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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

Naufragios en la ciudad 1

Anatxu Zabalbeascoa
<span >INTERVENCIÓN DE RECETAS URBANAS EN LA CALLE SOL, 80. FOTO CEDIDA POR URBANACCIÓN/LA CASA ENCENDIDA.</span>
INTERVENCIÓN DE RECETAS URBANAS EN LA CALLE SOL, 80. FOTO CEDIDA POR URBANACCIÓN/LA CASA ENCENDIDA.

    “No existe ciudad alguna que pueda ser vivida por todos como derecho”. ¿Cómo sería un urbanismo de los derechos humanos? Manuel Saravia Madrigal y Pablo Gigosos Pérez proponen en el libro Urbanismo para náufragos (Fundación César Manrique) un planteamiento urbano radicalmente diferente –incluso frente a ciertos urbanismos de la sostenibilidad- no con el ánimo de abrir un frente de batalla sino con la voluntad de resultar eficaces. El ensayo, de 555 páginas, permite ponerse unas gafas que nos dejan ver algo que no veíamos y, por lo tanto, conduce a pensar cosas en las que seguramente no habíamos reparado. En tantas, que desde este blog vamos a dedicarle tres entradas seguidas. Lo que sigue es una selección de la ideas y datos con los que Saravia y Gigosos nos empujan a pensar sobre un urbanismo de serie b, alejado del glamour pero pegado a la conciencia, para la defensa de los derechos humanos.

- La ciudad es la culminación del proceso civilizador. Civilización y ciudad tienen el mismo origen. ¿Por qué no vincular ambos términos más íntimamente? Civilizar las vías principales: recomponer las plazas, aligerar la circulación del centro, disminuir la presión de los aparcamientos, dar más oportunidades a las bicis.

-Hay cuestiones urbanas para las que seguimos siendo casi ciegos. El urbanismo no se mueve, no progresa. Parece atascado en su mundo, ensimismado. La ciudad moderna dedica grandes sumas a grandes infraestructuras para la mayoría (autovías, aeropuertos). Desde la perspectiva del derecho no hay derecho a esas inversiones mientras haya ciudadanos que no pueden acceder a los más elementales derechos urbanos: andar con dignidad por el territorio (sin tener que jugarse la vida). Hay precedentes: las cabinas para discapacitados o el pavimento para guiar a ciegos no son proporcionales a la gente que ha de usarlos. Ciudad es vivir juntos, y derecho es vivir conforme a unas normas de justicia.

-Lo que daba a la Alejandría de principios del siglo XX “un algo especial era su población cosmopolita: griegos, italianos, británicos, franceses, armenios, rusos, mezclándose unos con otros” (Haag). Antes las fronteras eran para los productos, no para las personas. Stefan Zweig contaba en El mundo de ayer que “antes de 1914 la tierra era de todos. Viajé a la India y a América sin pasaporte. La gente subía y bajaba de los trenes y de los barcos sin preguntar ni ser preguntado. Hoy la exigencia de papeles envilece el alma”. “Nadie tiene más derecho que otro a estar en ningún lugar del planeta” (Kant).

-El urbanismo y las ciudades vivieron momentos de renacimiento cuando se demolieron las murallas que las consternaban y lastraban. Ha llegado el momento ya de demoler otras murallas: las ciudades y el urbanismo revivirán nuevamente.

-¿Cuánto es bastante? ¿Cuándo el tener más deja de aumentar considerablemente la satisfacción humana? No se trata tanto de producir de otra manera como de reducir el sobre consumo. Si todo el planeta viviera como los europeos harían falta tres planetas. Y si lo hiciera como los norteamericanos, seis.

    No va a ser fácil ocultar tanta desigualdad. El urbanismo que proponen un profesor de la Escuela de Valladolid (Saravia) y el arquitecto municipal de esa ciudad (Gigosos) se plantea lo contrario: exponerla a la luz pública, mezclarla, evidenciarla.

