El presidente recibe al ministro más ultra del Gobierno israelí

Cuando el ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Avigdor Lieberman, visitó Berlín, en mayo de 2009, su homólogo alemán, Frank-Walter Steinmeier, lo citó en un restaurante, en vez de recibirlo en su despacho oficial. Para todos sus anfitriones, este político ultranacionalista y xenófobo, que ha abogado por poner trabas a la ciudadanía de los árabes israelíes o bombardear la presa de Asuán, se trata de un huésped incómodo. Sin embargo, Lieberman no sólo almorzará hoy en el Palacio de Viana -la sede más noble del Ministerio de Asuntos Exteriores- con el ministro Miguel Ángel Moratinos, sino que también será recibido en La Moncloa por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Y eso a pesar de que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, con quien Zapatero sí tenía interés en reunirse, suspendió la semana pasada su escala en Madrid.

¿Por qué tantas deferencias con Lieberman? Fuentes de La Moncloa sostienen que el interés primordial de Zapatero es salvar la Unión por el Mediterráneo (UPM), cuya cumbre del 7 de junio en Barcelona es uno de los hitos de la presidencia española de la UE. Los presagios no son halagüeños: la reunión sobre gestión del agua, celebrada el pasado día 13 en la capital catalana, que aspiraba a lanzar una estrategia de cooperación entre los 43 socios de la UPM, fracasó por el desacuerdo de árabes e israelíes a la hora de denominar a los "territorios ocupados".

Es difícil, sin embargo, que Zapatero encuentre flexibilidad en su interlocutor: Lieberman, que vive en una colonia judía en Cisjordania, advirtió antes de viajar a Madrid que cualquier intento de "forzar" el proceso de paz -en alusión a las presiones de la Casa Blanca para que Israel congele los asentamietos- sólo servirá para profundizar el conflicto.