Suelos llenos de energía que recargan tu patinete
Solum ha desarrollado una baldosa solar que se instala sin hacer obras para aportar electricidad a pequeños aparatos
Tres amigos, Carlos Rodríguez, Antonio Cabrera y Luis Muñoz, ingenieros industriales especializados en renovables, y un proyecto de futuro común. Este fue el principio de la historia de Solum, una empresa sevillana que echó a andar en 2019 con una inversión inicial de unos 200.000 euros, que llegaron desde empresas como Naturgy, Telefónica o el Instituto Tecnológico Europeo. Su reto: aprovechar los espacios urbanos vacíos para producir energía limpia. “La generación de energía es un mercado muy desarrollado y competitivo, así que decidimos darle un giro a esta idea”, concreta Muñoz. De ahí nació su producto estrella, una baldosa fotovoltaica que sirve de estación de recarga para vehículos eléctricos ligeros, como un patinete, y que muy pronto tendrá su versión para la bici, la moto o el coche ligero biplaza de menos de 1 Tm, “el coche eléctrico familiar no entra en nuestros planes. No es viable económicamente”, aclara.
Una baldosa que se puede instalar en cualquier sitio, es transitable, no necesita conexión a la red, no requiere apenas mantenimiento y tiene una resistencia dos veces superior al hormigón. Se instala en un espacio a partir de cinco metros cuadrados, en el que caben ocho patinetes, y tiene un coste de entre 700 y 1.000 euros. “Es barato porque no requiere obras, ni canalizaciones. Y si quieres, se puede transportar”, explica Muñoz. Con estas características, Solum presume de ser la única empresa en el mundo con esta tecnología y de hacerlo desde Sevilla con proveedores locales.
Su producto tiene como principales clientes a centros comerciales, promotoras de viviendas, gimnasios, centros de estudios o clubes de fútbol como el Betis. También el Puerto de Valencia o la Cartuja de Sevilla han instalado este suelo solar y tienen varios proyectos con Iberdrola para implantarlo en la Universidad de Salamanca y en dos intercambiadores madrileños.
Su lugar natural es sobre todo urbano y son las grandes ciudades sus principales receptoras. Tras Madrid, Valencia y Sevilla, el próximo año tienen un proyecto con el que aterrizarán en Barcelona, donde instalarán 20 estaciones en el barrio de Poble Nou. “Es una experiencia piloto para ordenar la movilidad compartida. Un proyecto que vamos a replicar en Estambul (Turquía) y en Tesalónica (Grecia)”.
En julio hicieron una ronda de financiación a través de la Bolsa Social, Capital Energy y Wayra, que les ha supuesto unos ingresos de 750.000 euros, para internacionalizar la empresa. “En Países Bajos tenemos dos proyectos con la compañía CRH, una gran empresa de elementos de construcción”, comenta Muñoz. Un primer paso que tiene otros países en la lista como Francia o Alemania, “aunque Italia, sin buscarlo, ha llamado a la puerta y ha mostrado mucho interés por el producto”.
La empresa que cuenta con siete empleados, sumó una facturación de 100.000 euros en 2020, pero sus previsiones apuntan a cerrar el presente ejercicio en torno a 500.000.
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