Las comunidades controlan 211.000 casas de alquiler social, un 1,2% del parque de vivienda
Los datos facilitados por las autonomías apuntan a un aumento en los últimos cuatro años, pese a que España sigue muy lejos de la media europea
Las comunidades autónomas controlan cerca de 211.000 viviendas sociales en régimen de alquiler, de las cuales poseen aproximadamente 196.000. Es un número superior al de cuatro años atrás, pero sigue siendo exiguo en comparación con el parque de viviendas: representa entre un 1,1% y un 1,2% del total de casas que hay en España según el censo de 2011 (el INE está pendiente de publicar la actualización con datos de 2021). Los parques autonómicos sí suponen el grueso de la vivienda social que hay en España, que según las últimas estimaciones del Gobierno se sitúa entre 290.000 y 300.000 viviendas.
El cálculo ha sido realizado con datos facilitados a EL PAÍS por las 17 comunidades autónomas. A partir de las respuestas se ha tratado de homogeneizar la cifra, puesto que se dan realidades muy diferentes por territorios y las modalidades de vivienda protegida suponen una auténtica sopa de letras. La suma total, que arroja la cifra exacta de 210.971 casas, incluye en algunos casos viviendas que no son de titularidad pública, pero que algunos gobiernos autónomos consideran dentro de su sistema de alquileres sociales.
En la parte baja de la horquilla, las 195.779 viviendas que se consideran de titularidad autonómica (aunque hay algunas que no lo son exactamente) se han computado en términos comparables con el Observatorio de Vivienda y Suelo que el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana publicó en septiembre de 2020 (con datos de 2019) y que constituye el último recuento de carácter oficial sobre el volumen de vivienda pública que se ha hecho en España. En el mismo figuraban 184.358 viviendas protegidas para arrendamiento o arrendamiento con opción de compra en manos de las autonomías. Eso supone que en cuatro años se habrían sumado unas 10.000 viviendas, lo que significa un 6% más.
Pese a ello, el porcentaje de arrendamientos sociales respecto a los 18 millones de primeras residencias que hay en España se queda muy lejos de la media europea del 9,3%, según el mismo informe ministerial. Y ese peso de la vivienda social sobre el total todavía se diluirá más, previsiblemente, cuando se publiquen datos del censo de 2021, porque otras fuentes estadísticas, como la proyección de hogares del INE, apuntan a que en España hay ya actualmente unos 19 millones de hogares.
Mejoría generalizada
Con respecto a cuatro años atrás, casi todas las autonomías han aumentado sus cifras de vivienda de titularidad autonómica o de entes dependientes. Los mayores incrementos en volumen son las 4.257 casas de más que computa la Comunidad Valenciana, las 2.809 del País Vasco y las 2.158 de Canarias. Pero también Madrid, Castilla-La Mancha, Murcia o Cataluña declaran unas cifras que supone haber ganado en todos los casos más de 1.500 viviendas. En porcentajes, destacan Murcia (75% de aumento) y otras comunidades con parques pequeños como La Rioja, donde un aumento de 215 casas supone aumentar más del 600% porque partía de una cifra de apenas 35 pisos.
Por el contrario, en Andalucía el parque habría bajado en un 1,5%, con 736 casas de titularidad autonómica menos, y en Asturias en casi 900 viviendas, con un retroceso del 8,4%. La caída es del 20% en Aragón (154 menos) y del 58% en Galicia (5.254 casas menos). En estos dos últimos casos hay que tener en cuenta que el grueso de la vivienda que declaraban tener en 2019 se correspondía con la modalidad de alquiler con opción a compra. No obstante, Aragón y Galicia, junto con Castilla y León y Cantabria, se encuentran entre los territorios con un menor porcentaje de vivienda social en relación con el total de casas, todas por debajo del 0,5%.
Los porcentajes más elevados son el 3,2% de Extremadura y el 3% del País Vasco, que con un cómputo de más de 26.000 viviendas es la que tiene el sistema más nutrido tras Andalucía, que con cerca de 50.000, iguala en porcentaje la medida nacional. Madrid, con más de 22.000 viviendas, es la tercera por volumen, pero en porcentaje está por debajo, con un 0,9%. Y lo mismo le pasa Cataluña, que se acerca a las 22.000 si se suman a sus 18.000 viviendas otras 4.000 cedidas para que las gestione una agencia de la Generalitat, pero todo junto apenas representa el 0,7% del total del parque.
Los arrendamientos en manos de las comunidades autónomas no son toda la vivienda social que hay en España. En el boletín de 2020 se sumaban casi 64.000 casas en manos de ayuntamientos de más de 20.000 habitantes (Barcelona, por ejemplo, era la ciudad con más casas sociales al acercarse a las 9.000). Al sumar estas, junto con otras municipales o de entidades del tercer sector que no se han computado, la cifra se acercaría a ese entorno de 290.000 a 300.000 viviendas de las que habla el Gobierno y que equivaldría al 1,6% del total de primeras residencias. El porcentaje se queda a años luz de los de Países Bajos (30%) Austria (24%) o Dinamarca (21%), según los datos que maneja el informe ministerial de hace tres años. Entre las grandes economías continentales, Francia y el Reino Unido rondan el 17%, mientras que Alemania o Italia no llegan al 4%.
La carencia de vivienda social tiene consecuencias graves, máxime cuando en la última década España ha incrementado su porcentaje de inquilinos y asiste, como otras economías avanzadas, a una crisis de asequibilidad de la vivienda que de momento no encuentra fin. “El problema fundamental es que estamos aumentando la desigualdad desde hace tiempo, que las ciudades cada vez son más segregadas”, sintetiza Jesús Leal, catedrático de Sociología y profesor honorífico de la Universidad Complutense de Madrid. Una situación, añade, que provoca “polarización” y “es pasto de populismos y de enfrentamientos extremos”.
En la base del problema, Leal sitúa que “se ha promocionado mucho tiempo el acceso en propiedad y se ha descuidado la formación de un patrimonio de vivienda social que puede dar respuesta tanto a los jóvenes como a familias con menos recursos”. Un problema agravado por el hecho de que España cuenta con “pocos y malos datos sobre la vivienda social y quién la habita”, algo que cree que la nueva ley de vivienda no solucionará, aunque sí “posibilita” una solución a largo plazo. Esta es fortalecer el parque social con nuevas promociones, públicas o en colaboración con el sector privado, pero el experto advierte que igualar la tasa del 9% de viviendas sociales que tiene Europa requerirá “duplicar e incluso triplicar” el magro presupuesto actual. “E incluso así llevaría 30 años”, apostilla.
Aumentar la vivienda social fue precisamente una de las banderas que el Gobierno enarboló en la campaña de las pasadas elecciones municipales y autonómicas. En diferentes intervenciones, el presidente, Pedro Sánchez, prometió cerca de 200.000 nuevas casas para alquiler a precios asequibles. En el caso de que todas se hicieran realidad, una gran parte engrosarían los parques autonómicos, ya que son las comunidades las que tienen las competencias para ello. No obstante, los planes mezclaban inmuebles ya existentes con promociones que llevarán años en construirse o con opciones de compra de pisos de la Sareb que, en muchos casos, los ejecutivos autónomos ya han descartado por creer que no se adecuan a sus necesidades. Pese a ello, Administraciones de todo color político han impulsado en los últimos tiempos nuevas promociones, normalmente con formas de colaboración público-privadas, para levantar más pisos de alquiler a precios regulados. Una ingente labor a la vista de los datos actuales.
Sigue toda la información de Economía y Negocios en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.