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BlackRock dirige ahora sus tentáculos hacia las infraestructuras

La compra de GIP permite a la mayor gestora de fondos del mundo poner un pie en uno de los sectores con más potencial de crecimiento

BlackRock
Sede de BlackRock en Nueva York (EE UU).Angus Mordant (BLOOMBERG)

La entrada sobrevenida de la mayor gestora de activos del mundo, BlackRock, como principal accionista de la gasística española Naturgy con un 20% del capital, ha causado revuelo en el mundo político y financiero cuando todavía resuena la polémica de la compra de hasta un 9% de Telefónica por parte de la empresa pública Saudí Telecom.

En este caso, el gestor estadounidense, que mueve en los mercados dinero de sus clientes por valor de 9,42 billones de dólares (8,64 billones de euros), accedía a Naturgy de forma indirecta como consecuencia de la compra el pasado 12 de enero de Global Infrastructure Partners (GIP), el administrador de infraestructura independiente más grande del mundo con más de 100.000 millones de dólares en activos bajo gestión. Hasta el momento de la adquisición, GIP era propietaria de ese 20% del capital —valorado en casi 5.000 millones de euros— de la gasista presidida por Francisco Reynés.

BlackRock es conocida por ser el gran inversor mundial en acciones. En el mercado español tiene activos por un valor superior a los 24.000 millones de euros, lo que representa casi el 4% la capitalización de las compañías del índice Ibex 35. Está presente en 19 de las 35 compañías del selectivo bursátil y destaca su peso en el sector energético. Figura como propietaria del 5,39% del capital de Iberdrola —solo por detrás de Qatar Investmen Authority con un 8,69%—, del 5,42% de Enagás, del 4,99% de Redeia y posee el 5,47% de las acciones de la petrolera Repsol. Sus tentáculos se expanden además por bancos, constructoras e infraestructuras de la Bolsa española.

El interés de la gestora estadounidense por la energía e infraestructuras viene de largo. Rich Kushel, director responsable del equipo de gestión de carteras de BlackRock, apuntaba en un reciente comunicado que habían invertido más de 320.000 millones de dólares (293.600 millones de euros) en empresas públicas de energía, incluidas inversiones en sectores energéticos tradicionales como el petróleo y el gas, y en energías renovables. “También invertimos en proyectos como oleoductos, instalaciones de generación y nuevas tecnologías e innovaciones que ayudarán a impulsar la economía global, ahora y en el futuro”, subrayaba. Y en la lista de las 25 mayores participaciones de la gestora en el mundo se sitúan las petroleras Chevron, de la que posee el 7,02% de capital, y Exxon Mobil con el 6,83%. Eso sí, sus grandes apuestas se encuentran en valores tecnológicos como Apple, Microsoft, Amazon y Google.

Con estas gigantescas cifras que mueve la firma, fundada en 1988 por su actual presidente, Larry Fink, es frecuente creer que ella es la propietaria de esa inmensa fortuna en los mercados. Pero no es así. BlackRock hace esas inversiones con el dinero que sus clientes (particulares e instituciones) meten en su larguísima lista de fondos de inversión, gran parte de ellos de gestión pasiva que se limitan a replicar la evolución de los índices. Para lograr la misma rentabilidad que los índices compran las acciones y alcanzan estos porcentajes tan impresionantes de capital de las compañías, al igual que ocurre con otras gestoras como su principal competidora, Vanguard.

Ignacio Cantos, socio director de inversiones de atl Capital, considera que la reciente compra de GIP es distinta a las posiciones que tienen por sus fondos de inversión cotizados (ETF) con una gestión pasiva que se dedica a replicar los índices. “Aunque BlackRock alcanza grandes porcentajes del capital, cuando se trata de fondos pasivos, no suele tener ninguna influencia en la marcha de la compañía, no ejercen sus derechos de voto ni colocan a sus representantes en los consejos de administración”. Y añade: “En el caso de GIP y, por tanto, en Naturgy, la cosa es distinta y sí que influirán y mantendrán los dos consejeros que ya tenía el gestor de infraestructuras que han adquirido”, explica. El propio director de operaciones de BlackRock, Ron Goldstein apuntaba en una reciente entrevista que el Gobierno español no debía “temer” por su 20% en el capital de Naturgy. El propio Reynés reconocía que BlackRock es un inversor que da estabilidad a las empresas.

Sin embargo, la compra de GIP supone un cambio, ya que BlackRock quiere crear un gran grupo de infraestructuras tras absorber GIP, por el que pagará 12.500 millones de dólares (11.460 millones de euros), —la mayor parte mediante acciones de la propia gestora— y mantendrá el antiguo equipo directivo. Y el resultado será un negocio combinado de 150.000 millones de dólares, cifra a la que BlackRock aporta 50.000 millones en activos de infraestructura gestionados de clientes. Además de en Naturgy, GIP tiene participaciones en 40 compañías como aeropuertos (Gatwick, Edimburgo y Aeropuertos de Sydney); centros de datos (CyrusOne); negocios de agua (Suez), renovables (Clearway, Vena y Atlas ) o de ferrocarril (Pacific National e Italo). Además, BlacRock anunciaba recientemente la compra de un 20% de la española Recurrent Energy, propiedad de Canadian Solar, por 500 millones de euros que irán destinados a desarrollar la marcha de la compañía renovable.

Más ingresos

El banco estadounidense Goldman Sachs, en un reciente informe al calor de la compra de GIP, respalda esta operación y mantiene su recomendación de compra de acciones de BlackRock. Considera que esta entrada en mercados más ilíquidos, como el capital riesgo, mejoran el conjunto de ingresos por comisiones que en el mundo de los fondos están muy presionadas por la fuerte competencia, sobre todo en la gestión pasiva. Las comisiones en negocios no cotizados de BlackRock, como crédito e infraestructura, se elevarían al 11% del total de ingresos por este concepto frente al peso actual del 6%.

En la gestora estadounidense justifican la creación de este conglomerado porque prevén que la infraestructura sea uno de los segmentos del sector privado de más rápido crecimiento en los mercados en los próximos años y argumentan también que se precisará capital privado en estas inversiones ante los grandes déficits gubernamentales. Curiosamente, los orígenes de BlackRock a finales de los ochenta son los de una gestora de fondos que se dedicaba a invertir exclusivamente en bonos. Dos hitos fueron clave en el paso hacia el mundo de las acciones que ahora representan algo menos de los 8,46 billones de euros que gestiona la firma estadounidense. En 2006 adquirió Merril Lynch Investment Managers, especializada en renta variable. El otro paso decisivo fue la compra en 2009 de Barclays Global Investors, líder en ese momento del negocio de ETF.

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