Ioan Holender, director de la Ópera del Estado de Viena, se despide después de 19 años
Su sucesor será el francés Dominique Meyer , ex director del Theatre des Champs Elysees en Paris
Este mes se acaba en Viena la "Era de Holender". Después de 19 años, el director general de la Ópera del Estado de Viena (Wiener Staatsoper) deja finalmente el prestigioso cargo, en el que aguantó más tiempo que ningún otro antes que él y donde consiguió un éxito de taquillas sin igual. Es una hazaña que en otros tiempos hubiera sido impensable en la ciudad que se autodenomina capital de la música y que no perdona fácilmente. El amalgama de mezquindades burocráticas, intrigas políticas y virulentos ataques de los críticos ya hicieron tirar la toalla a grandes talentos que dirigieron el orgulloso templo musical, como los compositores Gustav Mahler y Richard Strauss, o el director de orquesta Lorin Maazel, que trajeron aires nuevos a este teatro fundado en 1869 que antes de ser la ópera estatal de la República, fue ópera de la Corte, o sea que antes estaba bajo la influencia directa del Emperador , y ahora del Gobierno.
Hoy, a sus 74 años, Ioan Holender ve como la ciudad que le brindó acogida en 1959 cuando llegó como refugiado de la Rumania comunista, se dispone a celebrar su despedida con la pompa que se merce su éxito de haber mantenido el teatro con un promedio del 97 % de las entradas vendidas y un balance económico positivo.
Pregunta:¿Cual es su receta para lidiar con un puesto que a tantos otros les resulta una camisa de once varas?
Ioan Holender: Creo que el público, contribuyente de impuestos, ha asumido nuestro programa porque le ha gustado. Así de simple. Este teatro está más lleno que nunca antes. Nunca fue gestionado de forma tan económica. Ha costado menos y ha dado más de sí, si me permite expresarlo de forma poco artística. La gente no compra entradas, se viste y sacrifica su tiempo si el programa no es bueno. La buena propaganda se transmite de oreja a oreja, más aún en Viena, que es una pequeña ciudad, donde lo único grande es esta Opera, que sigue siendo tan grande como antes de 1918 (año en que Viena dejó de ser la capital del vasto Imperio Austrohúngaro) .
P: Desde que asumió la dirección de la Opera de Estado de Viena en 1991, a Vd. le fue renovado el contrato cuatro veces, bajo Gobiernos de todos los colores, en el período más polarizado de la política austriaca. La irrupción de una derecha radical ha quebrado el viejo consenso entre socialdemócratas y democristianos. La alternancia de Gobiernos diversos no parece haberle ocasionado a Vd. mayores problemas...
I.H: Lo único que les interesa a todos los políticos que están en el poder es que esta Opera no les acarree antipatías ni les haga perder votos. No quieren pérdidas económicas ni escándalos de ningún tipo. La gente ha estado tan contenta que me he podido permitir, en entrevistas y otras ocasiones, expresarme de forma muy crítica sobre ciertos partidos políticos y personajes del poder. Como puede ver, he sobrevivido.
P: Muchos lo critican a Vd por ser demasiado... impetuoso.
I.H: Querrá decir vanidoso...
P: Sí, cierto. ¿ Qué parte de su carácter le ha sido útil y qué aspectos ha tenido que limar para triunfar como director de la Opera de Viena?
I.H: No he limado nada. Lo que me ha ayudado es mi forma de ser directo, mi rapidez, y el conocimiento. Uno tiene que eligir talentos y conocer la materia mejor que otros. En esta institución que reúne artistas con artesanos trabajan 1000 personas con diversos intereses.
Hay que tener don de gentes para tomar decisiones, siempre pensando en el bienestar del público. Los espectadores tienen que salir de la ópera contentos y dispuestos a volver. Eso es algo que olvidan muchos de mis colegas y espantan a parte del público.
P: ¿ Le ha servido su experiencia de barítono, aunque no llegó más lejos que a ser contratado en la provincia, por el Teatro de Klagenfurt, capital del Estado federado de Carintia?
I.H: Es verdad que conozco la psicología de los cantantes porque he sido barítono. El cantante comunica con su cuerpo, no necesita nada más. Podría estar desnudo y cantar, y despierta sentimientos: amor, odio, erotismo. Hay que comprender al cantante, pero no por ello ser siempre condescendiente. Dicen que soy muy severo y distanciado. Pero en este puesto es necesario saber mostrar dónde están los límites. Tengo que decirle a un cantante, "este rol no es para Vd." Al final dicen " Es asqueroso este Holender, pero tiene razón".
P: Su sucesor es el francés Dominique Meyer , quien ha sido director del Theatre des Champs Elysees en Paris. Junto al nuevo director musical , el director de orquesta Franz Welser Möst, ya ha preparado el repertorio de la temporada 2010/2011 con 280 funciones de 48 óperas y 8 producciones de ballet. Las novedades son la inclusión de óperas barrocas, un ciclo de Janacek, y también traerá La ciudad de Mahagony de Kurt Weil, que nunca había estado en este escenario. ¿Le parece a Vd. un programa arriesgado?
