Algo se mueve en la red y en la calle
Este fin de semana parece haberse producido una inflexión —de la resignación a la movilización a través de la indignación— en el comportamiento de amplios sectores sociales. El sábado, en la manifestación de Barcelona convocada por 200 organizaciones se vivía indignación y rechazo por la política de recortes en los servicios públicos del Gobierno catalán. El 15-M en 50 ciudades españolas se expresó cabreo y rebeldía frente a los poderes económicos y la banca, y rechazo a una manera clientelar —en ocasiones corrupta— de entender la política. Se trata de movilizaciones distintas, por los participantes, por las formas organizativas utilizadas, pero comparten elementos comunes.
Especialmente, la voluntad de movilizarse frente a los poderes económicos causantes de la crisis y las políticas de ajuste que, lejos de resolver los problemas de la gente, generan más injusticia y desigualdades. El sábado participaron mayoritariamente personas vinculadas a organizaciones sociales comprometidas con la defensa de unos servicios públicos garantes de la equidad en el acceso a derechos sociales como la educación o la salud. La participación en esta manifestación se canalizó a través de la militancia o el vínculo asociativo en organizaciones sociales que van desde los sindicatos a las asociaciones de padres de alumnos de las escuelas. El-15 M aporta novedades importantes. Se trata de una iniciativa que nace de la evolución de procesos anteriores, con orígenes distintos —No a la Ley Sinde, Nolesvotes, Juventud sin Futuro— que confluyen en el llamamiento de Democracia Real Ya. Novedosa por las personas que moviliza, en su mayoría jóvenes, a los que el sistema no les ofrece muchas expectativas de futuro. O personas a las que el sistema financiero ha dejado en una situación límite, como los afectados por las hipotecas.
La mayoría expresan hartazgo de un modelo político con el que no se sienten representados. Lo más significativo es que el 15-M se fragua en las redes sociales, espacio en el que articulan, comunican y difunden las movilizaciones a través de sistemas de autocomunicacióncomo Facebook y Twiter. Es así como se construye un círculo virtuoso por el que el trabajo en la red se traslada a la calle y consigue irrumpir en la agenda de los medios de comunicación —que hasta entonces habían ignorado el proceso— y con ello amplía y multiplica su impacto. La importancia del 15-M radica en cómo unos sentimientos compartidos, los de indignación y rebeldía, ante la falta de futuro pueden ser articulados en el ágora de las redes sociales y representados en la calle; cómo el rechazo a los poderes económicos y el sentimiento de ser tratados como mercancías por la política institucional puede actuar como catalizador, y cómo, a través de las redes sociales, personas que no tienen ninguna participación en organizaciones intermedias de la sociedad civil pueden incorporarse a procesos de movilización y participación política.
A partir de aquí se abren algunos interrogantes: si estamos ante un episodio aislado o ante un movimiento de fondo que pueda dar a luz a un nuevo sujeto político; cuál de las dos almas presentes estos días en las redes sociales se va a consolidar, si la que expresa el deseo transformador presente en la declaración inicial de Democracia Real Ya o la que dibuja un simplista escenario de conflicto entre los ciudadanos —indistintamente de su ideología progresista o conservadora— por una parte y los políticos sin distinción por otra. Sin duda, se trata de distintas almas que conducen a escenarios distintos, que en este último supuesto resultan incluso contradictorios con los objetivos de la convocatoria. Otro interrogante del proceso es cómo pasar de ser un lugar concreto puntualpara la indignación a un espacio continuo para la rebeldía, en el que los nuevos mecanismos de comunicación y participación permitan el encuentro de personas que hoy no se sienten representadas social ni políticamente. Más allá de estos interrogantes, parece que algo se mueve en la calle y en la red.
Es una buena noticia, porque la riada transformadora que arrastre la basura acumulada en la ciénaga de la crisis requiere cuantos más afluentes mejor.
Joan Coscubiela es investigador del seminario Comunicación y Sociedad Civil de la Universitat Oberta de Catalunya.
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