Cuenta atrás para despedir al mítico Ford Fiesta
La multinacional dejará de producir en julio el icónico modelo que comenzó a ensamblar en los setenta la planta española de Almussafes
De lo que fueron huertos de naranjas y cebollas salió en octubre de 1976 el primer Ford Fiesta fabricado por la multinacional estadounidense. Henry Ford II eligió el municipio valenciano de Almussafes para levantar una fábrica que surtiese de vehículos los mercados del sur de Europa, y aunque originalmente la idea era producir el Ford Taunus, la crisis del petróleo aconsejó un utilitario más pequeño y de menor consumo. Así nació el modelo Fiesta, un coche americano con nombre español que se despedirá en julio (no hay todavía una fecha concreta, según la compañía) para siempre de la planta de Colonia —donde se monta en la actualidad— después de 47 años de historia. La factoría valenciana lo fabricó en exclusiva durante unos años, pero posteriormente se ha ensamblado en otras 15 factorías de la compañía. De Almussafes han salido cinco de los 22 millones de unidades producidas en sus casi cinco décadas de vida. En EE UU solo se vendió un par de años.
El Fiesta, uno de los coches más populares en las carreteras españolas en los años 80 y 90, dice adiós un año antes de lo previsto para dar paso a la generación de vehículos eléctricos en Colonia y porque el gusto de los conductores ha variado y prefieren los modelos SUV a los turismos. No habrá, por tanto, versión eléctrica del coche conocido coloquialmente como Fordfi. “Era un coche para la gente, ni grande ni lujoso. Gracias compañero por todo lo que nos has dado”, recoge el vídeo con el que la multinacional estadounidense despide y agradece los servicios prestados al Fiesta.
Durante su gestación, los responsables de Ford llamaron al prototipo Bobcat y aunque se barajaron muchos nombres -Amigo, Bravo, Sierra, Bebe, Bambi, Bolero…- el propio Henry Ford II eligió que fuera Fiesta, tal vez inspirado en la obra del Nobel Ernest Hemingway o porque sencillamente iba bien con el público joven al que iba dirigido. El primero que salió de la cadena de montaje media unos 3,5 metros de longitud y pesaba menos de 800 kilos, pero el modelo evolucionó y el último rediseño, de 2017, medía cuatro metros de largo y 1,2 toneladas de peso. No se parecía en nada al original. El utilitario revolucionó en su día los coches de su gama al incorporar la tracción delantera y el sistema de frenado ABS.
La mayoría de los empleados que vivieron la inauguración de la factoría valenciana en octubre de 1976 están jubilados, pero aún recuerdan que el primer vehículo que salió de la cadena de montaje se sorteó entre los empleados. Y fue el propio Juan Carlos I, recién estrenado monarca de España, quien se dirigió al ganador, un mecánico extremeño de la planta de Carrocerías, y estrechándole la mano le entregó las llaves de un coche que costaba unas 125.000 de las antiguas pesetas. “Ha sido un icono querido y un amigo fiel para millones de conductores”, reza el anuncio de despedida. Almussafes no olvida sus orígenes y una unidad del modelo original se conserva en el vestíbulo de las oficinas centrales de la factoría.
Almussafes perdió el modelo con el que se estrenó en el sector de la automoción dos veces: la primera en 1997, cuando la compañía apostó por que la fábrica española montase su pequeño Ford Ka. El Fiesta se lo llevaron a Alemania y la plantilla vivió con angustia aquella decisión porque el utilitario era un valor seguro, de gran aceptación y ventas entre el público, frente a las dudas que rodeaban al Ka, recuerda Carlos Faubel, presidente del comité de empresa de Ford en Almussafes. El modelo talismán para la fábrica valenciana volvió rediseñado en 2002 y se quedó hasta 2012, en que fue desplazado por los monovolúmes C-Max y Gran C-Max, la furgoneta Transit o más tarde el nuevo Kuga. La carga de trabajo estaba asegurada y la despedida se vivió con cierta nostalgia pero sin drama.
Faubel, dirigente de UGT, entró a trabajar en la factoría en 1989, cuando el Fiesta llevaba 13 años de rodaje. Luego se unieron el Escort, el Orion, el Focus, el Ka... “Entré cuando se lanzó el modelo deportivo del Fiesta, el XR2, y lo recuerdo perfectamente porque cobré una paga por su lanzamiento”, apunta. El utilitario de Ford emergió a la vez que el Renault 5 o el SEAT 127, todos coches del momento. “Había entonces mercado para dar y vender”, admite Faubel, que atribuye la longevidad del Fiesta a que ha sido capaz de adaptarse a los tiempos.
El coche con el que muchos aprendieron a conducir en España queda, para el recuerdo, en la famosa canción Sufre mamón de Hombres G: “Ella se fue con un niño pijo. En un Ford Fiesta blanco. Y un jersey amarillo...”.
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