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Turismo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Entre la Q de calidad y la S de sostenibilidad y seguridad

Los retos para abordar la transformación del turismo español pasan por una política reparadora que aglutine al atomizado sector

Fitur
El presidente del Instituto de Calidad Turística, Miguel Mirones; el presidente del ICO, José Carlos García de Quevedo, y la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto., en la entrega de los Premios Q de Calidad.ICTE (Europa Press)
Miguel Ángel Noceda

Recordaba el presidente del Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE), Miguel Mirones, en la celebración el jueves de la Noche Q (de calidad turística), ante la ministra del ramo, Reyes Maroto, que hace unos años se le preguntó a un periodista, participante en un congreso de dicha institución, la razón por la que el sector turístico, que representa el 15% del PIB español, no tenía mayor presencia en las primeras páginas de los periódicos. Aquel contestó sin titubear: “Porque el sector turístico normalmente sólo da buenas noticias, y las buenas noticias no venden”.

En efecto, la información del sector se ha limitado tradicionalmente a volcar los datos sobre el número de turistas y a eventos como la Feria Internacional de Turismo (Fitur), que este año ha vuelto a celebrarse tras el paréntesis del año pasado por la pandemia y pese a la amenaza creciente de la sexta ola. Y ha sido el azote de la pandemia, precisamente, el que ha provocado que el sector haya pasado a estar presente en las primeras páginas (es decir, por ser mala noticia) y la información se enfoque ahora más a las necesidades que tiene para seguir siendo uno de los motores de la economía española.

En ese sentido, la celebración de Fitur permite plantearse el turismo del futuro. Es el momento de poner el foco en las medidas de recuperación; pero, sobre todo, de transformación, bajo la premisa lanzada por Maroto de que “el éxito de nuestro modelo turístico debe basarse en la calidad y no en la cantidad, en el desarrollo de nuevos productos y servicios, aplicando la innovación y la digitalización como motores de la transformación”. Es decir, mejor pasar de hablar de batir récords de visitas a hacerlo sobre otros atributos como la calidad, la seguridad y la sostenibilidad, los tres pilares sobre los que se debe pivotar el futuro del sector.

Eso exige hacer una política reparadora. Será clave añadir la S de sostenibilidad y de seguridad (y de salud) a la Q de calidad. “Al igual que se ha conseguido que la Q sea la gran marca que identifica al sistema de calidad turístico español, la S debe convertirse en la marca que identifique los productos y destinos que apuesten por la sostenibilidad, que tiene que ser económica, social y medioambiental”, en palabras de Mirones, en sintonía con Maroto.

Esa sintonía explica que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, convocara el viernes en el recinto ferial a responsables del sector para conocer sus puntos de vista. La intervención de Sánchez, tampoco muy común en un presidente del Gobierno cuando las cosas van bien (o sea, lo normal hasta ahora), pone en evidencia también la necesidad de aglutinar a un sector muy atomizado, en el que cada cual pregona por separado y no precisamente existe unanimidad. “Lo que parece importante es que debe haber consenso de todas las asociaciones sectoriales, creando unas especificaciones técnicas que permitan a empresas y destinos aterrizar los objetivos de sostenibilidad en el ámbito turístico bajo esa única marca S y no 17, lo que generaría un confusionismo enorme en el sector. Y no intromisiones de tantas como hay”, denunciaba Mirones el jueves.

En la misma intención de aglutinar posturas se entiende el artículo del presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, en EL PAÍS, en el que reclama la colaboración público-privada, el uso eficaz e inteligente de los fondos europeos, la intervención de las comunidades autónomas y ayuntamientos, un marco fiscal y normativo que favorezca el crecimiento de las empresas y poner el foco en el capital humano con captación de talento.

El frente de los fondos europeos, es motivo de polémica, quizá alentado por las peleas políticas. En breve, se deben definir los planes de sostenibilidad turística para ayuntamientos y comarcas. Según datos sectoriales, se han destinado 3.400 millones, de los que 3.100 se han derivado para las comunidades autónomas y ayuntamientos y 615 ya se han adjudicado. La duda radica en si va a ser un revulsivo o no. La preocupación, según las fuentes, es que las ayudas se conviertan en un Plan E turístico (el Plan E fue impulsado por el Gobierno de Zapatero para estimular la economía, pero los fondos terminaron en destinos variopintos) y no se aprovechen para la transformación que necesita el sector.

Se reclama un reparto equitativo. Y mientras Exceltur, dominada por las grandes cadenas, pide primar sol y playa, el Gobierno quiere dar más bola al turismo interior. Los expertos apuntan que se puede caer en el error de apoyar proyectos rimbombantes, pero poco transformadores.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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