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LA LUCHA CONTRA EL TERRORISMO

Tres de los presuntos etarras detenidos ayer confiesan su implicación en dos asesinatos

El análisis de dos de las pistolas incautadas confirma este extremo

Tres de los presuntos miembros no fichados del comando Nafarroa de ETA que fueron detenidos ayer en Pamplona, los hermanos Ibai y Miguel Ayenza y Francisco Ruiz, han reconocido su participación en al menos cuatro atentados, dos de ellos mortales, según han informado fuentes de la lucha antiterrorista.

Uno de los atentados sería el que costó la vida a Tomás Caballero, portavoz de Unión del Pueblo Navarro en el Ayuntamiento de Pamplona. El edil recibió un disparo que le atravesó la cabeza y otro que se alojó en la mandíbula inferior el 7 de mayo de 1998. El atentado tuvo lugar junto al domicilio del concejal pamplonés situado en el número 38 de la calle Mutilva.

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Dos de los arrestados han confesado además ser los autores del asesinato a tiros del subteniente del Ejército Francisco Casanova Vicente, de 47 años, cuando éste aparcaba su coche en el garaje de su vivienda de Berriozar (Navarra) el pasado 10 de agosto de 2000.

Estudio balístico

El análisis de dos de las tres pistolas incautadas a los presuntos etarras confirman estos testimonios, pues según las pruebas de balística que se han practicado fueron utilizadas en ambas acciones terroristas.

Además, los presuntos etarras, que se disponían a atentar en cualquier momento contra un funcionario de prisiones, han reconocido su participación en otros dos atentados, uno de ellos la colocación, a finales del 2000, de una bomba lapa en el vehículo particular del parlamentario foral de UPN, Evelio Gil, de 31 años, que nunca llegó a aparecer, pese a que su colocación fue reivindicada por la banda terrorista en un comunicado publicado en el diario Gara el pasado año 2001.

El cuarto atentado que los presuntos miembros del comando Nafarroa detenidos ayer en la capital navarra reconocieron hoy también resultó fallido. Se trató de la colocación de otra bomba lapa en los bajos del coche del subteniente del Ejército José Díaz Pareja, destinado en el acuartelamiento de Aizoáin, en la localidad navarra de Zizur Mayor, próxima a Pamplona, que no llegó a estallar.

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