Cómo ganar dinero y contribuir a frenar el calentamiento global
La emisión de deuda ‘verde’ ligada a financiar proyectos sostenibles es uno de los segmentos que más crece este año
Aires de ética recorren el mundo del dinero y cada vez soplan con más fuerza. Colocar los ahorros en empresas o activos financieros que promuevan una mejora medioambiental, que busquen fines sociales o favorezcan la sostenibilidad del planeta es ya una exigencia de muchos inversores. Y además no quieren que esas mejoras acaben como puras acciones de marketing o que entre tanto proyecto verde que financiar se cuelen colores más cercanos al gris o el negro del humo.
Las cifras demuestran el interés existente en España. Como botón, la primera emisión del Tesoro español de bonos verdes en este septiembre por 5.000 millones de euros, tuvo una demanda de 60.000 millones (12 veces lo ofrecido). En el primer semestre de este 2021, los bonos sostenibles crecieron un 70% hasta los 15.103 millones y de esta cuantía, 8.853 millones correspondían a bonos verdes, con aumento también del 70% respecto a 2020, según el Observatorio Español de Financiación Sostenible (Ofiso).
Bancos y empresas energéticas se sitúan al frente de esta tendencia: el dinero captado irá para mejoras medioambientales con la descarbornización como uno de sus principales objetivos. Y estas emisiones tienen mucho futuro en Europa, que busca la neutralidad de emisiones contaminantes para 2050. También es el salto cualitativo que quieren dar las economías europeas tras el parón que la covid-19 tendrá su sello sostenible. Bank of America recuerda en un reciente informe que la Unión Europea tiene previsto iniciar la emisión de bonos verdes este otoño. El objetivo de la Comisión es que el 30% de los bonos Next Generation para reactivar las economías sean ecológicos, lo que supone emisiones por valor de 250.000 millones de euros hasta 2026. A escala mundial, el apetito por lo sostenible también anda disparado. S&P Global estima que en 2021 se emitirá un billón de dólares (850.000 millones de euros) en sostenibilidad.
Entre los compradores se sitúan fondos de inversión y pensiones que llevan esta etiqueta medioambiental y cuyos patrimonios han crecido mucho, consecuencia del interés del inversor de a pie.
El lavado verde
Un riesgo aún por resolver en este creciente mercado de deuda es cómo evitar que nos den gato por liebre. “La falta de coherencia en el etiquetado de los instrumentos y la divulgación posterior a la emisión de los objetivos suscitó el temor de los inversores de que las afirmaciones de sostenibilidad hechas por los emisores pudieran ser exageradas u ofrecer poca confianza”, explican en S&P Global. Incluso se utiliza el término inglés greenwashing (lavado verde) para explicar estas prácticas nada deseables. Este concepto lo acuñó el ambientalista Jay Westerveld en 1986 en un ensayo en el que recogía que un hotel estaba alentando a sus clientes a reutilizar las toallas para ayudar a proteger el medio ambiente, cuando en realidad la petición era una táctica de marketing para ayudar al hotel a recortar costes y mejorar sus márgenes de beneficio.
“Con el tiempo, la definición de lavado verde se ha transformado. Mientras que en el ejemplo de Jay Westerveld, los beneficios ambientales se lograron en última instancia a pesar de que la motivación principal era reducción de costes, las preocupaciones sobre el lavado verde se han vuelto más amplias en las empresas”, explican desde la firma de calificación.
Volviendo a los 5.000 millones lanzados por el Tesoro español, la emisión se ha realizado conforme al Marco de Bonos Verdes del Reino de España publicado el pasado mes de julio, que cuenta con la máxima calificación medioambiental otorgada para un país por el verificador independiente Vigeo Eiris (grupo Moody´s).
Y aquí es donde Europa se ha puesto manos a la obra para evitar que el verde pierda su intensidad. La socia del despacho FinReg, Úrsula García, destaca la propuesta de Reglamento de la Comisión Europea publicado el pasado 6 de julio que busca aumentar el liderazgo mundial de la UE en términos de sostenibilidad. Un Reglamento que aún se está tramitando y que todavía no tiene una fecha prevista de aprobación, en el que se introduce con carácter voluntario el estándar europeo de bonos verdes para emisores públicos y privados con unos criterios comunes, para evitar el fraudulento lavado verde.
Las principales líneas incluyen que el término bono verde europeo (EuGB, por sus siglas inglesas) solo podrá aplicarse para los bonos que persigan objetivos ambientalmente sostenibles, según normas estrictas (taxonomía). Los emisores deberán evaluar si la actividad, proyecto o activo que se quiere financiar contribuyen sustancialmente a alguno de los objetivos ambientales de la taxonomía, no causa ningún perjuicio significativo en el resto de objetivos definidos y se realiza con unas garantías mínimas.
También habrá que dar transparencia con métricas claras a las inversiones realizadas mediante informes anuales de asignación de esos recursos donde se refleje el impacto que suponen. El emisor deberá publicar de forma gratuita estos informes en su web, así como un antes y un después de los efectos de esa emisión. ESMA, el supervisor bursátil europeo, llevará un registro de estas emisiones, podrá pedir información y también tendrá capacidad de sancionar si no se cumple con lo reflejado en los folletos de emisión o en sus obligaciones de información, entre otros aspectos.
Llegan los pagarés
Además de sus nobles fines, los bonos sostenibles también son una forma de inversión a la que exigir seguridad, rentabilidad y liquidez. En un informe de Bank of America destacan que suelen gozar de una rentabilidad ligeramente superior (de 3 a 5 puntos básicos, o sea, 0,03% o 0,05%) a la de los bonos normales lanzados por el mismo emisor. La emisión del Tesoro de principios de septiembre, ofrece un cupón anual del 1% a un plazo de 20 años, aunque finalmente se colocó al 1,034% de rentabilidad.
La pasada semana se conocía también el lanzamiento por vez primera de pagarés verdes en lugar de bonos. Se trata de un programa de 100 millones de euros de Grenergy que busca acortar el plazo de su financiación. Ya emitió anteriormente bonos verdes por 50 millones de euros. Desde AXA IM ven muy interesante para este segmento de deuda: “Las iniciativas de los emisores que construyen una curva de bonos verdes en lugar de centrarse en un vencimiento específico son positivas”.
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