinco maravillosos días, en una cabaña de troncos y palmas en la orilla de la laguna del atolón, viendo las aguas azul turquesa sin necesidad de levantarme del camastro a través de las ventanas sin cristal de la cabaña, descalzo y en bañador todo el día, partiendo cocos y comiendo pescado.
¿Existe mejor forma de desconectar?
En sitios como Rangiroa, uno vuelve a creer en el mito del buen salvaje.
Fotos© paco nadal
Datos prácticos
Capital:Avatoru.Idioma:Francés yreko pa’umotu.Superficie:1.640 km2.Cómo llegar:hay que ir a Papeete, la capital de Tahití, y desde allí un vuelo (una hora) con Air Tahití.Más información: www.tahiti-tourisme.es
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