Un libro de viajes para leer este fin de semana. Y no uno cualquiera, no, sino una de las joyas de mi biblioteca. El escritor y periodista francés Olivier Rolin reúne en esta edición siete maravillosos relatos sobre otras tantas ciudades. Ciudades decadentes, literarias, soñadas, imaginadas.... Buenos Aires, Triestre, Lisboa, Valparaíso, Praga, Leningrado y Alejandría. Un recorrido literario e intimista por siete urbes mágicas donde, como el mismo dice "nada ha cambiado desde que nunca las visitamos".
Su prosa andarina, su capacidad de evocación, su maestría para describir lugares y situaciones sin caer en imágenes gastadas, su capacidad para transportarte a lugares que a veces ni el mismo conoce, la facilidad para dejarse acompañar por los escritores que inmortalizaron antes esas ciudades (Kavafis, Borges, Durrell...) convierten este libro en un manual de lectura obligada para todo el que quiera alguna vez en su vida escribir de viajes. Un ejercicio de la mejor literatura viajera que demuestra que no es necesario (ni siquiera conveniente) ceñirse a describir lo que ven los ojos para atrapar al lector.
Cuando acabas cada uno de los capítulos te entran ganas de cerrar el libro y salir corriendo a esa ciudad imaginaria, soñada y poética para perderte por las topografías sentimentales que nos propone Rolin.
Un deleite para los amantes de la buena literatura viajera.
Debe ser lindo conocer esas ciudades, su historia, sus calles, su gente . . .Y disfrutar al menos con la ,imaginación de lo hermoso que puede ser el mundo, pese a sus conflictos. Saludos.l Rosa Mayo Marcuzzi
Tomo nota, Paco.parece tan interesante como Las ciudades invisibles de Italo Calvino pero en este caso, las ciudades tienen nombre y apellido.Un abrazo grande!!
Coincido con Valparaiso, es una bahía preciosa, creo que el bombardeo en la Guerra del Pacifico quedo en el olvido tanto de peruanos como de chilenos....bueno eso espero!
Me voy a fiar de tí.
¡Tengo que fiarme de tí, una vez más!. Pero que sepas que, si bien no me dejo nunca aconsejar (tal vez, sugerir, si) de libros de viajes, el otro día me compré "Calle Amazonas", de Bernardo Gutiérrez, siguiendo un poco tus expertas directrices (creo que es la primera vez que lo hago), y aunque del libro llevo leídas unas 80 páginas, me parece un poco "regulín, regulín" (lo digo en voz baja porque quiero finalizarlo antes de sacar un verdadero juicio crítico).
Y según estoy escribiendo esto me estoy acordando de mis 4 o 5 'posts' que hice (allá por el 2007) sobre mi experiencia en la bajada del Amazonas (Manaos-Belem) que -guardando las distancias,claro- creo merecen la pena.
¡Ah!, y para hacerlo, no me uní a ningún grupo de "senderismo" (me río y me parto).
¡Los voy a re-publicar!, si decido volver a publicar algo en esta "La Comunidad" decrépita y emponzoñada de basura.
¡Viva el 15-M!.
Gracias por la recomendación, será mi próximo libro de cabecera. Me han embrujado estas palabras "nada ha cambiado desde que nunca las visitamos".
Parece sugerente ese recorrido por ciudades decadentes, literarias, soñadas, imaginadas.... No he estado físicamente en todas esas ciudades, pero sí he viajado por ellas imaginariamente. Al fin y al cabo todos los viajes empiezan en la imaginación.
Y Kavafis, Borges, o Durrell son inmejorables compañeros de viaje. Tomo nota, maestro. Un abrazo.
Pues será leído y no para llegar a escribir un día un libro de viajes sino porque me gusta leer a los viajeros. Además algunas de esas ciudades me apetece visitarlas tanto que aunque acepto las letras si no tengo la presencia.
Besos.
Me re tentaste, pero acá no veo que esté a la venta ese libro :(
Aclaro: "acá" es Buenos Aires.
Uy, Paco... ¿Lo conseguiré aquí? Todavía estoy sin leer tu libro. En buenos aires, el año pasado (la última vez que fui), tampoco tuve suerte.
Me lo apunto y en cuanto tenga un respiro, me pongo a ello.Un abrazo.
Interesante...Tomo nota y una vez leído te diré qué me parece. Saludos
Sí que entran ganas de cerrar el libro y salir corriendo! Yo estoy preparando una pequeña escapada a Lisboa, coincidiendo con las fiestas de junio. La primera vez que pisaré tierras lusíadas y creo que me será difícil encontrar la tan famosa temperatura de la soledad y la tristeza lisboeta. Acabar el capítulo dedicado a la ciudad de Rolin y acrecentarse mis ganas de coger el avión.La literatura de viajes sirve para eso ¿no? para "ensoñarnos" y desear estar por fin en otro lugar. Saludos!
Valparaíso (impresiones).Hoy me acerqué en autobús hasta Valparaíso, donde caminé mucho, hice unas cuantas fotos, y tomé bastantes notas. Al final no me quedaron ganas o fuerzas para extender mi visita a Viña del Mar. Entre 1834 y 1835, Charles Darwin y el Beagle permanecieron aquí por un tiempo, y Darwin usó este puerto como base para varias de sus exploraciones por Chile. Más allá de esta conexión darwiniana, la visita a Valparaíso me ha conducido inevitablemente a algunas reflexiones.Valparaíso es un claro contrapunto con respecto a Santiago. El conjunto urbano se presenta como un enorme y caótico poblado chabolista que ha acabado engullendo las 42 colinas de la ciudad. Precarias edificaciones trepan hacia las cimas de los cerros en desesperados y desordenados intentos de escapar a toda costa del océano, pintadas de vivos colores con el aparente objeto de causar una ilusión de luz o felicidad que maquille su desesperación. Una ciudad de techos de latón oxidado, paredes de pintura desconchada y graffiti. En uno leo: "En mi barrio no hay arios". (Una sencilla transposición mejora el ritmo de la frase: "No hay arios / en mi barrio". Pero puede que estas sean cosas de arios). Empiezo a intuir que ese intento de eslogan rimado sintetiza una parte importante del problema social chileno.Algunas, pocas, casas de verdad flotan y destacan con extemporáneas elegancia o coquetería en medio de este mar de miseria colorista que esconde pobreza y tensión social. La Sebastiana me pareció una expresión más de ese inmoral rebozo y retozo del rico (en este caso pseudocomunista) inmerso en un entorno mísero del que sólo quiso saber que estaba ahí para mostrarles a los invitados de sus incontables fiestas: miren, estoy rodeado de pobreza; contemplen cómo me divierto, cómo les divierto en medio de ella. Exhibicionista, como siempre, don Pablo Neruda.Me conmovió bastante más el cementerio número 1, en la cima del Cerro Panteón, sitiado también por la miseria. Desde sus tumbas y panteones, con la muda compañía de vírgenes, ángeles alados y cruces de piedra arenisca, centenares de emigrantes valencianos, catalanes, asturianos, alemanes, ingleses, italianos, contemplan eternamente la bahía de Valparaíso y, más allá, la inmensidad del océano Pacífico. Muertos y enterrados tan lejos de sus lugares de origen. ¿Quién les visitará? Dejo de pensar en ellos, en nosotros, emigrantes desterrados en tierras lejanas. Valparaíso me provoca una extraña tristeza. Regreso rápidamente a Santiago, antes de que caiga el sol y la menguante y pérfida luz crepuscular inicie una metamorfosis de la realidad que acabe por engañar a mis sentidos.Domingo, 15 de Noviembre de 2009.
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