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China aumenta su presupuesto de Defensa un 7,1% y se fija un crecimiento “en torno al 5,5%”, entre la incertidumbre por la guerra en Ucrania

“La coyuntura es volátil, difícil e incierta”, ha declarado el primer ministro, Li Keqiang, en su discurso de inauguración de la sesión legislativa anual china

Macarena Vidal Liy
El primer ministro chino, Li Keqiang, presenta su discurso en la inauguración de la sesión legislativa de la Asamblea Nacional Popular en el Gran Palacio del Pueblo
El primer ministro chino, Li Keqiang, presenta su discurso en la inauguración de la sesión legislativa de la Asamblea Nacional Popular en el Gran Palacio del Pueblo este sábadoLEO RAMIREZ (AFP)

La coyuntura mundial es “volátil, difícil e incierta”. Con una guerra en Ucrania de consecuencias aún impredecibles tras la invasión rusa, una pandemia de coronavirus aún fuera de control en el mundo, y factores internos desde problemas en el sector inmobiliario a un consumo que no arranca, éste ha sido el diagnóstico de la situación por parte del primer ministro chino, Li Keqiang, en su discurso para inaugurar la sesión anual de la Asamblea Nacional Popular (ANP, equivalente al parlamento chino). Entre su receta para hacerle frente, un objetivo de crecimiento “en torno al” 5,5% -el más bajo en tres décadas-, medidas para controlar la deuda y estimular la natalidad, y el desarrollo de medicamentos contra el virus. Y, en línea con años previos, un aumento del gasto de Defensa del 7,1%.

La sesión anual de la ANP es el gran acto político de la primavera china. Cada año, en torno a 2.800 delegados llegados de todo el país, ataviados parte de ellos en sus respectivos trajes regionales, se dan cita en el Gran Palacio del Pueblo para escuchar el discurso del primer ministro —y aplaudir al unísono ese mensaje, equivalente al Estado de la Nación— y aprobar leyes que el gobierno considere claves. Este año, una norma para la protección de la mujer y la infancia. En esta ocasión, además, se prepara el terreno para la reunión más importante en un lustro: el 20 Congreso del Partido Comunista de China (PCCh) que se celebrará en otoño y en la que el presidente Xi Jinping quedará ungido para un nuevo mandato de cinco años, su tercero.

Con los ojos puestos en esa reunión, el gobierno chino se había impuesto la estabilidad a toda costa como la gran prioridad este año. Nada debía alterar el camino hacia los fastos de octubre.

Pero se ha interpuesto la guerra en Ucrania -en la que China se ha escorado del lado ruso-, que como poco amenaza con descarrilar la recuperación económica global. Los precios de las materias primas se han disparado; las bolsas han sufrido constantes golpes desde el comienzo de la invasión el día 24.

En el interior del Gran Palacio del Pueblo no hubo mención alguna a la guerra. No directa. Pero sí indirecta. “Un análisis exhaustivo de las dinámicas cambiantes en el terreno interno y en el exterior indican que este año nuestro país encontrará muchos más riesgos y desafíos, y debemos seguir trabajando para superarlos”, apuntaba Li en su discurso. “En nuestro trabajo este año debemos hacer de la estabilidad económica nuestra gran prioridad, y buscar el progreso al tiempo que garantizamos la estabilidad”.

Además del objetivo de crecimiento del 5,5% -frente al 6% que Pekín se trazó el año pasado, y que superó ampliamente para llegar al 8,1%-, el gobierno chino prevé la creación de once millones nuevos puestos de trabajo urbanos, que mantendrán la tasa de paro en las ciudades en el 5,5%. La inflación rondará el 3% y el déficit presupuestario será del 2,8%, frente al 3,2% del año pasado.

El Banco Popular de China (central) ha comenzado a recortar tipos de interés, los gobiernos locales han acelerado el gasto en infraestructuras y el gobierno ha prometido más recortes de impuestos. Además, Li adelantó la puesta en marcha de nuevas medidas para garantizar la libre competencia y para combatir los monopolios. Para hacer frente a uno de los grandes problemas de fondo de la economía nacional, la baja natalidad que ha convertido a China en el país que más rápidamente envejece del mundo, ha anunciado deducciones en el impuesto sobre la renta de los gastos para la manutención de niños menores de tres años.

Sobre la covid, que continúa generando pequeños brotes esporádicos en el país y que ha hecho que esta sesión de la ANP vaya a ser la más corta de su historia -entre seis y doce días de duración-, Li aseguró que China continuará el desarrollo de vacunas y medicamentos contra el coronavirus.

En el terreno de la Defensa, el presupuesto dado a conocer también este sábado en la ceremonia de inauguración prevé un aumento del 7,1% del gasto militar, frente al 6,8% del año pasado y que queda por encima del crecimiento previsto del Producto Interior Bruto (PIB). La partida de 1,45 billones de yuanes, o 230.000 millones de dólares, coloca de nuevo a China como segundo país del mundo en gasto de Defensa, aunque destina a ese concepto un tercio del presupuesto militar estadounidense, de 740.000 millones de dólares.

Desde la llegada al poder de Xi, China ha acelerado una profunda modernización de su Ejército, que incluye el desarrollo de armamento puntero como sistemas de misiles hipersónicos. En su discurso, Li aseguró que China acelerará el adiestramiento y preparación para el combate de sus tropas, la modernización de sus sistemas logísticos y de gestión y la “construcción de un sistema de gestión de equipos y armamento moderno”. “Continuaremos la reforma de la Defensa nacional y el Ejército, y aceleraremos las innovaciones en tecnología y ciencia militar”, agregó.

El gobierno chino percibe una rivalidad cada vez más hostil con Estados Unidos, especialmente en la región de Asia Pacífico, donde Washington formó el año pasado una alianza militar formal con Australia y el Reino Unido (Aukus). Mantiene constantes roces con las fuerzas estadounidenses en el mar del Sur de China, sobre el que reclama la soberanía de un 90% de sus aguas. Y continúa un pulso con India en la disputa de regiones fronterizas.

Tampoco renuncia a la fuerza para conseguir su gran meta geopolítica: la unificación con Taiwán, la isla de gobierno democrático que Pekín considera parte inalienable de su territorio. En su tradicional mención a lo que China ve como una provincia rebelde, Li insistió como en años anteriores en que su gobierno continúa comprometido con la meta de “resolver la cuestión taiwanesa en la nueva era”. Condenó cualquier intento de la isla de declarar la independencia -algo de lo que el gobierno en Taipéi no ha dado visos- y arremetió contra lo que consideró la injerencia de “fuerzas extranjeras” al otro lado del estrecho de Formosa.

El de hoy ha sido el último discurso de Li ante los delegados de la ANP. El primer ministro debe dejar su cargo después de diez años en el puesto el próximo otoño, cuando se celebre el Congreso del Partido.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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