Tickets: Ferrán Adriá no quería un bar minimalista
FOTOS: Pedro Pegenaute
Dos cosas pidió el cocinero Ferrán Adriá al arquitecto Oliver Franz Schmidt: quería que formara un equipo joven, multidisciplinar “y lo suficientemente loco para afrontar la tarea” de idear dos locales singulares. “Y por favor, nadie minimalista”. Por lo visto Adriá quería un escenario kitsch para acercarse al gran público.
El equipo compuesto por el propio Franz-Scmidt, la arquitecta escenógrafa Natali Canas y el grafista Dani Rubio ideó así los locales para dos nuevos conceptos gastronómicos de los hermanos Adriá, asociados en esta ocasión a los hermanos Iglesias, dueños de una legendaria marisquería en el Paralelo barcelonés.
El Tickets es el local donde se sirven tapas. Y su aspecto es el de la plaza de un pueblo durante la fiesta mayor. Tanto jaleo resulta irreverente en el mundo puntilloso y cool del diseño barcelonés, pero se acerca, en versión cliché, al universo del Raval, las Ramblas y el propio Paralelo: los escenarios míticos de la noche barcelonesa licenciosa y cosmopolita. Recuperando el barullo de las tabernas de callos y calamares, este bar se atreve a hacer una propuesta diferente con el diseño, otro diseño, como estandarte. Los proyectistas cuentan que Adriá asociaba el tapeo a la juerga, a la sorpresa, a la novedad y a la variedad. La variedad la solucionaron los componentes de El Equipo Creativo (así los llamaba Adriá y así decidió el grupo de proyectistas bautizar su trabajo conjunto) con una división del local, no física sino espacial y, sobre todo, decorativa, temática. El bar de tapas quedó organizado en seis zonas. Cada barra o quiosco corresponde a un “concepto gastronómico”: marisco o montaditos, hamburguesas o margaritas. Y el interiorismo le da la réplica visual: del fondo del mar a una playa, la feria o la vida nocturna con ruido de neón.
Así, la mezcla es la identidad de este nuevo bar, un local de excesos, colorido, visualmente ruidoso, informal y barroco que la arquitecta Natali Canas insiste en definir como “canalla”. La intención de los propietarios es que un cliente pueda regresar para tener una experiencia distinta en el mismo bar. Las barras y los quioscos se perciben así, como paradas de feria. Y el jaleo espacial tiene un eco en la traducción gráfica que baraja recursos dadá. Este es un bar con camarote de los hermanos Marx, un punto de encuentro, una especie de jaula de madera para comer junto a una barra y con escaparates. Los ventanales son vitrinas en las que se explica la historia de las tapas o las tapas del mundo a quienes miran el bar desde el otro lado del cristal.
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