I.H: Sobre el futuro de esta Ópera no comento nada. Sería poco noble dar mi opinión.
P: Si hace un balance de los 19 años al mando de la Staatsoper, ¿ de qué se enorgullece más?
I.H: Me hace feliz ciertas innovaciones como el un recinto de opera para niños, que antes no existía como institución permanente. O la proyección en directo de numerosas funciones en la una pantalla hacia la calle. Me enorgullece que tengamos ahora un museo y que gracias a las exposiciones que he organizado, la Opera se haya vuelto más limpia e higiénica en lo que se refiere a la transparencia política de su historia.
P: Se refiere al capítulo del nazismo?
I.H: He mostrado verdades que ocurrieron y que no todos quieren mencionar en este país. Este teatro nunca había hablado del tema, ni organizado ninguna exposición que recordara cómo 90 empleados de esta Opera tuvieron que salir, y muchos de ellos sin regreso, ni a su profesión ni a su vida. También estoy orgulloso de los jóvenes cantantes que empezaron aquí en nuestro ensemble y hoy están entre los más destacados del mundo. Elina Garanca, por ejemplo. El repertorio también ha evolucionado muy bien. Tenemos en repertorio las óperas de Donizetti y Bellini, que casi nunca se veían aquí, así como Jenufa de Janacek.
P: Al tenor Plácido Domingo le ha dedicado en 2007 una noche de gala exclusiva ¿ Lo ha hecho con otras estrellas?
I.H: No. Únicamente con Plácido Domingo. El debutó aquí en Viena en mayo de 1968 con Carlos. Venía de Hamburgo, aquí se necesitó un sustituto y él asumió un papel que nunca antes había cantado. Con su personalidad artística, Plácido Domingo ha impregnado la Opera de Estado de Viena, como nadie en estos últimos 40 años, según mi opinión.
P: La Ópera del Estado de Viena es subvencionada por el Estado con 51 millones de euros al año. Sólo el 3% del presupuesto proviene de patrocinadores, y el 45% de los gastos son cubiertos por los propios ingresos. Las entradas cuestan entre 240 y 12 euros, además de las 567 plazas sin butaca, que se consiguen a un precio irrisorio de 3 a 4 euros. En estos tiempos de crisis como la que estamos pasando, ¿ cómo va la ópera?
I.H: Viento en popa.
P: ¿Y cómo la ve en España, que se ve más afectada por la crisis que Austria?
I.H: En España la Opera vive un auge como nunca. Naturalmente ya no se pagan esas absurdas sumas astronómicas a los artistas que se pagaban hace 20 años en Barcelona, Oviedo y Bilbao. El Teatro Real de Madrid - y yo creía que nunca sería realidad, que siempre se quedaría en el Teatro de la Zarzuela - es hoy un teatro serio y de calidad. Si yo hiciera como ellos y trajera a este escenario una obra de Calixto Bieito, ¿qué dirían los críticos conservadores vieneses?
P: He consultado la opinión que tiene de Vd. Wilhelm Sinkowicz, crítico del diario "Die presse". El reconoce su talento pragmático pero es de la opinión que muchas puestas en escena que Vd. eligió han sido desastrosas. Critica sobre todo una selección sin concepto claro del repertorio. Wolfgang Schaufler, ex crítico del diario "Der Standard" y hoy representante del sello de música clásica Universal Edition, dice que Vd. ha dado mayor prioridad a las finanzas que al arte, y que no ha apostado por presentar ópera a la altura de nuestros tiempos. ¿ Este tipo de críticas le hacen sufrir?
I.H: Hay subjetividades , simpatías y antipatías que conozco. Las críticas son opiniones que no siempre comparto, pero las leo todas para intentar aprender.
P: Los críticos vieneses ya fueron implacables con el genio de Fin de Siglo Gustav Mahler. El compositor y director de orquesta , genio de Fin de Siglo, dirigió la Opera de la Corte de 1897 a 1907 y revolucionó su funcionamiento pero finalmente se fue, apabullado por el antisemitismo y los feroces ataques de los críticos. Este año Viena celebra el 150.aniversario de Mahler con numerosos conciertos, publicaciones y una exposición en el Museo del Teatro que muestra precisamente sus dificultades en esta institución. ¿ Podría hoy un Gustav Mahler dirigir la Ópera de Viena?
Creo que hoy un artista en ejercicio no sería capaz de asumir esta complicada tarea. Yo no soy un artista en ejercicio. Hoy desafortunadamente no hay otro genio como Gustav Mahler. No es por casualidad que un retrato de él sea el único cuadro que tengo aquí en mi oficina. Pero sin lo que Gustav Mahler creó aquí, yo nunca hubiera logrado lo que logré.
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