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Rumania teme quedarse sin mano de obra barata al incorporarse al espacio Schengen

Los empresarios advierten de un éxodo de trabajadores extranjeros, sobre todo asiáticos, con la incorporación del país al área europea de libre circulación

Rumania mano de obra barata
Ciudadanos vietnamitas trabajan en una obra en el centro de Bucarest (Rumania).ADRIAN CATU (AFP/GETTY IMAGES)

La incorporación de Rumania como miembro de pleno derecho al espacio Schengen supondrá algunas ventajas, como menos burocracia y la agilización del paso de camiones en las fronteras, pero también agrandará el creciente problema de la escasez de mano de obra en el mercado laboral doméstico. Así lo advierten las agencias de trabajo temporal que prevén una marcha masiva de trabajadores extracomunitarios, especialmente asiáticos, a Occidente cuando se levanten los controles fronterizos por vía terrestre —aún sin fecha concreta— después de que se suprimieran a finales de marzo por mar y aire. Esta es la idea de Raju, un nepalí de 38 años que prefiere no dar su apellido y que trabaja para una empresa de reparto desde hace medio año. “Cobro el doble entregando comida que en mi país, pero sueño con ganar aún más cuando me marche a otro Estado europeo”, afirma este repartidor que reside en un complejo residencial destinado sólo a acoger a trabajadores al sur de Bucarest. “Vine de la mano de una empresa de trabajo temporal y de la misma manera espero lograr otro empleo con mejores condiciones laborales”, confiesa Raju sin complejos.

Rumania, que ha obstaculizado durante mucho tiempo cualquier tipo de inmigración al igual que otros Estados de la Europa del Este, comenzó a admitir a trabajadores de fuera de la Unión Europea hace pocos años debido a la presión de las patronales que se quejan de una acuciante falta de mano de obra por la sangrante marcha de sus nacionales: más de 5,7 millones de rumanos viven fuera, según el Ministerio de Exteriores. Esta crisis demográfica provocó que las autoridades se hayan visto obligadas a firmar acuerdos con otros países, como Vietnam, para aumentar así la cuota de permisos.

Sin embargo, las empresas de reclutamiento aseguran que la mitad de los más de 127.000 extranjeros que trabajaban en 2023 en Rumania —mayoritariamente asiáticos— según datos de Inspección de Trabajo, está al acecho de la adhesión completa al área de libre circulación para buscar empleos con salarios más elevados. Los sectores que se verían más afectados serían los de la construcción, el comercio minorista y la automoción, pero también el de los paneles fotovoltaicos. Ante el temor de un éxodo masivo, los empresarios lanzaron recientemente un llamamiento urgente para solicitar un contingente adicional de extracomunitarios para este año.

Control de fronteras

“Este fenómeno siempre ha estado presente, pero el control sistemático en las fronteras limitó los intentos de cruzarlas. Además, con el ingreso a Schengen, nos hemos convertido a su vez en puerta de entrada a la UE”, subraya Raluca Parvu, directora de la empresa de recursos humanos BPI, quien cree que Bucarest debe adaptar su legislación y el funcionamiento de las instituciones que otorgan permisos de residencia temporales y de trabajo. “A corto plazo, corresponde a los empresarios y a las agencias implicadas en la incorporación de extracomunitarios ofrecerles unas condiciones dignas para que quieran instalarse definitivamente en el país. A medio plazo, las autoridades locales también tendrán que pensar en estructuras y herramientas para la integración cultural de estos trabajadores”, prosigue Parvu.

Para la agencia de contratación Elite Searchers, su marcha acarreará un fuerte impacto en el mercado laboral, sobre todo en la construcción, la industria manufacturera y el comercio, actividades que concentran el 60% de los trabajadores de fuera de la UE y donde se suele pagar el salario mínimo, 3.700 ley (unos 743 euros). “El éxodo masivo de trabajadores asiáticos no solo creará un déficit laboral, sino que también generará un efecto negativo desde el punto de vista social y económico”, explica su directora, Corina Faier. “Por un lado, podría obligar a las empresas a invertir más en tecnología, a sustituir determinados puestos de trabajo por un software o robots; y, por otra parte, podría amplificar la escasez de trabajadores cualificados y no cualificados en determinados sectores, ejerciendo presión sobre la economía y el sistema de seguridad social”, remarca la gerente de Elite Searchers.

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