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Elecciones municipales y autonómicas

Los riesgos de las inauguraciones

Camps se topa con una protesta en su reciente visita a la localidad valenciana de Ontinyent

Los altos cargos de las diversas Administraciones se han embarcado esta semana en una agotadora carrera contra el reloj que incluye todo tipo de actos de agitación y propaganda. La reciente reforma de la Ley Electoral prohíbe realizar actos de inauguración en campaña. Y para las elecciones municipales y autonómicas del 22 de mayo el límite está en el 28 de marzo, en que comienza la precampaña. Así que los altos cargos se han lanzado a inaugurar, presentar, visitar, clausurar...

Pero tanto acto público, a veces, supone un peligro. Lo comprobó el pasado lunes al presidente de la Generalitat, Francisco Camps. Acudió a Ontinyent (Valencia) a presentar el nuevo hospital que el Consell prometió para esta localidad valenciana. Pero tuvo que entrar por el garaje, porque ante la puerta principal del centro cultural, donde se celebraba el acto, se había organizado una protesta en toda regla.

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Quizá por eso, ayer, después de la inauguración del aeropuerto de L'Altet, Camps decidió acompañar al consejero de Sanidad a tres inauguraciones. No estaban incluidas en la agenda del día del presidente y por lo tanto no estaba prevista su asistencia a esos actos, lo que le daba ventaja: era difícil encontrarse con una protesta.

En el caso de Ontinyent, el lunes pasado, un nutrido grupo de personas, con pitos y pancartas, bien organizado y repartiendo pasquines incluso a los dirigentes locales y cargos municipales, en su mayoría del PP, que sí entraron por la puerta principal, clamaba contra la corrupción, pedía el restablecimiento de las emisiones de TV3 y denunciaba la manipulación en Canal 9, entre otras cuestiones. La protesta, grabada en vídeo por sus organizadores -diversas organizaciones locales- y fotografiada por sus participantes, no estuvo exenta de tensión, según reflejan las imágenes colgadas en YouTube.

Y así, el acto, que tenía que haber sido público, se convirtió en particular: la policía cerró las puertas del centro cultural y nadie más pudo entrar para enterarse de las bondades del nuevo hospital proyectado en Ontinyent. La manipulación que denunciaban los participantes quedó patente ese mismo día en la información que ofreció la cadena pública: la protesta, sencillamente, no existió. Se ofrecieron imágenes de la puerta principal del centro cultural, pero captadas de manera que no se viera a ningún manifestante -algo que no debió resultar fácil- y eliminando el sonido ambiente.

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