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El cortejo sobre Applus+ se acelera

La compañía, especializada en ITV y negocios de certificación, despierta el interés de los grandes fondos de capital riesgo

Applus+
Una de las estaciones de revisión de vehículos de Applus+.

Si existiera un molde para hacer ofertas de compra (opas), la multinacional Applus+, líder en el negocio de las ITV, encajaría en él como un zapato John Lobb en un pie de millonario. La empresa, dicen los que saben de ofertas de adquisición —y de zapatos—, lo tiene todo para despertar interés entre los buscadores de beneficios seguros y rápidos: capacidad de hacer caja; ausencia de un accionista mayoritario de control y una estructura de negocio de cuatro grandes áreas (energía e industria, automóvil, IDIADA y laboratorios), generadoras de efectivo y fáciles de colocar y vender en un sector en consolidación. El sueño del tiburón Gordon Gekko, el protagonista de la película de Oliver Stone Wall Street.

Applus+ tiene como principales accionistas a Morgan Stanley (5,5%), Southeastern Asset Management (5,1%), DWS (3,8%) y el Banco Santander (3%), su primer accionista español. Hoy por hoy, su negocio principal son los servicios que presta a las empresas energéticas e industriales, que aportan el 54% de sus ingresos (un total de 2.049 millones en 2022). Su presencia de 10 años en Bolsa y la situación de los mercados han alimentado las expectativas de una operación sobre la compañía. Hay ambiente. Applus+ reconoció a la CNMV a principios de mayo que existen “muestras de interés, no vinculantes y no solicitadas” para la adquisición de la compañía. Reuters reveló los interesados: los fondos de capital riesgo Apollo, Apax y un consorcio formado por I Squared y TDR.

Pero sólo son los recién llegados. Desde el arranque de la guerra de Ucrania y la subida de tipos de interés, Applus+ ha figurado en la mayoría de las quinielas como un candidato a recibir una opa que la excluyera de Bolsa. Ya en el mes de marzo, según recogen las notas de la gestora Bestinver Securities, la prensa detalló el supuesto interés de Brookfield en una oferta preliminar no oficial a un precio de 10 euros por acción que fue rechazada por la compañía. A raíz de la oferta, la empresa se habría dirigido a JP Morgan para analizar el interés de diferentes fondos. Ante la agitación, discreción. La compañía, que celebrará junta general en junio, no hace comentarios. “Preferimos mantener un perfil bajo”, explican fuentes autorizadas de la empresa.

El capital riesgo busca en Applus+ “negocios recurrentes [predecibles], con contratos a largo plazo, centrados en nichos en los que es líder y que implican mayores márgenes y rentabilidad”, explica el analista de GVC Gaesco Jaime Pallarés. Una actividad de interés porque los principales clientes finales en los países en los que opera la compañía —65 países y 25.000 empleados— son ministerios, agencias gubernamentales e instituciones públicas. Y entre sus clientes privados figura el Gotha de las empresas: ACS, Iberdrola, Toshiba, Bosch, Rolls Royce, Airbus, Shell, Naturgy, Nissan y General Electric, por mencionar algunos. Lógicamente, una clientela así obliga a estar muy pendiente de las decisiones políticas de los gobiernos, aunque lo que ofrece Applus+ —una especie de seguro de calidad de actividades esenciales— atrae tanto a empresas como a administraciones.

Con esos mimbres, Applus+ ha dado forma a un plan estratégico hasta 2024, obra directa de su actual consejero delegado, Joan Amigó. El plan es un cesto cuyo contenido esencial es el crecimiento de ingresos (10% anual); el aumento del beneficio por acción ajustado del 13%; un retorno del capital invertido en 2024 superior al 12%; recompra de acciones (5%); entre 300 y 400 millones destinados a compras y —punto importante— el mantenimiento bajo control, por debajo de tres veces, del ratio deuda/beneficio bruto.

La deuda, junto a la financiación generosa de los clientes públicos, son puntos calientes en el mapa financiero de la empresa. El endeudamiento, a finales del pasado ejercicio, alcanzaba los 909 millones de euros. Para Applus+ es importante identificar las actividades menos rentables para venderlas, soltar lastre y financiar la entrada “en mercados de mayor crecimiento y margen y con menores riesgos”, según recogen los documentos públicos de la propia empresa. Las últimas operaciones de venta responden a ese plan. Applus+ salió de Finlandia (Katsastajat OY), de Estados Unidos (vendió Applus Technologies) y, más recientemente, de Costa Rica. Lo ha compensado con las compras en los dos últimos ejercicios de empresas como la alemana IMA , la saudí Safco o, más recientemente en España, IDV Madrid y Enertis.

En el horizonte de Applus+ hay otro punto de inquietud; relativa, pero inquietud al fin. En septiembre de 2024 finaliza la concesión de 25 años de la Generalitat de Cataluña a la filial IDIADA (20% de la propia Generalitat). IDIADA, antiguo Instituto de Automotriz Aplicada, presta servicios a las compañías automovilísticas en el desarrollo de sus nuevos productos con el diseño, la ingeniería, el ensayo y la homologación. Para Applus+, IDIADA supone el 14% de los ingresos. Aunque el contrato tiene la posibilidad de renovaciones en periodos de cinco años, la Generalitat ha decidido que no habrá más extensiones del contrato vigente, sino una licitación para una nueva concesión de 20 o 25 años. Applus+, por historia, experiencia y contactos juega en casa. Pero tendrá que competir con otras empresas.

El papel de la Generalitat

“Applus+ tiene buenas relaciones con la Generalitat, gestiona el negocio de IDIADA desde hace muchos años y no debería haber mucho riesgo [de perder el gran contrato]. Al final, es una empresa catalana, con buenos contactos”, resume Pallarés (GVC Gaesco). Es la opinión más extendida y se basa en buena parte, en la historia de Applus+, con dos hitos principales. Uno, la creación de IDIADA en los años setenta a instancias de la Universidad Politécnica de Cataluña, con un campo de pruebas de 370 hectáreas en La Oliva (Tarragona) como principal activo; y dos, la constitución en 1996 de Applus+ por la compañía Aguas de Barcelona con el impulso de La Caixa.

La Generalitat privatizó IDIADA en 1999 y la adjudicó a Applus+. En apenas cinco años, la compañía atrajo el interés de nuevos inversores como Soluziona-Unión Fenosa o Caja Madrid. En 2007, los accionistas de control (Agbar, Fenosa, Caja Madrid) vendieron la empresa al fondo Carlyle, que la preparó durante siete años para su debut en los mercados en el año 2014. Carlyle vendió las acciones en la salida a Bolsa a 14,5 euros la acción. Hoy, dudas y pandemia mediante, los títulos de Applus+ cotizan en torno a los 9 euros, lo que sitúa el valor en Bolsa de la compañía en torno a los 1.216 millones. A tiro de opa. Si la compra se concreta, sería la mayor operación en lo que va de año en España. Un calambre en un mercado que ha estado paralizado durante meses por la incertidumbre y el encarecimiento del crédito.

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