Mercedes mantiene en vilo a la economía vasca
El desacuerdo entre la dirección de la empresa y los trabajadores por el nuevo convenio pone en peligro una inversión de 1.230 millones del fabricante alemán en Vitoria
La industria vasca sigue muy de cerca y con preocupación el conflicto laboral abierto en la fábrica de Mercedes-Benz de Vitoria. La onda expansiva ha llegado a la cúpula del Gobierno que preside Iñigo Urkullu. La dirección de la firma automovilística y los sindicatos no consiguen alcanzar un acuerdo para renovar el convenio. Este martes han vuelto a fracasar en su intento de firmar la paz. Se avecinan nuevas jornadas de huelga y pende de un hilo la inversión de 1.230 millones de euros que ha prometido la compañía alemana para la planta de Vitoria. Cuando esta empresa, la más importante de Euskadi con 5.000 empleados, muestra síntomas de inestabilidad, todo el panorama económico de la comunidad se tambalea.
Mercedes es un peso pesado de la economía vasca. Además de las 5.000 personas que tiene en nómina (de estas unas 500 son eventuales), genera alrededor de 30.000 empleos indirectos. Aporta el 5% al Producto Interior Bruto (PIB) vasco. Es una pieza clave en el sector vasco de los componentes de automoción, uno de los más competitivos e innovadores del mundo, según el cluster Acicae. Guillermo Dorronsoro, profesor de Estrategia e Innovación de Deusto Business School, opina que la empresa “es importante en sí misma, por todo el empleo y la riqueza que genera”, pero adquiere una dimensión extra por la gran influencia que ejerce sobre el entorno económico: “Mercedes manda una señal a otras multinacionales: si se mantiene en Euskadi es porque este es un territorio atractivo para las grandes inversiones”.
El pasado 22 de junio se vivió una huelga “histórica” en los 20 años de historia de esta compañía en Vitoria. El llamamiento de los sindicatos fue secundado ampliamente (solo trabajaron los eventuales) y consiguió parar la producción ese día y en las dos jornadas de paro que le sucedieron a finales de ese mes. A diario se ensambla una media de 700 vehículos. La protesta prosperó ante la falta de avances de los 18 meses de negociaciones para aprobar un nuevo convenio. Los trabajadores exigen un aumento salarial equiparado a la subida del IPC y que la dirección retire su propuesta de introducir un sexto turno de noche durante la semana, además de otras mejoras en sus condiciones.
La empresa que preside en España Emilio Titos desde 2008 vincula la firma del nuevo convenio con una inyección de 1.230 millones de euros que la multinacional está dispuesta a invertir a largo plazo para modernizar las actuales instalaciones y mejorar los procesos de producción y ensamblaje de los dos modelos que se fabrican en estos momentos (Vito y Clase A), además de ampliar la factoría y duplicar así su capacidad productiva. “Es una maniobra de la empresa para rebajar nuestras pretensiones laborales”, afirma un operario de la fábrica: “Es una especie de chantaje al que se han sumado las instituciones para meter presión y dividir a la plantilla”, añade.
El Gobierno vasco no quiere perder esta oportunidad bajo ningún concepto. A 1.500 kilómetros de Vitoria, el lehendakari se reúne este miércoles en la sede central de Mercedes-Benz, en Stuttgart, con el consejero delegado Mathias Geisen. Urkullu y la consejera de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia, acuden a esta cita con un mensaje claro: Euskadi es el mejor lugar para que Mercedes invierta en la ampliación de su factoría, la segunda más grande de la firma alemana en el mundo. El profesor Dorronsoro sostiene que “Euskadi tiene que convivir con centros de poder que están en el extranjero, como ocurre con Michelin o Siemens Energy, y por eso debe configurarse como un entorno atractivo para esas empresas”. Y añade que Mercedes juega un papel muy importante en un momento en que “existen muchas inversiones en juego como consecuencia de los procesos de transición energética y transformación digital que se están dando en ámbitos como la fabricación de baterías o la producción de hidrógeno”.
Las inversiones que ha anunciado Mercedes en España están ligadas a un proyecto estratégico, denominado Basquevolt, la futura fábrica de baterías de estado sólido que se instalará en el Parque Tecnológico de Álava, en Juzdiz, que supondrá una inversión de 700 milones y prevé generar 800 empleos directos. Basquevolt está impulsado por un consorcio de inversores, entre los que figuran Iberdrola, CIE Automotive, Enagas, EIT InnoEnergy y CIC energyGUNE, y es una de las grandes apuestas del País Vasco para posicionarse en Europa en la producción de coches eléctricos. Mercedes ya ha dado su compromiso para ser un cliente de esta fábrica de celdas de batería. De su éxito dependen también que se puedan captar fondos europeos solicitados al PERTE de la automoción.
La compañía alemana es un pilar estratégico, de ahí las constantes apelaciones que han hechos los mandatarios vascos a lograr un acuerdo que desbloquee el desencuentro entre la dirección y los empleados. En la última reunión, la empresa ha ofrecido, entre otras mejoras, una paga de 2.000 euros con cargo a 2021 y una subida salarial del 5% para este ejercicio y del 2% entre los años 2023 y 2026, además de una extra de 750 euros desde este año y una bonificación de 500 euros por producciones mayores a 200.000 furgonetas (en la actualidad se fabrican en torno a las 150.000 unidades anuales).
La propuesta no ha convencido a las centrales, aunque entre estas tampoco hay unidad. UGT, CC OO, PIMM y Ekintza, que suman la mayoría en el comité, admiten “avances” en la mesa negociadora, aunque consideran que estos son “insuficientes”. Todos ellos se han descolgado de la huelga que habían convocado todos los sindicatos para este miércoles, coincidiendo con la visita de Urkullu a la Mercedes. ELA, LAB y ESK, en cambio, mantiene la movilización porque la oferta no satisface plenamente las reivindicaciones de los trabajadores, sobre todo en lo referido a la introducción del sexto turno de noche, uno de los caballos de batalla de la discusión.
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