Pasar hambre en medio de Barcelona
Una treintena de inmigrantes de unos 18 años reclama a la Generalitat que no les deje en la calle
Abdallah Fall ha estrenado su mayoría de edad sufriendo en las calles de Barcelona algo que no había vivido nunca en su país de origen, Senegal. "Paso hambre, duermo en la calle, me roban, y empiezo a hablar solo", se lamenta. Vive así desde el 6 de junio pasado. El día anterior, cumplió 18 años, y por lo tanto tuvo que abandonar el centro de acogida de la Generalitat donde vivía hasta entonces. Sin papeles, sin trabajo, y sin perspectivas. Él y dos decenas de compañeros subsaharianos en situaciones similares se han manifestado esta mañana en la plaza de Sant Jaume, frente al palacio de la Generalitat, para reclamar que la Dirección General de Atención a la Infancia y a la Adolescencia (DGAIA), el ente autonómico encargado de ayudar a menores en situaciones difíciles, no les abandone a su suerte.
De hecho, el Síndic de Greuges ya denunció en febrero pasado "la existencia de irregularidades en los procedimientos de atención a los menores" inmigrantes por parte de la DGAIA. El defensor del pueblo catalán consideró entonces que este organismo no puede basarse en unas dudosas pruebas que determinan la edad de los chavales examinando sus huesos para determinar su edad. "Unas pruebas médicas que proporcionan únicamente un grado de aproximación a la edad real de los sujetos no pueden tener más valor que los documentos administrativos", advertía el Síndic entonces. En vano. Los educadores del Casal dels Infants del Raval, una asociación a la que acuden a algunos de estos chavales, denuncian que la DGAIA sigue creyéndose más estos informes, que tienen un margen de error de dos años, que los pasaportes guineanos y senegaleses de los inmigrantes.
Además, denuncian que el caso de Abdallah no es aislado. No es extraño que algunos jóvenes se queden en la calle y sin recursos cuando ya no pueden estar en los centros de acogida. "Son chavales con ganas de hacer cosas, de trabajar, y de esta forma corren el riesgo de caer en la indigencia", lamenta Ismael Palacín, de esta entidad, que pide a la administración que atienda a estos adultos jóvenes dentro de sus programas de atención a menores ex tutelados.
La situación de los jóvenes subsaharianos que aún no han cumplido los 18 años no es tan precaria, pero tampoco es tranquilizante, asegura Mustafá Baldé, de 17 años. Relata que él duerme en el centro de acogida ALCOR, donde sólo puede acudir por la noche y que tiene que abandonar durante la madrugada. "Duermo mal, no siempre me ducho, y tengo sueño durante todo el día", se queja Mustafá, que añade que así le es más difícil seguir la formación profesional que está realizando en un hotel.
Palacín asegura que la administración autonómica ya se ha comprometido a realizar algunas mejoras, pero su entidad sigue reclamando un protocolo que establezca con claridad qué puede hacer y qué no puede hacer la DGAIA con estos menores. "Así evitamos arbitrariedades como que un funcionario de la administración decida no reconocer un pasaporte extranjero, o que se determine a ojo la edad de un chaval", se confía. En su resolución de febrero, el Síndic ya reclamó un protocolo de actuación.
Mientras tanto, los jóvenes siguen pidiendo que no se les abandone, y que mejoren sus condiciones en los centros. "Vine aquí a trabajar y ganar dinero, y me encuentro mucho peor que en Senegal", se queja Abdallah.
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