Suspendido el juicio contra un guardia civil acusado de abusar de sus hijas
Una de las niñas se suicidó tirándose al Metro.- Los familiares de las víctimas, expulsados por increpar al presunto violador
El Juzgado de lo Penal número 3 de Móstoles tenía que juzgar hoy a un agente de la Guardia Civil acusado de dos delitos de abuso sexual cometidos contra sus dos hijas, una de las cuales, la mayor -de la que no era padre biológico-, no pudo soportarlo y se suicidó arrojándose a las vías Metro. Según la acusación, la chica sufrió cinco años de violaciones constantes. Los familiares de las víctimas han increpado al presunto violador y el juicio ha quedado suspendido hasta el 15 de abril.
La asociación Asistencia a Mujeres Víctimas de Agresiones Sexuales, que ejerce la acusación particular en nombre de las víctimas, solicita un total de seis años de prisión, tres por los abusos cometidos a cada una de las niñas. Además, reclama al acusado que indemnice con 20.000 euros a la hija que sobrevivió al drama, la menor y de la que sí es padre biológico. Por otro lado, el abogado de la defensa solicita que sólo sean tres, pues los abusos a la hija pequeña no han sido demostrados ni tampoco reconocidos por el acusado. Según la plataforma, los hechos se produjeron en 2004 y el agresor reconoció los abusos a los que sometió a su hijastra, pero sin admitir que fueran continuados.
En cambio, negó haber abusado de su hija pequeña. La asociación cuenta con un informe psicológico de la mayor en el que se observaban claros "síntomas de trastornos" producidos por los abusos. Asimismo, el diagnóstico realizado al acusado da un claro perfil de "pedofília incestuosa". Los familiares de la niña han sido expulsados de los pasillos de los juzgados de Móstoles después de que se encarasen al acusado llamándole "violador", "abusador de menores" o "degenerado". La juez ha suspendido el proceso, que se reanudará el 15 de abril. Hoy han declarado la madre, la hermana de la fallecida y el propio acusado, así como los forenses del Juzgado, por lo que quedan por declarar los tíos de la fallecida y su padre biológico, que son los testigos aportados por la abogada de la acusación.
Nunca pisó la cárcel
Los abusos comenzaron, según la familia, cuando la hijastra tenía diez años. Pasaron siete hasta que ella se decidió a contarlo en una reunión familiar porque sospechaba que su hermana pequeña, entonces de cinco años, estaba sufriendo el mismo calvario de su propio padre, que ahora cuenta con 42. Según afirman, en plena reunión, la niña acusó al padre. La pareja se separó y el tema quedó en manos de la Justicia. El hombre permanece en libertad y en ningún momento ha llegado a ingresar en prisión, pues los jueces nunca han creido necesaria su encarcelación. A pesar de ser guardia civil, no dispone de arma, ya que se encuentra de baja por depresión desde el año 2004.
Amigos de la joven, que se suicidó a los 17 años, han pedido "justicia", ya que "no es justo que una persona haga lo que ha hecho y se pidan solamente tres años de cárcel para él". Ivana, amiga de la víctima, ha acudido a la vista oral "para pedir un poco de justicia", y ha dicho no estar de acuerdo con la condena que solicitan tanto la acusación particular como la defensa. Asimismo, ha explicado que los amigos de la fallecida no sospechaban "nada" de lo que le sucedía y que no fueron conscientes de la situación por la que estaba pasando hasta que la propia Patricia "explotó y se lo contó a la familia". "No sospechábamos nada, simplemente que le caía mal, era su padrastro, tampoco era algo tan raro. Estaba claro que algo le tenía que pasar, pero no te imaginas que es eso", ha lamentado.
Ivana ha calificado a su amiga como una persona "increíble" y ha reconocido que, tras conocer la noticia de su suicidio, había sentido "mucha rabia", ya que todos sus allegados sabían "por qué se había suicidado". "Es impotencia sobre todo", ha añadido. Por su parte, José María, que estuvo con su amiga la noche en que ésta se arrojó a las vías del metro, ha dicho que lo sucedido les había pillado "por sorpresa" y ha recordadoque ese día Patricia, tras perder un piercing en la calle, "se bloqueó y empezó a correr". "La fuimos a buscar y nos contó que se iba a tirar al metro, pero nosotros no entendíamos que le pasaba. En nuestra cabeza no entraba por qué decía esas cosas", ha añadido.
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