Digi quiere salir a Bolsa porque el ‘low cost’ tiene un alto coste
La operadora rumana necesita financiar su expansión y mantener las tarifas agresivas que están asolando a sus rivales


Ya es oficial: Digi quiere salir a Bolsa. La operadora rumana confirmó en la presentación de sus últimos resultados trimestrales su intención de colocar en el mercado una participación minoritaria y listar sus acciones en la Bolsa de Madrid. El objetivo principal de esta operación es la obtención de capital fresco para respaldar su plan de expansión en España, que contempla una inversión de hasta 2.000 millones de euros de aquí a 2030.
La filial del grupo rumano no ha dado más detalles, pero los analistas descuentan que la oferta pública inicial (OPI) estará dirigida principalmente a inversores institucionales para colocar cerca del 30% del capital, y podría materializarse la primavera de 2026. La compañía ha contratado como asesor al banco de inversión Rothschild. La colocación podría realizarse mediante acciones ya existentes o a través de una nueva emisión.
El grupo matriz, sin embargo, ha sido categórico al descartar cualquier escenario que implique la pérdida de control sobre su rentable filial española. Con esta declaración, Digi Communications responde a las especulaciones sobre un posible interés de compra por parte de competidores como Telefónica.
La decisión de explorar la vía bursátil viene motivada por la necesidad de financiar su vigorosa expansión en España, un mercado que ya genera el 43% de los ingresos totales del grupo. La ambición de la operadora, fundada por Zoltán Teszári, ha conllevado un aumento considerable de su deuda hasta los 1.714 millones de euros al término del pasado mes de septiembre, lo que ha elevado los gastos financieros de 50,4 a 97,9 millones de euros en los primeros nueve meses del año.
Ese apalancamiento, ha llevado al grupo a lanzar el pasado mes de octubre una emisión de bonos por valor de 600 millones de euros con vencimiento en 2031, con el fin de amortizar anticipadamente bonos anteriores (450 millones que vencían en 2028) y pagar otras deudas a corto plazo. Con todo, la ratio sobre ebitda se sitúa ligeramente por debajo del umbral de 3 veces, que suele ser el límite psicológico de riesgo para muchas telecos.
La OPI es una operación de gran calado. En primer lugar, porque obtener una financiación crucial para su agresivo plan de despliegue de redes propias (fibra y móvil 5G) permitirá al operador rumano reducir progresivamente su dependencia de las redes de Telefónica, con la que mantiene un millonario contrato mayorista de alquiler a diez años, y que verá cómo el uso de sus infraestructuras por parte de la rumana disminuye con el tiempo.
Además, la salida a Bolsa reforzaría su hasta ahora imbatible modelo low cost que le ha llevado a rebasar los 10,2 millones de líneas, ganando 2,3 millones solo en los últimos doce meses. La inversión sostenida en redes propias en las zonas más rentables (como áreas urbanas con gran densidad de población) facilita a la firma rumana el mantenimiento de su política de tarifas de derribo para seguir arrebatando miles de clientes mes a mes a sus rivales mediante la portabilidad, el cambio de compañía conservando el número (1.184.000 clientes cambiaron a Digi en los primeros nueve meses del año). Aunque eso sí, a costa de tener el ingreso medio mensual (ARPU) más bajo del mercado (7,8 euros por línea), un 10,4% menos que hace un año.
La salida a Bolsa aseguraría la continuidad de esta estrategia, lo que supone una erosión constante de las bases de clientes de las tres grandes telecos (Telefónica, MasOrange y Vodafone). Y al anunciar que solo pondrá en el mercado una participación minoritaria y que no contempla perder el control de su filial española, Digi descarta, al menos por ahora, su venta a gigantes como Telefónica, y lanza el mensaje de que se mantendrá como cuarto operador, actor independiente y vigoroso, preservando la competencia en el mercado. Cotizar en la Bolsa de Madrid mejorará además la imagen y el prestigio de Digi, dándole un estatus de empresa consolidada en España, más allá de ser percibida simplemente como un operador low cost.
Efectos colaterales
Como efecto colateral, la OPV servirá para establecer una valoración oficial de mercado para Digi Spain (estimada en torno a los 2.500 millones de euros incluyendo deuda), que será un punto de referencia clave para cualquier movimiento futuro de consolidación en el sector como reclama insistentemente el presidente de Telefónica, Marc Murtra.
En el lado negativo, aunque la salida a Bolsa proporciona un desahogo de capital, también someterá a Digi a una mayor presión por parte de los inversores institucionales quienes le demandarán rentabilidad a corto plazo en forma de revalorización o dividendos. Este apremio podría limitar su agresiva política de precios al chocar con las expectativas de margen de beneficios de sus nuevos accionistas minoritarios. Además, le forzará a un ejercicio de transparencia de cara a sus rivales al tener que proporcionar información detallada cada trimestre, puesto que la matriz, que cotiza en la Bolsa de Bucarest, aporta tan solo datos seleccionados sobre su filial española.
Con todo, el estreno bursátil de Digi no es solo un plan de financiación, sino una declaración de guerra al statu quo de las grandes operadoras, asegurando que el cuarto competidor tendrá los recursos para seguir siendo un disruptor clave en el mercado español durante la próxima década.
¿Un modelo sostenible?
“No es un modelo sostenible”, claman sus competidores, mientras lanzan marcas low cost para desactivarlo (O2, Lowi, Simyo, MásMóvil, etcétera). Y es que las cifras financieras de Digi no admiten comparación en el mercado telcos nacional. Hasta finales de septiembre, sus ingresos crecieron un 19% frente al 1,7% que lo hicieron los de Telefónica de España o el 3,7% de los de MasOrange. Y su ebitda aumentó un 8%, cifra similar al aumento en MasOrange y muy por encima del 1% del crecimiento de Telefónica. Vodafone España está en pérdidas y con un retroceso de los ingresos.
Pero Digi no solo brilla en ingresos y clientes, también destaca en el empleo. Mientras que sus contendientes no dejan de adelgazar plantillas -Telefónica está a punto de aplicar un ERE para 6.000 trabajadores- la firma rumana ha superado los 10.000 profesionales lo que le consolida como el segundo operador con más trabajadores, solo por detrás de Telefónica. Su modelo, una vez más, ca a contracorriente: mientras Movistar, MasOrange y Vodafoe tienen externalizados casi todos sus servicios, Digi presta con personal propio desde la atención al cliente a la instalación de líneas.
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