Comunicado leído por los trabajadores de EL PAIS
Queridos amigos, queridos compañeros
A los que estamos aquí no nos gustan seguramente algunas o bastantes de las cosas que hacen los norteamericanos. Algunas nos chocan y es posible que otras lleguen a desagradarnos. Pero eso no quiere decir que seamos antinorteamericanos por principio.
Tampoco somos compañeros de viaje y amigos de Sadam Husein ni admiradores de su régimen dictatorial y tiránico. O sea, que los belicistas, los que arden en deseos de hacer la guerra, que se busquen otros argumentos para descalificar a los que estamos en contra.
No somos antinorteamericanos. No somos amigos de Sadam Husein y condenamos radicalmente su tiranía. Pero estamos radicalmente en contra de la guerra que prepara Bush, flanqueado por Blair y Aznar, al margen de la ONU o forzando unilateralmente sus resoluciones.
¿Por qué estamos contra esta guerra? Porque esa guerra no se ajusta ni a la doctrina tradicional sobre la guerra justa ni a la actual legalidad internacional sobre resolución de conflictos entre naciones. Por eso, la oposición a esta guerra es prácticamente universal y en ella confluyen, además de millones de ciudadanos de todo el mundo, estados y gobiernos y la practica totalidad de las iglesias, incluida la del presidente Bush.
Estamos contra esta guerra porque la consideramos un capricho de Bush y de sus brillantes pero peligrosos consejeros. Algunos analistas norteamericanos han señalado que algo no marcha en su país cuando una parte del mundo parece sentir más miedo por la actual deriva de la política norteamericana que por Sadam Husein. Se trata, ciertamente, de una forma de ejercer el poder hegemónico por parte de EE UU que comienza infundir temor en muchos.
Nuestra oposición a esta guerra es, en primer término, por el pueblo iraquí, cogido en medio de una tiranía que lo sojuzga y una formidable maquina militar que amenaza con aniquilarle. No queremos que mueran ciudadanos iraquíes. Tampoco queremos que mueran soldados norteamericanos imbuidos de un fervor patriótico merecedor de mejor causa. Y no sólo por razones meramente humanitarias, que ya serian por sí mismas suficientes, sino porque no hay razón alguna para ello pues una guerra para desarmar a Sadam Husein mientras la ONU considera que la presión y las inspecciones bastan para alcanzar ese fin constituiría un crimen contra la humanidad.
Nos oponemos a esta guerra también por nuestra seguridad. Por la seguridad del mundo en los años venideros. A Bush y a la actual Administración norteamericana le decimos que los terribles atentados del 11 de septiembre, frente a los cuales todos nos sentimos americanos, no justifican una política de seguridad preventiva que permita sin más señalar a un posible enemigo y atacarle o volver a los tiempos de la inquisición o al medioevo en los que se refiere al trato de detenidos y prisioneros.
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