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'IN MEMORIAM'
Tribuna
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Las cuatro virtudes constituyentes de Nicolás Redondo en la democracia española

La autonomía del sindicato frente a los gobiernos, patronales y otros poderes, no sería posible hoy sin él

Nicolás Redondo, en su despacho de la sede de UGT, en una foto de archivo de 1989.
Nicolás Redondo, en su despacho de la sede de UGT, en una foto de archivo de 1989.césar lucas
Pepe Álvarez

De Nicolás Redondo quería destacar cuatro importantes virtudes —la coherencia, la autonomía sindical, la valentía política y social, y su gran sentido de sindicato— que han definido elementos importantes y bastante constituyentes, no solo de nuestro sindicalismo, sino del conjunto de la sociedad española.

La coherencia por encima de todo. Hay una canción del cantautor valenciano Raimon, de 1996, que dice: “Cuantos resistieron las torturas, y no aguantaron la adulación”. Justamente Nicolás Redondo, que aguantó las torturas de la dictadura no sucumbió nunca a los cantos de sirena del poder ni la adulación, ni política ni económica.

Es el padre de la autonomía sindical en nuestro país. Su figura fue transcendente no sólo para UGT, sino también para el socialismo. Él transformó el modelo sindical, cuando en 1987 decidió dimitir como diputado del PSOE y votar en contra de los Presupuestos Generales del Estado. Defensor de la unidad de acción sindical, siendo líder de UGT, junto a CC OO, convocó la gran huelga general del 14-D de 1988, y las del 1992 y 1994. Todas contra gobiernos de su propio partido. La defensa de las trabajadoras y trabajadores tiene que prevalecer siempre en la lucha sindical, delante de cualquier otro interés. La autonomía del sindicato frente a los gobiernos, patronales y otros poderes, no sería posible hoy sin él.

Redondo fue clave en la definición del modelo de huelgas generales, único en Europa, pero también en el modelo de diálogo social que nos identifica como modelo de conquistas sociales en nuestro país. A menudo, algunos sectores confunden los pactos para salir del franquismo e impulsar la transición democrática con una identificación acrítica con los que se ha venido a decir “el régimen del 78″. Cuando alguien me dice que los sindicatos somos parte esencial del régimen del 78, les hablo de Redondo. Él fue quien impulsó que los sindicatos no firmaran los Pactos de La Moncloa. Los derechos de los trabajadores y trabajadoras no podían sucumbir a una supuesta paz social. Fue un momento crucial de gran conquista social y laboral. Él defendió el modelo de acuerdos con las patronales. En toda esta etapa constituyente de nuestra democracia, fue clave la visión de Nicolás. La UGT tiene casi 135 años de historia, ha sobrevivido a muchos regímenes —república, guerra, dictaduras, monarquías parlamentarias con democracias más o menos intensas— y sobreviviremos a muchos más. Eso sí, siempre trabajando para ganar derechos y libertades para nuestra gente.

También quiero destacar el gran sentido de la organización sindical, de la fuerza del sindicato que tenía, y quiero destacarlo, hasta el último día. Afiliado a la UGT y al PSOE desde 1945, a los 18 años, en 1947 organizó la primera huelga contra el franquismo. Cabe destacar su papel en el Congreso de Suresnes del PSOE: cuando le ofrecieron la Secretaría General del Partido Socialista, él prefirió ceder el paso a Felipe González, y apostar por su papel y rol de sindicalista. El sindicato, primero. Desde que dejó la dirección del sindicato en 1994, lo ha mantenido hasta el último día, siempre fiel al sindicalismo y a la UGT, hablando, dando consejos y acompañándonos. Le echaremos mucho de menos y es, sin duda, un gran ejemplo a seguir.

Pepe Álvarez es secretario general de UGT.

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