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Una oleada de incendios misteriosos obliga a desalojar parte de un pueblo siciliano

Los expertos atribuyen el extraño fenómeno a una línea de ferrocarril

Caronia Marina es un pequeño pueblo siciliano de 150 habitantes que esparce su racimo de casas contra las playas del Tirreno. Hasta hace 20 días era un villa costera más, pero de un tiempo a esta parte anda revolucionado el alcalde, que ha ordenado desalojar 16 viviendas; andan revolucionados los bomberos, a los que llaman a todas horas para apagar pequeños incendios inexplicables; y, sobre todo, viven sin vivir en sí las autoridades religiosas, que se temen que el diablo campe a sus anchas por el pueblecillo italiano.

Comienza esta historia a finales de enero, cuando dos vecinos contemplaron atónitos como su televisor y su aspiradora ardían en llamas de repente y sin causas aparentes. En un principio achacaron el incidente a un defecto de fabricación, un cortocircuito o una sobrecarga de la red eléctrica. Hasta que el fenómeno comenzó a extenderse por todo el pueblo.

Al poco tiempo comenzaron a arder frigoríficos, contadores de la luz, cables y otros aparatos eléctricos, así que el Ayuntamiento decidió cortar la electricidad de todas las viviendas. Pese a ello, los incendios espontáneos continuaron, y una casa se vio reducida a cenizas a causa de uno de ellos. Así las cosas, el alcalde, Pedro Spinnato, ordenó desalojar 16 viviendas para "evitar una tragedia", mientras que un centenar de expertos, entre policías y científicos, se afanaban en averiguar las causas de esta epidemia.

Entre las tesis apuntadas hasta el momento toma fuerza la que culpa de los incendios a un exceso de energía electromagnética procedente del tendido eléctrico de la línea de ferrocarril que une Messina y Palermo. De hecho, los vecinos han salido en manifestación a cortar la vía. Pero como pruebas, lo que se dice pruebas, no hay ni una, las autoridades sólo se atreven a asegurar por el momento que se trata de "un fenómeno técnico cuyas causas son todavía desconocidas".

La localidad se ha llenado de curiosos, lo que ha llevado a la policía, que en un momento incluso apunto la posibilidad de que se tratara de un montaje, a prohibir el paso a todo aquel que no resida en el pueblo. Imposible de parar en cualquier caso son las elucubraciones del personal, a las que se ha unido un grupúsculo de aficionados a los fenómenos paranormales y hasta un representante de la iglesia católica, el padre Gabriel Amorth, un exorcista muy conocido por esos lares.

"Cuando el demonio entra en la vida de quien le deja entrar pasa lo que pasa", ha afirmado hoy el religioso, que a la sazón es además presidente honorario de la Asociación Internacional de Exorcistas. ¿Solución? "Llamar a un sacerdote y que bendiga las casas".

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