El faro de Palos
Decía Álvaro Cunqueiro que el faro que más amó fue el primero que vio de niño en las tardes de verano en el mar de Foz: el faro de Tapia de Casariego. A mí me pasa igual. El primer faro que vi en mi vida fue éste, el del Cabo de Palos, que avisa a los navíos de un muñón de roca que se adentra en el Mediterráneo en un extremo de la laguna del Mar Menor, en Murcia.Y ya se sabe, el primer faro es como el primer amor, nunca se olvida. Parece como si esTe fuste de piedra solitario y altanero, clavado como un estilete sobre el tejado del enorme edificio cuadrangular que lo sustenta, llevara allí toda la vida, vigilándonos pero también deleitándonos con su porte majestuoso, desde que Palos era Palus, en época de los romanos, y desde que las naves fenicias lo doblaban con respeto y temor. Desde entonces no he gozado de otro espectáculo visual más gratificante que el de la luna llena de agosto cuando emerge por detrás del faro de Palos y éste se transforma en una silueta a contraluz de cuyo penacho parpadea con una cadencia cíclica e inalterable la luminaria de su linterna, ?gran látigo de luz que los faros lanzan sobre la piel del mar en las horas de la tiniebla nocturna?, y cito de nuevo a Cunqueiro.Frente al faro se encuntra la Reserva Marina de Cabo de Palos-Islas Hormigas, uno de los mejores lugares de inmersión del Mediterráneo. Y aquí sigo, con el curso de bueo. De momento no nos hemos sumergido porque había que preparar equipos, mezclas de gases, etc. Espero colgar las primeras fotos submarinas en el próximo post.
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