Dando tumbos por Europa
Ojalá la siguiente generación no se convierta en una generación promesa como la nuestra, que tiene que salir de su país para poder ser reconocido y valorado o vivir en la perpetua situación del 'mileurista' pluriempleado
Buenos días desde Portsmouth (UK), he visto la sección que habéis creado para jóvenes en crisis. Por primera vez en mi vida me siento tan identificada con un tema que me he dado el valor para escribir este e-mail superando las vergüenzas y sonriendo al descubrir que hay mucha más gente que puede comprender las situaciones a las que me he tenido que enfrentar en los últimos cinco años.
Con mucha ilusión por ver mundo, en 2004 solicité una beca Erasmus para ir a Berlín a cursar un año de Ingeniería Técnica Naval. Ese año supuso la mayor experiencia en mi vida como estudiante y el inicio de lo que mis hermanas (ambas tituladas superiores y grandes profesionales en España) calificaron como "mis pajas mentales". Durante ese año conocí a muchos estudiantes de diferentes ramas, todos ellos viendo ante sí un futuro brillante que hasta entonces yo creía reservado a lo que normalmente llamamos "élites" o protagonistas de películas americanas inverosímiles. Tras años viendo como mis amigos que habían terminado sus carreras "a curso por año" trabajaban con condiciones de becarios sin obtener ninguna mejora ni beneficio, las historias que iba descubriendo en Berlín de otros estudiantes y de sus aspiraciones tras dejar la universidad eran simplemente increíbles para mí. Estudiando en un campo tan técnico y tan restringido, veía mi futuro como una sucesión de becas en empresas poco o nada relacionadas con mi rama de estudios y me consideraba muy afortunada si tenía la suerte de que alguna de ellas valorase incorporarme como empleada.
Pero tras ese año en Berlin, y tras empezar mi andadura de prácticas ese mismo verano en una gran empresa española (que valoró mi CV precisamente por haberme ido fuera aunque el puesto no requería dominar nada más que el español), la idea de que quizás pudiera trabajar justamente como ingeniera naval (fuera de España), empezó a rondarme en la cabeza. Al mismo tiempo decidí renunciar a mi beca y a esa gran empresa española y regresar a Berlín para realizar mi último curso allí. Empezaron a llegar noticias de crisis en España y yo empecé a valorar que quizás unas prácticas en el extranjero me beneficiasen más de cara al futuro, que unas en España con las mismas o peores condiciones económicas.
Tras pasarme un año enviando CV's sin encontrar nada, solicitando becas que pudiera compatibilizar, tuve que volver a España, terminar mis estudios allí y tomar decisiones. Decidí buscar trabajo y fui muy afortunada, en 3tres meses estaba trabajando para otra gran empresa, utilizando mi recién adquirido título de Ingeniería Técnica y cursando un máster al mismo tiempo. Como empleada, no becaria, recibía 800 euros de sueldo. En mi mente seguía rondando la idea de que, para cobrar 800 euros en España (algo que mucha gente sin título universitario cobra sin haber necesitado pasarse equis años quemando pestaña), también podría cobrarlos mediante alguna beca y salirme fuera a hacer prácticas. Seguía inscrita en todos los programas habidos y por haber y no había noticias de ninguno. Seis meses más tarde la crisis tomó la decisión por mí. Última en llegar y primera en marcharme de la empresa, me pasé seis meses en el paro sin que el teléfono sonase ni una sola vez. Terminé mi máster y pedí una beca Leonardo para Reino Unido. La UDC me la concedió pero con una condición: debía "donar" mi beca a una organización que se encargaría de buscarme la empresa y el alojamiento. En las cláusulas se especificaba que no se comprometían a encontrar nada. Indignada, renuncié a esa beca y decidí venirme a Inglaterra a mejorar mi inglés por mi cuenta (la salida que casi todos estamos valorando creo yo).
Una vez aquí, todavía inscrita en los programas de becas, me busqué por mi propia cuenta unas prácticas en una empresa especializada en diseño y consultoría. Tuve otra vez la gran suerte de que me contratasen como interna en prácticas, sin remuneración con la esperanza de que los programas de prácticas españoles considerasen mi candidatura ahora que el trabajo ya me lo había conseguido yo.
No hubo mucha suerte con eso, sin embargo tras dos meses como interna, la empresa valoró mi trabajo y me hicieron una oferta que tanto a nivel de formación como económicamente era imposible de rechazar para un ingeniero en ciernes que venga de España. Probablemente cualquier recién licenciado inglés tuviese que pensárselo o incluso considerase rechazarlo, pero no una recién graduada española que ve como todas "sus pajas mentales" han acabado por hacerse realidad y tiene ante sí la posibilidad de realizarse laboralmente cobrando un sueldo decente y acorde a su formación.
Tras consultarlo con mis padres, me sorprendió enormemente su reacción: "Con la que está cayendo, mejor que aceptes directamente y ya pensarás dentro de unos meses si te quieres quedar".
¿Volver a casa? En estos años sólo he constatado que España es el mejor país del mundo para vivir. ¡La vida, el horario, las comidas, la gente, la selección...! Todo es mejor en España cuando no estás allí para disfrutarlo. Con unos padres que sólo quieren envejecer teniendo a sus tres hijas "cerca", todos mis amigos ahí, etc... Claro que quiero volver, pero sé que tengo que estar unos años fuera para poder regresar como una profesional formada y valorada.
Esto, muy resumido, han sido mis últimos cinco años. Dando tumbos entre dos universidades, dos empresas y el paro para finalmente encontrar algo a lo que cualquier joven español debería tener opción a encontrar en su propio país. Ojalá la siguiente generación lo vea y no se convierta en una generación promesa como la nuestra, que tiene que salir de su país para poder ser reconocido y valorado o vivir en la perpetua situación del mileurista pluriempleado que llega a los 40 totalmente quemado.
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