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Así salió Scalextric del coma para sobrevivir en la era de los videojuegos

Los históricos coches de carreras con los que han jugado varias generaciones se reinventan y la empresa crece en manos de la familia fundadora

Desde la izquierda, Joaquín Solleone, director comercial; Luis Arnau Carreras, consejero delegado, y Luis M. Arnau, director de Scalextric.
Desde la izquierda, Joaquín Solleone, director comercial; Luis Arnau Carreras, consejero delegado, y Luis M. Arnau, director de Scalextric.

Los coches de Scalextric siguen rodando más de seis décadas después de haber tomado la salida en España. El semáforo se puso en verde para la marca a principios de los sesenta de mano de la histórica juguetera Exin, y en 2018, tras pasar por diferentes dueños, los herederos del fundador de la empresa catalana se pusieron de nuevo a los mandos con la visión de llevarla a un tiempo que se escribe cada vez más en ceros y unos. En 2023 esperan facturar 5,5 millones de euros, uno más que en 2022.

“Nuestro objetivo es cómo hacer que este producto se acerque al target actual”, cuenta Luis Arnau, consejero delegado de Scale Competition Xtreme y nieto de Josep Maria Arnau Pibet, fundador de la compañía que puso en el mercado juguetes como Cinexin o Exin Castillos. Para ello han echado mano de la tecnología y han encontrado un aliado en las tabletas, sin olvidar que el núcleo de Scalextric, sus coches y pistas, es físico. “Y esto lo tenemos muy claro. Llevamos 60 años… y es que enamora”, dice Arnau por videollamada.

El motor de sus coches se alimenta de una mezcla de electricidad y nostalgia, de una historia que comenzó unos 27 años antes de que Arnau naciera, cuando en 1962 su abuelo se hizo con la licencia para España de aquel juguete de origen británico con un nombre que escondía su naturaleza. “Se llama Scalex, que quiere decir escala X, porque los primeros juguetes que se hacían eran coches de hojalata y no tenían una escala determinada”, dice Arnau. “Y luego, cuando decidieron ponerle el motor eléctrico y que fuera por unas vías, hicieron la contracción de Scalex con electric”.

Unos años después, a mediados de los setenta, la empresa que los había ideado entró en suspensión de pagos y, cuenta Arnau, Exin compró Scalextric para España, Andorra y México, desvinculándose de ella. Pero en 1993 la juguetera corrió la misma suerte. “Entonces Scalextric la coge una multinacional americana que se llamaba Tyco”, relata el consejero delegado. Cinco años después, Tyco pasó a formar parte de Mattel, y una sociedad barcelonesa, Tecnitoys, se hizo de nuevo con la explotación del juguete: “Y es, digamos, una segunda era dorada de Scalextric”.

A principios del nuevo milenio, Tecnitoys había duplicado las ventas y aumentado la cuota de mercado hasta el 70%, según recogió una noticia de CincoDías en 2001. Cuatro años después, en las mismas páginas, el entonces director general, Mark Hoijtink, decía que preveían una facturación de 27 millones de euros. En 2008, cuando ya estaba presente en nuevos territorios, como Rusia y Estados Unidos, la cifra se elevó hasta algo más de 38 millones. “La verdad es que desarrolló muy bien la marca, el producto, y entendió muy bien las necesidades del mercado”, comenta Arnau. “Lo que pasa es que la crisis de 2007, 2008 la dejó un poquito tocada”.

En su particular Raidillion —una curva en ascenso del circuito de F1 SPA-Francorchamps de Bélgica—, Tecnitoys acabó fuera de pista. “En 2013 entró en suspensión de pagos. De 2013 a 2018 la marca fue gestionada por Educa Borrás”, dice el consejero delegado, de 34 años. En 2018 se cerró el círculo y la marca volvió a aquellos que la acompañaron en sus primeros pasos en España y que, de una manera u otra, mantuvieron una conexión con ella. “Mi padre empezó en el departamento I+D en la época de Exin y aunque la marca ha ido, digamos, cambiando de gestor, mi padre siempre ha estado vinculado en esa parte”, apunta.

Desde entonces, han trabajado para capturar en sus coches el espíritu de la época. “El Scalextric Advance, que es el que estamos potenciando a día de hoy porque es el futuro, es una pasada”, asegura Arnau. Esta modalidad sin cables cuenta con pistas con bluetooth en las que pueden competir hasta nueve jugadores y coches inteligentes con los que es posible, por ejemplo, cambiar de carril. “Te permite llevar la experiencia mucho más allá”, dice. A través de la aplicación, cuyo desarrollo fue uno de los principales retos, se puede entrar en boxes o simular condiciones meteorológicas. “Te conectas, configuras y tienes una experiencia de juego como si estuvieras viendo la fórmula 1. Te sale toda la información: Luis ha corrido con este coche, ha quedado en tal posición, su vuelta rápida es tanto…”.

‘Niños’ de 50 años

Durante años, el Scalextric fue uno de los regalos estrella en las listas de los Reyes Magos e hizo las delicias de niños que crecieron en los ochenta y noventa viendo los anuncios en los que se oía “Scalextric, emoción completa” o “Scalextric, escuela de campeones”. Hoy esos niños tienen entre 35 y 50 años y, dice Arnau, son un público objetivo que está creciendo mucho, con el que siempre han trabajado. El segmento de coleccionismo contribuye a mantener la recurrencia y suavizar el peso de la estacionalidad, ya que la campaña navideña supone alrededor del 70% de sus ingresos. “Yo siempre digo que nuestro público objetivo es de 4 a 99 años”, apunta.

Para el consejero delegado, uno de los aspectos que más atrae de Scalextric es su capacidad de reunir alrededor de sus circuitos a jugadores de muy diferentes edades, también compartiendo la partida. “Pocos juguetes permiten que jueguen padres e hijos de manera conjunta y que se lo pasen bien los dos”, comenta al respecto. Además, destaca la creatividad relacionada con el diseño y construcción del circuito. “Tiene una parte de competitividad. Tiene una parte de mecánica, la puesta a punto del coche”, dice. “Es muy 360 y cada persona se sentirá más afín con una”.

Los precios de sus sets, de las gamas Compact, Original y Advance, van de los 40 a los 450 euros y su principal canal de ventas, responsable del 70% de las mismas, es el comercio físico. “El online es una realidad y va creciendo, pero nuestros propios clientes son los primeros que abren canales online”, cuenta Arnau. “Y luego, claro, tienes actores como Amazon”.

En los últimos años, la compañía se ha centrado en el mercado nacional y ahora quiere abrirse más a las exportaciones, que suponen entre el 15% y el 20% del negocio. “Estamos presentes en Europa, en Estados Unidos, en México, pero queremos no solo tener presencia, sino empezar a tener presencia significativa”, dice al respecto Arnau. También aspiran a desarrollar más la comunidad en torno a sus productos: “Hacer que esta conectividad sea mayor, que ya no solo sea la tableta un complemento para el juego, sino que sea un ecosistema donde la gente se pueda conectar, pueda compartir, pueda enseñar, y toda la comunidad de Scalextric esté allí”. La siguiente bandera a cuadros ondea en los 10 millones de euros, una facturación que esperan alcanzar en los próximos años.


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