 

Comentarios

Supongo que en 555 páginas dirán los autores algo más que lo que se dice en esta entrada, ¿no?. Las ideas seleccionadas, si son las más destacadas, no dicen nada nuevo que no se haya trabajado ya ni analizado antes, con lo cual no veo lo destacable del ensayo. En fin, será cuestión de leerlo pero...
Hay una página web de título muy llamativo: "Urbanismo patas arriba". Es verdad: hay que dar la vuelta al urbanismo para recuperar el sentido que se le supone. Si este libro contribuye a devolver la sensatez, la cordura, el sentido de la medidad, la jerarquía de valores en el urbanismo, bienvenido sea. Y digo contribuir: no haría falta que aportase novedades (que no sé si lo hace), pues con reiterase la necesidad de replantearse la forma de intervenir en la ciudad (tan disparatada, tan derrochadora, tan interesada, tan idiota), tal como están las cosas, sería bastante.
HolaNo me gustan nada este tipo de comentarios ni entradas. No les veo sentido.Por una parte, nada de lo escrito es nuevo. "Pattern city" de los 70, ya editado por GG, hablaba de esto. Curiosamente, entre esto y y lo que se prometía en los 70, el resultado ha sido... la vuelta al coche.Es de vitar importancia señalar ése laboratorio de cultura arquitectónica y urbana que es Holanda, especialmente Almere y Delft.La cuestión es que una vez alcanzado cierto grado tecnológico, que no tienen ningún tipo de etimología con ciudad, el ciudadano olvida el compartir, porque ya no lo necesita. Es curioso que los experimentos que la propia universidad de Valladolid recuerda en su libro "ciudades civilizadas" en Delft integrando peatones y tráfico rodado haya terminado en un estrepitoso fracaso, el peor de todos: la gente ya no comparte circulación no porque esté prohibida, sino porque se han olvidado de hacerlo. No quieren. BestMarkt de Delft tiene carriles bien diferenciados por el uso.Not good [enough]
A Inaki no le gustan los comentarios anteriores porque "no les ve sentido" ¿? ¿Qué sentido tiene que tener un comentario? O sea, que todo todo todo se reduce a la integración de tráficos. Y al parecer no hay más. Y por si fuera poco, los experimentos de integración (de los que no se habla en el post, por cierto) han sido un fracaso. Creo que no estás bien informado. En ese "laboratorio de cultura arquitectónica" (¿?) sigue habiendo ahora nuevos experimentos de integración de tráficos, avalados por ese laboratorio de cultura arquitectónica que es la Unión Europea, que me da la impresión que se te escapan.
Creo que es un problema de todos hacer las ciudades más amables, no sólo las corporaciones municipales tienen derecho a hacerlo. Nosotros, con nuestras protestas a los medios de comunicación o a las propias corporaciones. La ciudad que queremos o la que buscamos está muy lejos todavía. Como ciclistas urbanos deberíamos ser capaces de ver los grandes fallos de las ciudades, comentarlos, escribir a los periódicos, hacer oir nuestra voz. ¿Os habéis dado cuenta de que cada vez hay menos espacio público por el uso indiscriminado de terrazas en los espacios públicos? Quien nos ha pedido permiso para colocar esas terrazas en nuestro vivir cotidiano? Gracias por el artículo,
Hola GilbertNo, no se me escapa nada de eso que comentas. Ya sé que no es todo integración de tráfico. Así que te ha dado una impresión errónea.Tampoco me refería a los comentarios de Javier o de Victor. Me refería al artículo y al libro.De todas formas, ahora que me doy cuenta, yo no he dicho la mitad de las cosas que has dicho que he dicho.En fin. La Unión Europea hace tiempo que no es un laboratorio urbanístico per se. Pero éso es una cosa más que tenemos que aprender, que no somos el centro del mundo, ni mucho menos.

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