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Análisis:El futuro de España
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Rajoy y las actas de ETA

El líder del PP desborda los límites conocidos en el uso electoral del terrorismo al colocar a la banda en el centro de la política nacional

Mariano Rajoy dedicó 9 de los 22 folios de su primera intervención en el debate a interpelar a José Luis Rodríguez Zapatero sobre ETA y el fallido proceso para el final dialogado del terrorismo. Y terminó como había empezado, con ETA como cuestión central, y como exigencia clave del debate la insólita reclamación a un presidente del Gobierno de que publique las actas de las conversaciones entre representantes del Ejecutivo y de la banda antes del alto el fuego del 22 de marzo de 2006.

La exigencia final de Rajoy causó estupor en la Cámara e incluso sorprendió desfavorablemente a algunos diputados del PP. Y eso porque ayer Rajoy desbordó los límites conocidos en la utilización del terrorismo de ETA como arma electoral al colocar a la banda en el centro de la política nacional. Rajoy era consciente de que Zapatero, con una ETA amenazante, con un par de recientísimos atentados fallidos, no va a entrar en ese juego para dar pábulo a la banda. Por tanto, su apelación a las actas se podía interpretar como una invitación a ETA a que las haga públicas.

Hubo actas en la reunión del Gobierno del PP con ETA y nadie las reclamó
El discurso de Rajoy sobre el proceso de paz estuvo dominado por errores de bulto

Además, Rajoy sabe que en todos los procesos de diálogo que los Gobiernos democráticos han mantenido con ETA ha habido actas. Las hubo, sin ir más lejos, en las conversaciones que representantes del Gobierno Aznar y ETA mantuvieron en Vevey (Suiza), en mayo de 1999. A ningún partido de le ocurrió reclamarlas. Lo hizo ETA, por su cuenta, a través del diario Gara, meses después, en noviembre de 1999, cuando la banda rompió aquella tregua indefinida. Y cuando se publicaron, ningún partido exigió cuentas al Gobierno Aznar porque procedían de ETA, pese a que recogían comentarios nada edificantes para algunos representantes del Ejecutivo del Partido Popular.

Las actas a las que apeló ayer Rajoy no tienen mayor misterio, aunque el presidente del PP se lo quiso dar como golpe de efecto en el Parlamento. Ya han sido prácticamente relatadas en el diario Gara, en días sucesivos, y con el sesgo de quien las filtró, el entorno de ETA, durante la campaña electoral del 27-M y tras la ruptura oficial del alto el fuego por parte de ETA, el 5 de junio.

Entre ellas están las bases en que se inspiró el comunicado de alto el fuego de ETA del 22 de marzo de 2006 y la declaración institucional del presidente del 29 de junio de ese año. Pero no es cierto, como se ha dicho, que ambas declaraciones estuvieran pactadas de la primera a la última letra.

Las referencias de Rajoy, ayer, al proceso para el final dialogado el terrorismo estuvieron dominadas por errores de bulto, que Zapatero calificó de "auténticas falsedades".

Así, Rajoy dijo que el Gobierno pactó con ETA la "comedia de pedir permiso al Parlamento para hablar con la banda". La apreciación de Rajoy es un error. El Gobierno no pudo pactar con ETA la resolución parlamentaria de mayo de 2005, a la que se refería, porque sencillamente no empezó a hablar con la banda hasta un mes después, el 21 de junio de 2005.

Tampoco es cierto, como dijo Rajoy, que "no había ninguna posibilidad" de lograr el fin del terrorismo porque Zapatero "sabía que ETA no pensaba dejar las armas ni disolverse sin conseguir sus objetivos políticos" y Zapatero "lo aceptó".

No es ésa la apreciación de quienes conocen el proceso, como el presidente del PNV, Josu Jon Imaz. Los preacuerdos del alto el fuego de marzo de 2006 lo hacían posible al separar el diálogo del Gobierno con ETA sobre el fin de la violencia y el diálogo político que protagonizarían los partidos. ETA dio un giro a su posición en julio y terminó por no asumir la separación del diálogo en la práctica.

La acusación de Rajoy al Gobierno de "vergüenza" por utilizar "mediadores y testigos internacionales" se le vuelve en su contra. Lo hizo el Gobierno Aznar en 1999, al participar en el diálogo con ETA como mediador el obispo Juan María Uriarte y su ayudante, Joseba Segura.

Y tampoco se sostiene que el Gobierno "haya cedido" ante ETA, cuando la banda ha roto el proceso, precisamente, porque los interlocutores del Ejecutivo impidieron que ETA desbordara el límite de la legalidad.

Con la intervención de ayer de Rajoy se pone muy difícil el objetivo de lograr la unidad de los demócratas contra ETA. Pese a todo, merece la pena que Zapatero lo intente porque es crucial quitar a ETA la baza de la desunión de los demócratas cuando ha pasado a la acción.

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