Casada y viuda en una misma ceremonia

Casarse y enviudar en la misma ceremonia es algo que tan sólo le ha ocurrido a Christelle Demichel, una francesa de 35 años, que logró la autorización expresa del presidente Jacques Chirac para contraer matrimonio con su novio, fallecido en septiembre de 2002 tras ser atropellado por un conductor borracho. La macabra boda tuvo lugar ayer en el ayuntamiento de la ciudad de Niza.

Demichel pudo beneficiarse de la ley francesa que permite el matrimonio entre una persona viva y una muerta siempre que aquel que sobreviva a la relación demuestre que la pareja intentó sin éxito casarse antes de que irrumpiera la muerte en sus vidas. No obstante, como último requisito es necesario que el mismísimo jefe de la República Francesa se pronuncie al respecto. Chirac no puso oposición.

Vestida de riguroso negro, la desconsolada viuda o alegre recién casada, como se prefiera, ha asegurado que entiende que "la gente se escandalice por ver a alguien casarse con un muerto", pero, según ha revelado, sus "sentimientos no se han difuminado con la desaparición de Eric", que así se llamaba el novio. Eso sí, para no alimentar el morbo, la boda no contó con la presencia del cadáver del contrayente. Demichel prefirió casarse con el recuerdo de su pareja.