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Ojos que no ven, Sitges que no siente

'Los ojos de Julia', de Guillem Morales, inaugura el Festival de Sitges con una Belén Rueda que viaja a la ceguera en un 'thriller' producido por Guillermo del Toro

Para empezar, un remake. Érase una vez el realizador Guillermo del Toro que ficha a un joven realizador de la cantera del Festival de Sitges y le produce una película con vistas al mercado internacional con Belén Rueda como protagonista. La película original se llamaba El orfanato y arrasó en todo el mundo lanzando al estrellato a su director: J. A. Bayona. El remake de este cuento de hadas ha inaugurado hoy el 43º Festival Internacional de Cine de Cataluña. Se llama Los ojos de Julia, produce Del Toro, protagoniza Belén Rueda y a pesar de sus buenas intenciones al referenciar, y reverenciar, todos los lugares comunes del thriller ha divido a la crítica entre los que creen que se trata de un consistente homenaje al giallo y los que creen que es, simple y llanamente, una producción sin alma.

Julia (Belén Rueda) tiene una enfermedad degenerativa que la dejará ciega. Su hermana también. Y precisamente su hermana, después de realizarse una operación quirúrgica para tratar de frenar el proceso, se suicida en extrañas circunstancias. Pero Julia sabe que hay algo raro en todo este asunto e inicia junto a su marido (Lluís Homar) una atípica investigación de los hechos que se convertirá en un viaje hacia su propia ceguera. Un asunto que sirve a el realizador Guillem Morales (El habitante incierto, 2004) para construir una película de factura perfecta en la que destaca la fotografía de Óscar Faura (El orfanato) y una efectista interpretación de la siempre efectiva Belén Rueda.

"Guillermo [del Toro] me ha dicho que he hecho un giallo. Me dijo que lo dijera para quedar bien, así que lo digo. Pero, yo creo que más que un giallo lo que he hecho es el primer giallo feminista", ha comentado el realizador en la rueda de prensa de presentación de la película esta mañana en Sitges. Y es que Los ojos de julia bebe mucho del género popularizado por Dario Argento pero también de todos los tics del thriller con psicópata que son tratados con respeto y esmerada caligrafía. Tanto que se agradece cuando Morales se aleja del ejercicio de estilo y se desmarca narrativamente como con una traca final que a la postre resulta absurda, excesiva y sobradamente divertida. Aunque, lo de consistente homenaje y pastiche sin alma no es más que una suposición y bien dependerá de los ojos con los que el espectador, esta noche en el Auditori y el resto de España el 29 de octubre, vea esta ambiciosa producción.

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