¡Dejad que los tiburones se acerquen a mi!
No hay mancha más difícil de lavar que la de la mala imagen. A uno le cuelgan un sambenito... y la fama le precede de por vida. Que se lo pregunten si no a los tiburones. Va un tal Steven Spielberg, rueda una película de éxito llena de exageraciones e incorrecciones... y los pobres escualos pasan a formar parte del catálogo de mayores asesinos del planeta ad eternum.
Hay pocas cosas que me exciten más que bucear con tiburones. Viajo por el mundo para encontrarme con ellos. Y ahora tengo la suerte de estar grabando una serie documental que dedica buena parte de sus contenidos a eso, a bucear entre los temibles asesinos de la peli de Spielberg. Y por más que me los tropiezo no consigo encontrarles esa mala fama.
Hoy he buceado entre decenas de ellos. Más de 40 llegué a contar. Tiburones de arrecife, de unos dos metros y medio de longitud, de ojos fríos y acuosos, silueta aerodinámica, movimientos suaves y majestuosos. Un animal bello y elegante. Una sofisticada máquina que lleva 450 millones de años como rey absoluto de los océanos.
Lo he hecho en New Provindence, una de las islas de Bahamas, en la que esta Nassau, la capital. La reunión de colmillos no era casual, llevábamos una caja con grandes trozos de pescado para atraerlos y poder filmarlos con mayor garantía de éxito. Los documentales de animales salvajes tienen siempre algo de tramoya, de trampa y cartón. No es que se maltrate a los animales ni se les priva de su libertad, pero te tienes que inventar pequeños trucos para que posen para ti, para que ocurra algo de acción delante de la cámara.
Personalmente siempre había estado en contra del feeding, la práctica de alimentar a los tiburones para poder verlos más de cerca. Pero aquí en Bahamas es una técnica habitual. El centro de buceo Stuart Cove's, en New Providence, lo ofrece como inmersión habitual para buceadores con cierto nivel. Si te gusta bucear es altamente recomendable.
Incluso un experto mundial en tiburones, el biólogo estadounidense Samuel Gruber, que dirige una estación marina de estudio y conservación de escualos aquí en Bahamas, no solo no desaprueba el feeding, sino que defiende que es bueno porque ayuda a desterrar de una vez por todas esa imagen de fríos asesinos con los que les etiquetó el film "Tiburón".
En mi caso, la imagen estaba desterrada desde hace tiempo. Pero después de estar rodeado de esta nube de aletas y colmillos, con decenas de tiburones pasándome a centímetros del cuerpo, algunos incluso me golpeaban con la nariz para obtener más información acerca de ese objeto extraño... puedo decir que...¡adoro a estos (supuestos) asesinos!
PD: ¡NO DEJÉIS DE VER EL VÍDEO QUE HE COLGADO. DURA POCO Y ES ESPECTACULAR!
Fotos y vídeo© paco nadal y antonio alpañez
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