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El Partido Comunista chino se cansa de la superficialidad de los ‘influencers’

El Gobierno de Pekín cierra las cuentas de aquellos que mostraban una conducta demasiado ostentosa y materialista en las redes sociales

Carta del corresponsal
La cadena de noticias Firstpost da la noticia de la prohibición en las redes sociales de China a la influencer Wang Hongquanxing.FIRSTSPOT

Hacer alarde de un estilo de vida lujoso puede costar la expulsión de las redes sociales chinas. Los líderes políticos del gigante asiático, en su afán de promover unos valores socialistas —bajo el control y la dirección del Partido Comunista— que calen entre la población, están librando una nueva batalla en internet, esta vez contra quienes muestran una conducta excesivamente materialista y excéntrica.

Decenas de influencers que habían ganado popularidad precisamente exhibiendo una vida con la que sus seguidores solo podrían soñar han desaparecido de las principales plataformas del país de manera prácticamente simultánea. Sus cuentas de Douyin (la versión china de TikTok), Weibo (que hace las veces de X en China) y Xiaohongshu (el Instagram local) han sido bloqueadas “por violación de las normas de disciplina”. Las cancelaciones parecen responder a la campaña que anunció en abril la Administración del Ciberespacio de China contra “la creación de personajes públicos extravagantes” y que, según adelantó el órgano regulador de internet, restringiría el contenido “en el que se muestre deliberadamente un comportamiento ostentoso basado en la riqueza para atraer seguidores”. En un informe de Douyin publicado el 15 de mayo, la red social comunicó que había eliminado durante la primera mitad del mes 4.701 vídeos y 11 cuentas que encarnaban “valores nocivos”, entre ellos, un perfil en el que menores de edad mostraban artículos de lujo y hacían alarde de su precio.

De entre todos los influencers bloqueados, destacan tres: Wang Hongquanxing, Bo Gongzi y Baoyu Jiajie, quienes convirtieron su fama en las redes en una carrera lucrativa mediante la venta de productos a través de retransmisiones en directo (live commerce, en inglés). Wang, quien aseguraba que no salía de casa ataviado con joyas y ropa valorada en menos de 10 millones de yuanes (casi 1,3 millones de euros), contaba con 4,3 millones de seguidores en Douyin. Apodado “la Kim Kardashian de China”, solía aparecer en sus vídeos luciendo jade y diamantes, y llegó a alardear de ser propietario de siete apartamentos de lujo en Pekín, recoge Phoenix News. La revista china Sixth Tone apunta que sus directos generaban ventas de entre 2,5 y 5 millones de yuanes. El Señorito Bo es otro adicto a los artículos de lujo, que paseaba a sus perros en bolsas de diseño y por su 25º cumpleaños se autoregaló un Rolls-Royce Cullinan personalizado. A sus tres millones de seguidores enseñaba sus viajes en primera clase y sus compras por todo el mundo. Por su parte, Hermana Perla es una acaudalada cantonesa de 50 años, perteneciente a la alta sociedad y, según sus fans, “la mujer más rica de internet”, que ofrecía a sus más de dos millones de seguidores visitas online por sus casas palaciegas de Macao.

El paraíso del lujo

China, la segunda nación más poblada del planeta, recibe la medalla de plata de los países con más multimillonarios del mundo, con 406, de acuerdo con Forbes. Según las últimas proyecciones del sector global del lujo de la consultora PriceWaterhouseCoopers, se espera que el gigante asiático se convierta en el mayor mercado para bienes personales premium en 2030. El año pasado, las compras de artículos de alta gama en China representaron alrededor del 16% de todas las adquisiciones a escala mundial, y se prevé que alcancen al menos el 20% en 2030. Un informe de la consultora Yaok revela que, en 2023, las ventas en línea de marcas de lujo en China alcanzaron los 257.400 millones de yuanes, un incremento del 17%. La adquisición de artículos de lujo ya representa el 42% de las compras totales por internet a escala nacional.

La economía china creció un 5,3% en el primer trimestre, pero los analistas aseguran que otros indicadores muestran que las condiciones reales de la población son más duras de lo que sugieren los datos oficiales. Y el Gobierno, que quiere evitar a toda costa que se propague el descontento, está tomando cada vez más medidas contra “el culto al dinero”. Cortar de raíz el contenido que muestra una vida de lujos o, como lo han descrito los medios de comunicación estatales, un “comportamiento tóxico” es un paso más en esa lucha.

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