El informe 'oculto' sobre ETA que defiende el PP
A continuación reproducimos las principales conclusiones del informe 'oculto' sobre ETA al que se ha referido hoy Agustín Díaz de Mera en el juicio del 11-M y que fueron publicadas por EL PAÍS el pasado 16 de septiembre de 2006
El informe sobre Hipotéticos vínculos entre islamistas y ETA, ése que el PP dice que el Gobierno "oculta", establece "la inexistencia de cualquier conexión o contacto" entre el comando islamista que perpetró la masacre y ETA, así como entre esta banda y la trama asturiana. El informe, de 52 páginas y más de 300 de anexos con investigaciones de Guardia Civil, policía, Ertzaintza, Gendarmería francesa y jueces antiterroristas galos, fue entregado al juez Juan del Olmo el 15 de febrero de 2006. Lo elaboraron un hombre y una mujer de la Unidad Central de Inteligencia, como ha señalado el ex director general de la policía, Agustín Díaz de Mera. Pero no establece ni una conexión entre el 11-M y ETA. EL PAÍS ha accedido al informe. Éstas son sus conclusiones:
- Las caravanas de la muerte. Se trataba de determinar si los etarras detenidos a las 0.40 del 29 de febrero de 2004 en Cañaveras (Cuenca) cuando se dirigían con una furgoneta bomba a Madrid tuvieron alguna relación con los terroristas del 11-M que en la mañana del 29 de febrero partieron desde Tineo (Asturias) hacia Chinchón (Madrid). El informe señala: "Las investigaciones practicadas por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado (Cuerpo Nacional de Policía y Guardia Civil), desarrolladas de forma exhaustiva y meticulosa, que llegaron a clarificar incluso las relaciones tanto personales como telefónicas de los terroristas de uno y otro grupo, han dejado clara la inexistencia de cualquier conexión o contacto, no sólo entre éstos, sino también entre sus responsables a diferentes niveles".
Los rastreos de los teléfonos de los etarras "no permiten determinar ningún tipo de contacto con los integristas autores de los atentados del 11-M". Sobre los islamistas, añade: "Al igual que en el caso anterior, los rastreos de las llamadas entrantes y salientes de los teléfonos móviles permiten descartar cualquier tipo de contacto entre estos terroristas y los miembros del comando etarra". También asegura: "En relación con posibles contactos entre los integrantes de uno y otro grupo, las investigaciones policiales y en sede judicial demuestran la ausencia de cualquier tipo de contacto, simultáneo o previo al traslado".
- Relaciones GIA y ETA. El informe es taxativo: "No existen datos objetivos que permitan vincular a ETA con el GIA [Grupo Islámico Armado]". El documento se elaboró para conocer si los encuentros en los patios de prisión, considerados "dentro de la normalidad", tuvieron fruto operativo.
Según los investigadores, es "inverosímil" que estos presos "participen en el diseño de planes operativos conjuntos", ya que "la participación de los presos de ETA en la línea estratégica de la banda no es verosímil". El informe repasa las conexiones ya conocidas entre presos, los cuales estaban en la cárcel el 11-M y allí siguen.
- Abdelkrim Bensmail. El informe se refiere a un papel que tenía en su poder con la dirección en prisión del etarra Henri Parot. La anotación fue entregada por el propio Bensmail al director de la cárcel, quien lo fotocopió y se lo devolvió y el preso se la comió. Éste era compañero de Allekema Lamari, uno de los siete islamistas que se suicidaron en Leganés y sigue preso desde 1997.
El informe explica que la intención de Bensmail "era mantener una relación epistolar con Parot", con quien había coincidido en la cárcel. Y subraya que ambos establecieron relaciones más estrechas "al ser ambos de ascendencia argelina".
- José Luis Urrusolo Sistiaga. El informe recoge la carta que el 12 de septiembre de 2001 le envió desde una cárcel francesa el preso turco Ismail Targú, condenado por narcotráfico. Targú dice que algún día podrá poner en marcha "la operación Sable-samurái". Y concluye: "Esperemos que una hipotética colaboración grupos islámicos-ETA no incluya el préstamo de un terrorista suicida".
El documento incluye una frase grabada a Urrusolo Sistiaga el 11-M: "¿Pero quién ha cometido esta salvajada de Madrid?". Se concluye que nunca se ha plasmado la citada colaboración de la que habla Targú y que resulta "increíble" que ambos intentaran fijarla por carta.
- Los explosivos de ETA. La policía repasa los explosivos utilizados por ETA en los últimos 10 años. Recuerda que el último atentado de ETA con Goma 2 fue el perpetrado con un libro bomba contra el magistrado José Antonio Jiménez Alfaro, en 1996. El informe saca varias conclusiones. "Durante su última etapa, y más concretamente desde la ruptura en noviembre de 1999 de la tregua trampa decretada por ETA", ésta "no ha utilizado en sus atentados dinamita que no fuera Titadine" robada en Francia. Además, "la secuencia de atentados perpetrados por ETA pone de manifiesto que ha ido supliendo la escasez de este tipo de explosivo en épocas puntuales, por otros de fabricación propia".
El informe añade que "dentro de la estructura orgánica, hermética y jerarquizada de ETA, las labores de adquisición de material explosivo está reservada a los responsables en Francia del aparato de logística" y que "nunca lo ha puesto en manos de delincuentes comunes".
- El robo de un coche en Avilés. Los etarras que atentaron con un coche bomba en Santander el 3 de diciembre de 2002 robaron el Renault 19 GTD cerca de la casa de José Emilio Suárez Trashorras en Avilés, el 2 de diciembre. Su dueña denunció la sustracción esa mañana. Uno de los etarras del comando Egoitz eta Hodei que participaron en el atentado, Jokin Etxevarria, estuvo preso en Villabona (Asturias) de 1998 a 2000, donde coincidió "durante tres meses con Rafá Zohuier, enlace entre el minero asturiano y los miembros del grupo integrista compradores del explosivo utilizado en el 11-M".
Dice el documento que ETA "nunca ha tenido la necesidad de contar con ningún tipo de colaboración para el robo de vehículos", ya que el que un etarra "solicitara colaboración para algo tan simple y habitual en su dinámica operativa, no haría sino disminuir su nivel de clandestinidad y aumentar su vulnerabilidad, y más en el caso de que, como ocurre con Suárez Trashorras, esa persona estuviera inmersa en el mundo de la delincuencia y fuera susceptible de control policial".
Por ello considera que "las posibles relaciones" entre el ex minero y el comando "se basan únicamente en una serie de circunstancias puntuales que más bien parecen debidas al mero azar, careciendo completamente de fundamento".
- ETA en Asturias. "La presencia de activistas etarras en Asturias no es un hecho aislado (...) Ya en el verano de 2001 los miembros del comando Buru Hauste, asentado en Madrid, buscaron alojamientos temporales en esa comunidad". Sobre el comando que robó el coche en Avilés, se dice: "Las investigaciones posteriores a la desarticulación del comando Egoitz eta Odei no arrojan dato alguno que permita ni tan siquiera sospechar que su cometido, movimiento o modus operando obedezca a otra especialidad que cualquier otro comando de ETA de funcionamiento itinerante". Así, "la presencia de los componentes de este comando en Asturias obedeció a razones de seguridad y no a la búsqueda de ningún tipo de contacto".
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