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El rifirrafe de la discoteca 'Rosebud' de Barcelona acaba con 10 condenados

La pelea entre jóvenes y Mossos que tuvo lugar el 15 de abril acabó con 29 personas cruzándose denuncias por lesiones

El titular del juzgado número 10 de Barcelona ha condenado a seis mossos d'esquadra y a cuatro jóvenes por una pelea ocurrida en la discoteca Rosebud de la zona alta de Barcelona el pasado 5 de abril que acabó con 29 personas -13 jóvenes, 12 mossos y cuatro miembros del establecimiento- cruzándose denuncias por lesiones.

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Texto de la sentencia

El juez ha condenado a seis de los agentes a penas que oscilan entre los 20 y los 40 días de multa de 10 euros por considerarlos autores de faltas de lesiones y de vejaciones injustas, mientras que ha absuelto a los otros seis mossos que se vieron involucrados en la pelea. De los otros 17 implicados en la pelea, el juez ha absuelto a 13 de ellos y ha condenado a los cuatro restantes a penas de 30 días de multa de cinco euros por una falta contra el orden público y otra de lesiones.

Durante el juicio, que se celebró en la Audiencia de Barcelona el pasado 5 de junio, no se acreditaron lesiones de gravedad, ya que únicamente se trataba de denuncias por golpes, rasguños, cortes, moratones, mordeduras e insultos de todo tipo. En las respectivas declaraciones se mantuvieron versiones completamente contrapuestas, ya que los mossos sostenían que los jóvenes les agredieron brutalmente y les profirieron insultos clasistas, mientras que éstos se quejaron de que fueron los agentes policiales y los miembros de seguridad del local los que les agredieron sin razón alguna mientras ellos no hacían nada.

Puesta de largo

La magistrada ha declarado probado que, sobre las 3.00 de la madrugada del 5 de abril, Juan Manuel Z.A. y su prima Carolina S.A. se dirigían a casa en un todoterreno tras celebrar en la discoteca la puesta de largo de Cristina S.B. en compañía de amigos y familiares. Una patrulla de los Mossos d'Esquadra les dio el alto cuando circulaban por la avenida Tibidabo y le pidieron la documentación al conductor. Éste no la llevaba pero se dirigió al maletero y después a la guantera para buscar la documentación del vehículo, lo que no gustó a uno de los agentes, quien lo agarró por el brazo.

Durante el forcejeo, Juan Manuel Z.A. dio un cabezazo al mosso en la nariz y ambos cayeron al suelo, donde siguieron forcejeando hasta que el agente redujo y enmanilló al joven con la ayuda de su compañero. A continuación, los agentes empezaron a darle patadas y uno de ellos le pisó la cabeza contra el suelo. Carolina S.A. empezó a pedir ayuda a gritos y se echó sobre la cabeza de su primo para protegerlo. Uno de los mossos la estiró del pelo para apartarla y le arrancó la falda, dejándola en ropa interior, antes de enmanillarla e introducirla "semidesnuda" en el coche policial y realizar "comentarios soeces".

Conducta "especialmente repugnante"

En la sentencia, la magistrada afirma que tal conducta es "especialmente repugnante cuando se trata de una muchacha indefensa, enmanillada y bajo custodia policial", y la considera constitutiva de un delito de vejaciones, como también lo es golpear a un detenido que está esposado en el suelo y arrojarlo dentro del vehículo policial. Uno de los mossos y los dos jóvenes sufrieron erosiones, contusiones e, incluso, la rotura de la nariz, en el caso de Juan Manuel Z.A. Además, su prima tuvo que ser trasladada en ambulancia al Hospital Clínic a causa de una crisis de ansiedad y aún padece el síndrome de estrés postraumático.

En el transcurso de este primer incidente, llegaron al lugar varios agentes más. También Miquel S.B., quien había visto cómo sus amigos estaban siendo enmanillados con violencia, por lo que trató de interponerse para evitar la detención y llegó a dar una patada a uno de los agentes que habían arrestado a Carolina S.A. y Juan Manuel Z.A. Tras golpear al mosso, fue reducido con violencia y el agente agredido le propinó varios golpes con la porra y lo inmovilizó pisándole la cabeza con la bota, mientras también le pegaba el otro policía autonómico implicado en el primer altercado. Miquel S.B. sufrió policontusiones, una herida en la ceja y un hematoma fruto de la presión ejercida con la bota.

Patada en los testículos

Mientras Miquel S.B. era detenido, llegó su hermana -la protagonista de la puesta de largo- "en estado de gran nerviosismo" y le dio una patada en el pene y los testículos a un caporal, por lo que fue detenida segundos después, en este caso, sin sufrir lesiones. Paralelamente, llegó un furgón con siete agentes antidisturbios, que se quedaron en la zona pese a estar la situación controlada. Al ver que un grupo de jóvenes se acercaba al subinspector de guardia y que la situación era tensa -algunos de ellos empujaron a los agentes-, se acercaron a su superior, quien ordenó que dispersaran el grupo. En el interior de la discoteca, varios chicos -Marc R.S., Carla F.C. y su novio Santiago M.M.- intercambiaron insultos, como "mileurista de mierda", con una de las vigilantes del local, Olga G.P.

Más tarde, la mujer y tres de sus compañeros discutieron en la puerta con Marc R.S., a quien habían expulsado del establecimiento por introducir botellas de alcohol y que mordió la mano a uno de los vigilantes durante el forcejeo que mantuvieron al ser descubierto. También estaban en la entrada Miguel D.L. y Marc O.T., al que no dejaban entrar. El incidente llamó la atención del subinspector que ordenó a los antidisturbios que se acercasen a la discoteca, que interceptaron y detuvieron a los jóvenes que estaban en la puerta y a otros cinco que salieron. Los chicos, ya detenidos, fueron separados, golpeados y obligados a permanecer de rodillas y con las manos detrás de la cabeza durante una media hora.

Actuación policial "desafortunada y desproporcionada"

La juez instructora considera que la actuación policial fue "desafortundada, innecesaria y desproporcionada" y recordó a los agentes que "la comunidad a la que sirven debe poder confiar en que la Policía dispone de más recursos que la violencia" para controlar estas situaciones. Por eso, ha condenado a seis de los 12 agentes denunciados a pagar multas cuyo valor asciende hasta los 8.200 euros por delitos de lesiones y vejaciones injustas, y a indemnizar a ocho jóvenes con 5.234 euros por las lesiones y los daños morales. La Generalitat deberá responder de forma subsidiaria. Cuatro de los 13 chicos también deberán pagar 600 euros en concepto de multas por delitos contra el orden público y lesiones, e indemnizar a los agentes agredidos con 360 euros.

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