Pablo Isla: el jefe discreto que llevó a Inditex a la cima
El ejecutivo consiguió estar a la altura de las expectativas e impulsó a la compañía hasta convertirla en líder del sector
Pablo Isla se enfrentaba a una tarea difícil hace algo más de 16 años cuando llegó a Inditex: ser capaz de estar a la altura de las expectativas del fundador Amancio Ortega. A mediados de 2005 fue nombrado consejero delegado del grupo, tras ser escogido por una empresa de cazatalentos, y seis años después el magnate gallego de los negocios le entregó la presidencia de la compañía, cuya cultura respira todavía a Ortega por todos los rincones, según ha reconocido Isla en varias ocasiones. Una comparación y una sombra que no le pesó, todo lo contrario. Lo aprovechó para aprender y sacar lo mejor de un equipo que no ha parado de crecer desde entonces.
La química entre Isla y Ortega funcionó desde el inicio por una especie de admiración mutua, según quienes les conocen, y una excelente relación personal. Y eso a pesar de tener unos orígenes muy distintos. El madrileño (de padre aragonés y madre ceutí), de 57 años, es el tercero de cuatro hermanos. Se formó en los jesuitas, en la capital, estudió Derecho en la Complutense y, antes de acabar, empezó a preparar las oposiciones de abogado del Estado, que sacó con el número uno de su promoción.
Desde entonces, su carrera ha sido meteórica: tras ejercer brevemente como abogado del Estado, pasó a dirigir los servicios jurídicos del Banco Popular. Luego volvió al sector público, como director general de Patrimonio, en 1996, con solo 32 años. En 1998 regresó al Popular y en 2000 fue nombrado copresidente de Altadis, la empresa de distribución de tabaco, en sustitución de César Alierta, uno de sus mentores. Ese fue el trampolín que le permitió dar el salto a Inditex, empresa propietaria de enseñas como Zara o Massimo Dutti, entre otras. Su bagaje es indiscutible, ya que la ha convertido en estos años en líder de su sector, por delante de la sueca H&M, la japonesa Fast Retailing (Uniqlo) y la estadounidense GAP.
Una de las características principales de Isla, según destacan los que le conocen, es la discreción. Trabajador incansable, amable en sus formas y buen conversador. Tiene posiciones firmes y la habilidad de transmitirlas con elegancia, sin estridencias. Algo de lo que ha sacado rédito en sus años al frente de Inditex para no salirse del guion ante los analistas y la prensa, aunque se le podría denominar también como un debe por la falta de transparencia que implica. Eso sí, siempre con un trato exquisito. Ha comparecido así cada trimestre, en la presentación de resultados, con la capacidad de no dar ni un solo dato de más. Sin rehuir preguntas, pero sabiendo a lo que podía responder.
Fuera de estas comparecencias, siempre ha preferido el segundo plano. Dosifica sus apariciones en público y es muy celoso de guardar su vida personal al margen. Una manera de ser que le hizo encajar como un guante en la cultura que existe en torno a Inditex en Arteixo (A Coruña, 30.400 habitantes). De hecho, de su intimidad se sabe que es madridista acérrimo, que disfruta con la lectura y el cine, y que juega al tenis y al pádel. Poco más se puede contar.
Su papel en el avance de la compañía es indudable, aunque siempre contó con la ayuda inestimable de Ortega y de los equipos de diseño y comerciales para cubrir esas zonas en las que tenía lagunas. Los datos son claros: desde su llegada, Inditex ha multiplicado su valor hasta convertirse en la primera empresa de España por capitalización bursátil (era la séptima) y conseguir el hito de los 100.000 millones de euros de valoración. De hecho, en esta década y media ha conseguido cambiar la dimensión de la compañía y que despegue definitivamente su venta por internet.
En esa evolución del canal online ha tenido parte de culpa la pandemia, la mayor crisis de consumo vivida por la firma que registró sus primeros resultados trimestrales negativos en la fase más dura de la covid (entre febrero y abril). Con el cierre obligado de tiendas, el comercio electrónico era la única vía para empresa y clientes de hacer sus compras. Aunque para entonces Inditex llegó pertrechada, gracias a un modelo basado en la integración de las tiendas físicas y digitales. Un hito que se consiguió a base de inversiones multimillonarias en herramientas tecnológicas propias que permiten, por ejemplo, un inventario único.
Así, todas las prendas están siempre disponibles para la venta, incluso cuando la tienda en la que esté colgada la ropa se encuentre cerrada. Un salto en las horas disponibles de los productos que ha espoleado los resultados: entre febrero y julio de este año ha sumado ventas por 11.936 millones, por encima de los guarismos de ese mismo periodo de 2019, antes de la pandemia. Ahora, a meses de su salida, se puede decir que Isla ha estado a la altura de las expectativas depositas en él. Y eleva todavía más el listón para Marta Ortega, presidenta del grupo a partir del 1 de abril, y a Óscar García Maceiras, nuevo consejero delegado, que cogen el relevo.
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