Carreras para promover el transporte público
El alcalde de Lisboa reta a un Porsche y a un taxista y resulta vencedor
Emulando las carreras urbanas improvisadas que hacen furor en algunas ciudades, el alcalde de Lisboa, Antonio Costa, ha retado al conductor de un veloz Porsche y a un avezado taxista a una prueba de cinco kilómetros por las calles de la capital. Y les ganó.
Pero para algunos sufridos automovilistas de Lisboa, el alcalde, cómodamente instalado en un vagón del Metro, corrió con ventaja y amañó la carrera al disputarla a las 9 de la mañana, en plena hora punta del agobiante tráfico de Lisboa, una ciudad de medio millón de habitantes a la que cada día vienen a trabajar un millón más.
Con todo, Costa logró demostrar su tesis de que el suburbano puede ganar en rapidez a un deportivo e incluso a un taxista de Lisboa, conocidos por las grandes velocidades que son capaces de alcanzar en sus viejos Mercedes, pese al denso tráfico, las complicadas calles e incluso la cara aterrorizada de los pasajeros.
La carrera celebrada en Lisboa con motivo del Día Europeo Sin Coches permitió a su alcalde socialista apelar por la urbe más limpia de contaminación y amiga de los peatones que defiende en su programa para las elecciones municipales del mes de octubre.
Ni la gran cilindrada del Porsche, ni la habilidad de su conductor, el piloto profesional luso Pedro Couceiro, o la pericia del taxista fueron suficientes para arrancarle a Costa un triunfo que los túneles del Metro convirtieron en pan comido. También en la mejor tradición de las carreras urbanas se sumó a la prueba un ciclista espontáneo que fue el verdadero vencedor porque se benefició de las famosas cuestas de la ciudad de las siete colinas (en este trayecto todas descendentes) y consiguió llegar entero y el primero a la meta, aunque fuera de la clasificación.
El recorrido
El Metro recorrió el improvisado circuito de algo más de cinco kilómetros entre Campo Grande y la plaza del Rossío en sólo 20 minutos, mientras que el deportivo y el taxi tardaron 30.
El objetivo de la prueba, según remarcó el regidor de la ciudad, era promover el uso del transporte público y evitar la contaminación y los atascos que deslucen el centro de Lisboa.
No es la primera carrera urbana que disputa el alcalde, en cuyo palmarés figuraba ya una victoria en 1993, cuando en la cercana localidad de Loures organizó otra competencia entre un burro y un Ferrari para pedir la llegada del Metro.
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